viernes, 7 de diciembre de 2012

LA CAMISA DEL HOMBRE CONTENTO


Un cuento esloveno.

El vagabundo
László Mednyánszky
(esloveno, 1852-1919)
Había una vez un rey muy enfermo. Tenía noventa y nueve enfermedades. Los médicos eran de la opinión de que ya no se podía hacer nada por él y que se iba a morir al cabo de un año y un día. Uno de ellos, sin embargo, dijo:
-Si se encontrase a un hombre siempre contento con todo y con todos, y el rey pudiese ponerse la camisa de este hombre contento, desaparecerían sus noventa y nueve enfermedades y se curaría en un santiamén.

Los mensajeros del rey acudieron a los cuatro extremos de la tierra a buscar a un hombre siempre contento con todo y con todos. Buscaron, buscaron, pero no había forma de encontrarlo.

Por fin, uno de los mensajeros llegó a un extenso prado y encontró a un hombre andrajoso, con la barba hasta los pies, que dormía en paz y durante el sueño sonreía.
-Éste podría ser un hombre contento -se dijo el mensajero y lo despertó. Eh, tú, ¿eres o no un hombre contento?
-Claro que lo soy.
-¿Nunca te has sentido descontento con nada?
-Ni siquiera una vez. ¿Y por qué iba a lamentarme?
-Ven, pues, a conocer a nuestro rey.
-¿Para qué?
-Ven, que el rey te cubrirá de oro.
El vagabundo se dejó, por fin, convencer y siguió al mensajero hasta el palacio real.

Cuando el rey lo vio, se alegró muchísimo y exclamó:
-Pronto, dame tu camisa.
-¿Mi camisa?
-Vamos, no hagas preguntas: quítate el abrigo, quítate la camisa y dámela. A cambio, yo te daré un montón de oro.
El hombre contento se quitó el abrigo y, en ese momento, todos vieron que debajo del abrigo no tenía camisa ni nada. El pobre rey lo miró, exhaló un profundo suspiro y se murió. Y el vagabundo recogió su abrigo y se fue, contento como antes.


Mirada del despojado

Hombre
Anton Azbe
(esloveno, 1862-1905)
            Una de las imágenes más representativas de la condición del hombre en el mundo es la del vagabundo.  Se mira al ser humano como alguien que no tiene hogar definitivo es esta tierra y recorre el camino de la vida sin poder aferrarse a nada.  El itinerario que realiza es errante, sin un rumbo claro.  El término vagabundo está relacionado con “estar vacío” y también con “estar libre”.
           
La actitud de vagabundo es la de andar los caminos.  Quien se mueve, percibe que el paisaje cambia permanentemente. La modificación a veces es muy lenta, pero nunca es lo mismo lo que se ve en un lugar determinado y en otro dos pasos más adelante.  Este desplazamiento se produce en los diversos órdenes de la vida, tanto en el biológico como en el afectivo, en el material como en el espiritual. Es evidente que nuestros cuerpos cambian constantemente y algunas veces sorpresivamente.  Lo mismo percibimos en planos más espirituales, tal como dice la expresión “todos los días se aprende algo nuevo”.

El errante del cuento es definido como “el hombre contento”.  Es el que duerme en paz y con una sonrisa.  Está en un extenso prado, dice el cuento, como si fuese un lugar bello, idílico. Una situación propia de la felicidad en la vida.

            Sorprende que este hombre feliz no tenga camisa, que es un símbolo de protección.  Como dice una tradición: “Toda piel que lleve camisa a su alrededor no puede ser alcanzada por ninguna enfermedad”.  Falta la protección, sea de un lugar material, de un grupo o de un amor.

            Pero se debe tener en cuenta otro aspecto de la vestimenta.  “Dar hasta la camisa” es el gesto de una generosidad sin límites.  En la medida en que la camisa es una segunda piel, es darse a sí mismo, es compartir la propia intimidad.

            El vagabundo del cuento es un ser transformado por la generosidad, por compartir todo.  No hay ninguna tristeza por perder la propuesta del rey de un montón de oro, él sigue tan contento como antes.


Otra perspectiva

            Prestemos atención al rey.  Si el cuento hubiese indicado que el rey estaba enfermo, la conclusión sería el contraste entre el hombre contento y el soberano.  Pero la enumeración de las enfermedades y el pronóstico de los médicos pueden estar señalando otra cosa.

Montaña negra
Zoran Mušič
(esloveno,1909 - 2005)
            Las noventa y nueve enfermedades que padece el rey invitan a considerar con atención al número nueve.  Es el último de la serie de las cifras, anuncia a su vez un fin y un nuevo comienzo, es decir, una transposición a un nuevo plano.  Se encuentra en esto la idea de nacimiento y germinación, y al mismo señala la muerte.

            Los números nos sirven para contar las cosas que existen, que están manifiestas.  El nueve, al ser el último, es la máxima de las manifestaciones.  Con él se cierra un ciclo, pero abre una nueva fase.  Si nos fijamos en la representación gráfica del nueve “9”, es un anillo que se cierra y de allí nace como una pequeña punta que se quiere transformar en raíz de un nuevo nacimiento.

            Esto coincide con el pronóstico de los médicos. Decían que se iba a morir en un año y un día.  La palabra año tiene origen en el latín “annus”, que se acerca a la idea de  ciclo, como un anillo.  El anuncio de los facultativos de que “le queda un año y un día”, es como un nueve, es decir, un anillo y un nuevo día, un día que pertenecerá a otro ciclo.

            Los cuentos no nos dan crónicas de acontecimientos, detalles de cosas que ya sucedieron.  En realidad, inventan relatos para hacer comprender la situación actual de los que escuchan. 

            El mensaje es que somos reyes y vagabundos al mismo tiempo.  Nuestra realeza está en nuestra capacidad de razonar, de organizar nuestro entorno, de dar sentido a lo que nos toca vivir.  Se expresa en lo que decimos y hacemos, y especialmente en lo que elegimos hacer.

El sentido errante se manifiesta en nuestra libertad, cada vez que nos entregamos a la realidad del presente.  El vagabundo no se deja influir por el pasado, no tiene rencores ni deja que las enseñanzas de las propias culpas se conviertan en miedos y complejos ante la actualidad de su vida. Tampoco se somete a las inquietudes imaginarias del futuro, aunque pinten prometedoras.  Vive a fondo la enseñanza que dice: “a cada día le basta su afán”.

 El cuento nos señala que la generosidad permite que cada vez que se termine un ciclo de la vida, podamos renacer a otro.  Los innumerables estancamientos, los rencores, las culpas y los miedos, se vencen mediante el altruismo, la longanimidad, la benevolencia y la compasión que se manifiestan en la generosidad.  Este es el hombre contento, que duerme en paz con una sonrisa en este mundo y en todos los que le toque transitar.

El humanista
Jože Ciuha
(esloveno, nac. en 1924)