domingo, 8 de diciembre de 2013

CAMELLOS DEL DESIERTO

El Camello
Sergey Tyukanov (ruso, nacido en 1955)


Cuento: El camello atado.


Una caravana que iba por el desierto se detuvo cuando empezaba a caer la noche.


Un muchacho, encargado de atar a los camellos, se dirigió al guía y le dijo:


-Señor, tenemos un problema. Hay que atar a veinte camellos y sólo tengo diecinueve cuerdas. ¿Qué hago?


-Bueno -dijo el guía-, en realidad los camellos no son muy lúcidos. Ve donde está el camello sin cuerda y haz como que lo atas. El se va a creer que lo estás atando y se va a quedar quieto.


El muchacho así lo hizo. A la mañana siguiente, cuando la caravana se puso en marcha, todos los camellos avanzaron en fila. Todos menos uno.


-Señor, hay un camello que no sigue a la caravana.


-¿Es el que no ataste ayer porque no tenías soga?


-Sí ¿cómo lo sabe?


-No importa. Ve y haz como que lo desatas, si no va a creer que sigue atado. Y si lo sigue creyendo no caminará.


Este cuento ilustra de que forma los límites no los impone la realidad, sino nuestras propias creencias. Somos como el camello, atados sin cuerda a nuestra mente.




Los límites.


El muchacho del cuento aprende de un camello la manera de cómo estamos atados a nuestra mente a través de las creencias. Éstas son de diverso orden: religiosas, científicas, sociales, culturales. Son vínculos invisibles, pero de una gran potencia para determinar acciones en nuestras respectivas vidas.
San Juan Bautista en el desierto
Doménico Veneziano
(italiano, 1400-1461)


La diferencia entre el camello y el ser humano, es que al animal le basta un sólo vínculo para cumplir su destino. En cambio, cada uno de nosotros tiene múltiples ataduras, y a veces nos movemos en una maraña de nudos y vínculos, que tironean nuestro ser en distintas direcciones.


Nuestra mente es un nudo de relaciones. Este reconocimiento es importante para el planteo de la vida personal. Es lo que somos y jamás podremos separarnos del universo, de los demás hombres y de Dios.


Lo que está en nuestras manos es librarnos de aquellos vínculos que contradicen nuestro destino y la felicidad que buscamos. Porque hay ataduras que son necesarias y valiosas, pero otras son prescindibles y dañinas. Lo mejor es meditar para discernir, y luego atarnos o desatarnos según nuestro destino.


Las enseñanzas del camello.


La palabra “camello” viene de un verbo hebreo, gamal, cuyo significado es “devolver, compensar”, ya que este animal hace generalmente lo que su dueño le solicita. Es un sentido más simbólico, es “el que respeta las ataduras”.


El camello tiene almohadas plantares, lo que le permite caminar por el ardiente desierto. En este sentido representa al ser humano caminando con decisión su propio camino.
San Jerónimo en el desierto
Andrea Mantegna
 (italiano, 1431-1506)


Tiene pestañas muy largas y tupidas, que protegen su visión durante las tormentas de arena en el desierto. Así representa al hombre acostumbrado a discernir los rumbos, aún en medio de las dificultades.


Cuando hay tormentas en el desierto la arena entra en las fosas nasales de los animales y les produce graves problemas respiratorios. El camello tiene la particularidad que puede cerrar los orificios nasales a voluntad. Camina por el desierto, pero éste no se le mete adentro para hacerle daño.


Tiene la capacidad de almacenar grasa y tejido fibroso en sus jorobas, que son una importante reserva alimentaria para el animal en época de escasez. Además, es un animal perfectamente adaptado a su hábitat y puede sobrevivir sin beber agua durante varios días. Debemos tener un depósito de fuerzas espirituales para los tiempos de dificultad, porque de esas fuerzas se alimentará nuestra alma para soportar la prueba.


El camello tiene los labios partidos y protegidos contra las espinas. Lo que a otros mata al camello lo alimenta. Cuando nuestro camino se vuelve espinoso, tenemos la oportunidad de transformarnos en camellos para devorar los espinos y así romper con lo infructuoso.



Muchas otras enseñanzas encierra este animal que, si miramos con atención, sacaremos provecho.


Jeroglíficos
Antoní Tapies
(español, 1923-2012)