domingo, 4 de diciembre de 2016

EL CANSANCIO DE LOS POSTES


Payaso cansado  
Yasuo Kuniyoshi
       (japonés, 1889-1953)       



Un joven chino, al regresar de un partido de polo, se dejó caer en un banco, en presencia de su entrenador, y emitió un profundo suspiro.

-¿Estás cansado?- le preguntó el entrenador.

-Sí, estoy cansado.

-¿Están cansados los caballos?

-Sí.  Están cansados.

-¿Están cansados los postes de la portería?

Hasta bien entrada la noche, el joven no entendió el sentido de aquella pregunta.

Entonces se precipitó hacia su entrenador, lo despertó y le dijo:

-Lo he comprendido.

El entrenador se mostró satisfecho y se volvió a dormir.


Formas del cansancio

            Los navegantes griegos fueron muy conocidos en el Mediterráneo antiguo.  Entre los viajes legendarios se cuenta el de los navegantes del Argos, en busca de una piel de oveja de oro maravillosa. Aquel derrotero será uno de los hitos más llamativos de la Grecia clásica.

Un alma perturbada
Ferdinand Hodler
      (suizo, 1853-1918)     

         La navegación de aquellos tiempos se hacía siempre cercana a la orilla del mar, siguiendo su contorno, aunque fuese muy sinuoso.  Esto los obligaba a modificar el rumbo constantemente, lo que llevó a los griegos a usar un verbo exclusivo para estas maniobras de doblar o desviarse para ajustarse a la costa: “campsare”.  Con el tiempo, el verbo pasó al lenguaje de los viajeros o caminantes terrestres.  En textos que describían viajes, el verbo se usaba con el sentido de desviarse del camino para hacer un descanso en un lugar cuando se estaba agotado. 

         Los participios del verbo designan a quienes están cansados y están reposando en una posada o desvío de parada, y así queda fijado en el latín de la Edad Media.  Por ejemplo, la expresión “campsare de via”, que al principio significaba “desviarse del camino”, pasa a significar “estar cansado del viaje”.  De aquí viene la palabra “cansancio”.

         La llamativa pregunta del entrenador en el cuento citado: “¿Están cansados los postes?” deja pensando al joven polista.  Lo que no sabremos nunca es qué fue lo que entendió.  Las interpretaciones válidas pueden ser muchas. Intentaremos una, que no sea obstáculo para otras miradas, que cada uno irá descubriendo desde el contexto propio. 

La ciudad
Fernand Leger
(francés, 1881-1955) 

         Nos referimos a una forma de cansancio que muchas veces se apodera de la vida de los seres humanos.  Es la que le adviene a las personas sensibles.  La injusticia, el maltrato a los débiles, el hambre provocado por la codicia, la violencia, son miserias de los hombres que cansan.  Lo mismo sucede con las mediocridades: la falta de solidaridad, la mentira, el aplauso a la vulgaridad, la impunidad. 

         El poeta Pablo Neruda (chileno, 1904-1973) dice en un fragmento de su poema “Walking around”:

Sucede que me canso de ser hombre.
Sucede que entro en las sastrerías y en los cines
marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro
navegando en un agua de origen y ceniza.

El olor de las peluquerías me hace llorar a gritos.
Sólo quiero un descanso de piedras o de lana,
sólo quiero no ver establecimientos ni jardines,
ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores.

Sucede que me canso de mis pies y mis uñas
y mi pelo y mi sombra.
Sucede que me canso de ser hombre.


         Este tipo de cansancio corroe el núcleo de buena voluntad, deja un sabor amargo y nos lleva a una visión selectiva de la realidad: remarcamos todo aquello que indique que el mundo se ha vuelto inhabitable y que nada vale la pena. Se va muriendo la capacidad de alegría, hasta secar el alma.  Algunos lo llaman “cansancio moral”.

         Mantengamos la mirada en aquellos que no se cansan, en los que tienen una vida simbolizada en los postes del cuento.  En el partido de polo no son protagonistas, en la sociedad nadie les presta atención.  Pero, por su función, indican cuándo un equipo logra un triunfo y cuándo erra el objetivo.  No enjuician a nadie, simplemente están allí para acompañar y enmarcar los logros.  Si no estuviesen allí, incansables, entonces nunca sabríamos si nuestro viaje vital tiene rumbo y sentido.


Postes azules
Jackson Pollock
(norteamericano, 1912-1956)