domingo, 23 de marzo de 2014

YA NO TENGO CÁSCARAS PARA MIS CERDOS


Señora del Río Xiang
Fu Baoshi (chino, 1904-1965)


La montaña Jefú queda a poca distancia de nuestra aldea. Allí, cerca de un pequeño lago, existe un templo conocido como el de la Madre Wang. Nadie sabe en qué época vivió la Madre Wang, pero los viejos cuentan que era una mujer que fabricaba y vendía aguardiente. Un monje taoísta tenía la costumbre de ir a beber a crédito en su casa. La tabernera no parecía prestarle mayor atención a esa demora en el pago: el monje se presentaba y ella lo servía de inmediato.
El Arahat en las montañas
Shi Rongqiang (chino, n. en 1973)

Un día el taoísta le dijo a la Madre Wang:

-He bebido tu aguardiente, y como no tengo con qué pagártelo, voy a cavar un pozo.

Cuando terminó el pozo se dieron cuenta de que contenía un buen aguardiente.

-Es para pagar mi deuda -dijo el monje, y se fue.

Desde aquel día la mujer no tuvo necesidad de hacer aguardiente. Servía a sus clientes el licor que sacaba del pozo, mucho mejor que el que anteriormente fabricaba con cereal fermentado. Su clientela aumentó enormemente. En tres años hizo una gran fortuna de decenas de miles de onzas de plata.

De improviso, un día volvió el monje. La mujer le agradeció efusivamente.

-¿Es bueno el aguardiente? -le preguntó el monje.

-Sí, el aguardiente es bueno -admitió-. ¡Lástima que como no fabrico el aguardiente, ya no tengo cáscaras de cereal para alimentar a mis cerdos!

Riéndose, el taoísta tomó el pincel y escribió en el muro de la casa:

La profundidad del cielo no es nada,
el corazón humano es infinitamente más hondo.
El agua del pozo se vende por aguardiente,
pero la mujer se lamenta de no tener cáscaras para sus cerdos.

Terminado su cuarteto, el monje se fue, y del pozo sólo salió agua.


En el borde del pozo

         El monje que asiste a la taberna es taoísta.  El Tao es una manera de ver la realidad, que surgió en oriente, anterior a los chinos y su historia, pero a la que dio forma y sentido.  Tiene características que lo asemejan a una religión, pero no como la entendemos en Occidente.  Por otro lado, se puede decir que es una doctrina filosófica, aunque no encerrada en una forma determinada, sino que es soporte de sistemas filosóficos diferentes.
Paisaje salpicado de color
Zhang Daqian (chino,1899-1983)

         Uno de los aspectos en el que se fija el Tao es en la alternancia, como el día sigue a la noche, como las estaciones del año se suceden armónicamente.  Pero no busca la síntesis de la alternancia, sino que la admira tal como es.  Así como un niño acaricia a su mascota, así también el taoísta recorre la superficie de los cambios, los valora y siente el placer de su contacto.  El cuento muestra al monje seguidor de esta enseñanza, que no se enoja con los cambios de la Madre Wang, la vendedora de aguardiente.  Por el contrario, está muy atento a ellos, y se ríe sinceramente, lo que da lugar a la frase que escribe en la pared.  Finalmente, sigue los cambios, y transforma el aguardiente en agua.

Otoño tardío
Hong Ling (chino, n. en 1955)
         En la historia narrada arriba hay un centro: el corazón humano.  Simbólicamente está asimilado al pozo, y ambos quedan relacionados con la profundidad del cielo.  Pero el que se destaca sobre todo es el corazón.  En la antigua China, él se eleva hasta el principio de la luz.  La luz del espíritu, la de la intuición intelectual, de la revelación, brilla en la caverna del corazón.

         El corazón es el centro vital del ser humano, en cuanto asegura la circulación de la sangre.  A la vez ocupa un lugar central en la vida espiritual: piensa, decide, esboza proyectos, afirma sus acciones. 

         El corazón es el primer órgano que se forma y el último en morir, de donde “amar de todo corazón” significa hasta el último suspiro.  Por eso escribe el monje que la profundidad del cielo no es nada comparada con la hondura del corazón.


Abrazo
Zao Wou Ki (chino, 1921-2013)


domingo, 9 de marzo de 2014

LOS PESCADORES IMPASIBLES

Dos pescadores
Michael Ancher
(danés, 1849-1927)

La oportunidad del efemeróptero

Un día de cielos azules, un turista en Dinamarca se acercó a la orilla del mar.  Allí, en una escollera, vio a dos pescadores que fumaban tranquilamente en pipa sin quitar ojo a sus aparejos.

No se movían ni decían nada, como suelen hacer los pescadores.

El turista los observó un momento tratando de encontrar la manera de entablar conversación.  Se sentó, se levantó, tosió; los otros dos ni siquiera le dirigieron una mirada.

Entonces, en voz alta, comentó que aquel rincón de la costa danesa le parecía, encantador, que el día era magnífico.  No logró ni una mirada, ni una palabra.

Comentó que un bonito crucero pasaba a lo lejos; la misma indiferencia.  De pronto vio un efemeróptero que revoleaba alrededor de ellos. 
-          ¡Vaya! ¡Un efemeróptero! –dijo.

Los pescadores no reaccionaron.  Seguían atentos a sus cañas, inmóviles y silenciosos. 

-          ¡Qué maravilloso insecto! –exclamó el turista.

Nada.

El turista abrió la boca un poco después para decir:
-          ¿Saben que estos insectos solo viven veinticuatro horas y que por eso se les llama efemerópteros?

Entonces uno de los pescadores se quitó la pipa de la boca, volvió ligeramente la cabeza y dijo:
-        -  Pues al menos habrá tenido un tiempo excelente.


Un suceso tras otro
 
Noche en la bahía
Oluf Host
(danés, 1884-1966)
Los efemerópteros son insectos alados, quizás los más antiguos que se conocen.  Son casi 3.000 especies, con alas membranosas que no pueden plegarse sobre el abdomen.  La característica es que son efímeras pues, como dice el turista en el cuento, viven menos de un día.

Los pescadores no se admiran demasiado con la referencia que hace el turista, sino que uno de ellos le responde con una hermosa referencia al “tiempo”.  Este ha sido un tema filosófico importante, e incluso aparece en el cine, con películas que hablan de fantásticos viajes a través del tiempo, hacia el pasado o hacia un supuesto futuro.

La existencia es una sucesión de acontecimientos, y el tiempo nos es necesario para poder interpretar esa realidad.  Los filósofos relacionaron el tiempo con el movimiento, y con otros dos elementos que son indispensables para pensarlo, el espacio y la eternidad.

Aurora polar
Jens Juel
(danés, 1745-1802)
Una referencia valiosa nos viene de Aristóteles, que dijo que el tiempo es una medida del movimiento.  También enseñó que el tiempo es algo “subjetivo”, de nuestra propia interioridad, porque en nosotros residen las nociones de “pasado”, “presente” y “futuro”.  La realidad completa está en el presente, pero los seres humanos somos capaces de relacionar el presente con cosas que ya sucedieron, que son del pasado y ya no existen.  De la misma manera, muchas veces proyectamos con nuestra imaginación un futuro que todavía no existe porque, de existir, sería presente.

Según el cuento, podemos ver la existencia desde dos puntos de vista.  Un punto de vista sería el del insecto, metidos dentro de la vida misma.  Esa mirada es efímera, el tiempo pasa velozmente.


Por otro lado está el punto de vista del pescador, que es una mirada casi desde la eternidad, comparada con la brevedad del efemeróptero.  Desde allí, las circunstancias de la vida pueden ser excelentes, cortas pero plenas.  Esto está dicho por Jesús, cuando invita a sus discípulos a ser “pescadores de hombres”: enseñar a mirar la vida humana desde la eternidad a la cual pertenecemos, para descubrir que hemos tenido “un tiempo excelente”.


Composición
Erik Ortvad
(danés, 1917-2008)