domingo, 28 de agosto de 2016

LA ROPA DE MÁRMOL

Hija y padre
Lucian Freud
(británico, 1922-2011)




La astucia es el arma más sutil y eficaz que el hombre puede oponer al ejercicio del poder.

Un sultán ordenó a un pobre sastre de Fez que le fabricase un traje de mármol y le advirtió que, si no lo hacía, le cortaría la cabeza.

El pobre hombre, al ver que estaba perdido, se puso a llorar.  Pero su hija, de espíritu agudo, fue en su ayuda.  Cuando el sultán reclamó el traje de mármol, el pobre hombre hizo que le dijeran:

- La ropa está lista. Pero necesito hilos de arena para coserla.  ¿Puedes enviármelos? 


Hijas del alma

         Cada cuento encierra muchos caminos.  Hay enseñanzas sobre comportamientos y costumbres.  Hay referencias a oficios y a cómo hacer las cosas.  Recurriendo a medios sorprendentes, como es el hablar de los animales, nos hace ingresar a ambientes imaginarios que guardan tesoros de sabiduría.
Noé y sus hijas
Lucas Cranach el Viejo
(alemán, 1472-1553) 

         Cada cuento también nos habla del mundo interior de cada uno, ese espacio tan grande que no lo puedo medir.  El que presentamos arriba nos habla de una hija, la astucia misma, engendrada en el corazón del hombre.

         El ser humano puede tener hijas del alma.  Hay tres que son muy recomendadas: astucia, prudencia y calma.  No nacen con nuestro interior, hay que engendrarlas.

         Para engendrar la astucia, lo primero es mantenerse alerta.  Si estamos cansados, distraídos o desconcentrados, no nos vamos a dar cuenta de lo que pasa alrededor nuestro.  Por eso, para engendrar astucia, tenemos que cumplir con las necesidades biológicas básicas, es decir, descansar, estar bien alimentados, no tener sed, hacer ejercicios adecuados.

         Nace la astucia cuando se adopta un punto de vista objetivo, sin dejarse influir demasiado por las emociones, y dejando de lado los prejuicios.  Hay que acordarse de que nadie toma una buena decisión estando enojado.  Un santo recomendaba nunca tomar una opción en la vida espiritual si uno está triste o alterado.  Decía que mejor era suspender la decisión, dormir y comer bien, y recién continuar cuando esté en paz.
 
Cristo tentado por Satanás
para convertir las piedras en pan
William Blake
(inglés, 1757-1827) 
         Podremos dar a luz a nuestra hija Astucia si tomamos nota de las fortalezas y debilidades de los demás, porque muchas cosas las aprendemos por comparación.  Los grandes astutos de la historia han sido maestros en la observación de la vida humana concreta en las personas que lo rodeaban.  El gran mandamiento del amor al prójimo exige ser muy astutos, porque no podemos amar si no conocemos quién es nuestro prójimo.

         Para que crezca la astucia, en las decisiones conviene considerar todos los posibles resultados.  Eso nos dará la posibilidad de superar de antemano los defectos u obstáculos que tengamos, y podremos planear las respuestas según se desarrollen los hechos.  

         Un alimento muy valioso para la Astucia es que aprenda de los errores que cometemos.  Algunas veces seremos vencidos, o nos descubrirán los ardides utilizados, por más hábiles que seamos.  Ese es el momento de tomar nota de cómo y cuándo fallaron nuestros planes, para no cometer el mismo error de nuevo.

         Lo que hace que Astucia sea nuestra hija espléndida, es el consejo que desde el comienzo de la cultura humana se nos viene dando y repitiendo: conócete a ti mismo.  Es importante saber qué es lo que me pone nervioso, en qué soy bueno y en qué soy malo.  Es valioso descubrir en cuáles situaciones me siento más seguro.  Y es decisivo ser honesto acerca de las propias habilidades.

         Finalmente, busquemos un buen marido para esta Astucia, una de nuestras hijas del alma.  Pueden ser el Conocimiento de Sí, el Valor o el Amor.  Así habrá surgido una plenitud de vida en nuestro corazón.


Interior
Paul Guiragossian
(libanés, 1926-1993)