miércoles, 27 de febrero de 2013

LA VIUDA LISTA


Un cuento huave.

Mujeres en su pueblo.
Rodolfo Morales
(mexicano, 1925-2001)
En el estado de Oaxaca, México, conviven al menos 16 pueblos o culturas, con lenguajes totalmente diferentes uno de otro. En ese lugar, en una franja de 40 kilómetros entre el océano Pacífico y dos lagunas, conocidas como Mar Superior y Mar Inferior, viven los huaves, un pueblo que actualmente cuenta con poco más de 20.000 integrantes. El término de huave fue impuesto por los zapotecas para referirse a la "gente que se pudre en la humedad", pero ellos se nombran a sí mismos en su lengua, "Mero ikooc" que significa literalmente "verdaderos nosotros".

La zona es árida y desolada. Las lluvias son escasas, el riego difícil y la producción, tanto en el mar como en la tierra, está sujeta a las variaciones del tiempo. La pesca y la mitología giran en torno a los vientos encontrados del norte y del sur, como también tienen en cuenta la larga época de la sequía y la corta temporada de lluvias.

De este entorno es el siguiente cuento.


Una viuda y el diablo.

Cocina huave.
Fotografía de 1908.
Cuentan que una vez, el diablo se enamoró de una viuda. Llegaba a su casa y le platicaba. A la señora no le gustaba y además, tenía miedo de que se enojara. Tanto y tanto le ofrecía el diablo que por fin la señora dijo:
-Bueno, seré tu mujer si me construyes una casa bonita.

El diablo se la hizo. La viuda fue a buscar al cura para que le echara agua bendita; así, el pobre diablo no podría entrar a la casa que él mismo había hecho.
El cura le advirtió:
-Si no encuentras el modo de acabar con él, él acabará contigo.

La mujer pensó bien el asunto y esto hizo: busco dos montones de botellas, uno blanco y otro oscuro. Se sentó en la enramada, era la hora en que acostumbraba llegar el diablo. La encontró muy atareada.
-¿Qué haces?
-Aquí, lavando botellas. ¿No me ayudas?
-Sí.
Máscara huave para danza
Segunda mitad del siglo XX.
-Lava ese montón de botellas -le dijo señalando las oscuras, hasta que queden limpias, como ésas -y señaló el otro montón.
-¿Y cómo crees que voy a hacer claro lo oscuro? No se puede.
-Claro que sí, mira ya todas las que llevo.
-¿Y cómo le hiciste?
-Ah, es que se tienen que lavar por dentro. Si eres poderoso, ¿por qué no te metes?

El diablo entró en la botella y la mujer luego la tapó. Ya que tuvo encerrado al diablo, fue al monte y, con todo y botella, lo enterró.
Y por eso dicen que sólo las mujeres son más listas que el diablo.


De a pares.

En la consideración de la tradición la realidad se presenta de a pares. Lo más evidente es que el tiempo transcurre entre el día y la noche, lo que se convierte en un símbolo ordenador de los muchos aspectos de la vida de este mundo. No hay figura sin fondo, no hay sonido sin silencio. Si un instrumento musical emitiese un sonido constante, sin interrupción de silencio, nunca nos daríamos cuenta de su calidad, si es grave o agudo, si es fuerte o suave. Nuestros sentidos perciben mediante los contrastes y las diferencias. Por eso se dice que aprendemos por comparación.

El cuento presenta a una viuda, que es una mujer en una situación despareja. Ha perdido a su esposo, ha quedado dividida, separada. Es una mujer solitaria, ya no tiene a aquel que complementa su vida. Para nosotros la viuda es un ser débil, incompleto. Se asemeja a los huérfanos, que son los hijos que ya no tienen a sus padres. De nuevo la situación es de a par, pues somos hijos porque tenemos padres.

La viuda parece entender muy bien la dualidad de la realidad, y la usa en su beneficio. Al diablo enamorado le solicita una casa, pero mediante el agua bendita le impide la entrada. Entrar o no entrar, la dualidad que rige el paso de un ámbito a otro. En la sencillez del relato está puesta la gran decisión de la viuda: a su marido lo dejó entrar en su casa, al diablo no.

El diablo, en este caso, representa la turbación, la sobreexitación. Es muy extraño que el representante de la separación, del corte, de la división, se manifieste enamorado, buscando la unión. Es el símbolo de la influencia molesta en la debilidad. Es la tentación, que siempre aparece en el momento en que nos faltan fuerzas, cuando nos sentimos incompletos, como la viuda.

La mujer resuelve el problema mediante el recurso al contraste, las botellas claras y las botellas oscuras. Ella entiende que la realidad es dual, pero el diablo, por vanidad o por ambicionar poseer a la mujer, reniega de lo que sabe y entra en la botella.


La mujer y el diablo.

Como sucede en la Biblia cuando se presenta la enemistad entre Eva, la madre de los vivientes, con el diablo, todas las tradiciones muestran este contraste. En el libro del Génesis se plantea que la serpiente maligna acecha el talón de la mujer, mientras ésta le pisa la cabeza. En el final del Libro, en el Apocalipsis, se recrea la misma situación, entre la mujer coronada de estrellas y el dragón que la acecha cuando está por dar a luz.
Sin título.
Enrique Flores
(mexicano, nac. en 1963)

Desde las culturas más antiguas, la mujer representa la fuerza de la tierra y a la vez la intuición más alta del alma. Estos dos aspectos están presentes en el cuento. Luego de escuchar el consejo del cura, la viuda no se asusta de la situación, y busca con firmeza la solución capaz de derrotar a tan potente adversario. Es la fuerza de la tierra, que utiliza su mejor arma: la intuición, el conocimiento superior de lo que puede tentar al tentador. No es un acto de violencia, sino de persuasión.

La solución de la viuda no es romper nada, ni siquiera quitar la vida del oponente. Encuentra una forma de salvación en la propia realidad, dándole sentido y orden. Pone botellas blancas de un lado y oscuras de otro. No las modifica ni las altera, sino que simplemente las agrupa, para hacer evidente lo que son. Con esta actitud y apelando al orgulloso poder del enamorado, logra que éste quede atrapado en una botella oscura.

Sirve reconocer que la actitud del diablo es ambivalente. Por un lado es la pasión ambiciosa, desordenada. Por otro, es alguien que queda encerrado en su lógica, cayendo en la trampa racional que le propone la viuda y siendo muy necio con lo que sabe, que no se puede hacer claro lo oscuro.

La sabiduría del pueblo huave, antigua y misteriosa, viene del conocimiento profundo del corazón humano. Por este motivo los sentimos tan cercanos a nuestras propias vidas. Los cuentos de los pueblos no hacen más que poner en evidencia lo que sucede en lo más profundo de nuestro interior. Muestran cómo, en un corazón pacífico y armonioso, las fuerzas de la intuición y de la vida son capaces de superar las dificultades y tentaciones.


La calle del laberinto
Ivonne Kennedy
(mexicana, nac. en 1971).

miércoles, 13 de febrero de 2013

LOS COMIENZOS DEL HOY


Los orígenes del hoy.
Mesa de Chamanes
Cultura Jama Coaque
(Ecuador, 400 aC - 1400 dC)

Los cuentos se sitúan fuera del tiempo histórico. A veces las situaciones que narran están cerca de la vida cotidiana, otras veces muy distantes . Con este método, logran transmitir una enseñanza o un simple ejemplo que cualquiera puede aplicar a la vida corriente.

Algunos cuentos hablan del origen de los seres humanos y de las cosas del universo, como si hubiesen sucedido hace mucho tiempo, incluso antes de la historia de la humanidad tal como la conocemos. En realidad, esto es una forma de expresión cuya única intención es hablar del presente. No hay ninguna pretensión de explicar cómo empezaron las cosas, sino de mostrar cómo son ahora.

Del mismo modo hay otro género de cuentos que nos habla de un futuro lejano, a veces catastrófico, otras veces de plenitud. En realidad nadie ha podido ir a espiar el futuro. Aunque hablan de lo que sucederá en otro tiempo, las enseñanzas son para el presente, para el tiempo actual.

La siguiente narración se enmarca en una de las características descriptas: los relatos que tratan de explicar cómo es la realidad actual a partir comienzo antes del tiempo.

La Creación de la Tierra y el Cielo

Fue el bondadoso Hacedor quien creó la tierra. Pero ésta, al principio, estaba completamente desnuda. Era necesario vestirla y la vistió con selva de árboles gigantes y plantas menores que iban a dar los más variados frutos.
Los Negros de Esmeraldas
Andrés Sánchez de Gallque
(ecuatoriano, s. XVI)

Entre las ramas altas silbaba el viento solitario, unas veces como bestia salvaje, otras como pájaro llorón, y otras al modo del zumbido de las moscas. Entonces el Hacedor dijo:
-¡Mi creación está todavía incompleta!... ¡Ahora corran cuadrúpedos y serpientes por el suelo! ¡Puéblense los árboles de pájaros cantores! ¡Vuelen y anden los insectos por donde quieran o puedan!
Y eso fue.

La tierra no estaba completa todavía. Algo más faltaba. Entonces el Hacedor subió a la copa del árbol más alto llevando en su diestra una hermosa jarra de oro. Con sus ojos divinos contempló su obra y notó que la flora inmensa se moría de sed.
-¡Sean los ríos y los lagos! –dijo. Y volcó su jarra llena de agua milagrosa sobre el suelo; y los ríos y los lagos fueron.

Faltaba algo más. De algún rincón secreto sacó una tela finísima de color azul, la echó hacia la altura y, sopla que sopla, la extendió en una comba infinita cubriendo la tierra con el cielo.
-¡Sobre este firmamento brillarán el Sol, la Luna y las estrellas, y cruzará el río Nayanza -agregó-, para que, cuando desborde, llueva en la tierra!
Y eso fue.

Pero faltaba algo más. Faltaba el hombre, pues el Hacedor no estaba satisfecho con las criaturas animales que creara. Eran incapaces de comprender las maravillas de su obra. Y así subió un día al cráter del volcán, llevándose una porción de barro del valle. Al borde de esa descomunal boca de la montaña, modeló un muñeco que parecía un hombre. Luego, en la gran hornilla del coloso prendió fuego y puso a cocer la figura antropomorfa, obteniendo lo que quería. Le bastó solamente el soplo de su alegría para que el muñeco sea el mismísimo hombre pleno de vida e inteligencia, a quien el Hacedor le regaló cuanto había creado antes, y además una compañera para que la raza propia se multiplique y pueble sus inmensos dominios.


Señales del relato.

Arcángel Gabriel
Isabel de Santiago
(ecuatoriana, 1660 - 1714)
El relato circula actualmente en varias comunidades aborígenes de América Central y en el norte de América del Sur. Es claramente sincrético, pues asimila distintas tradiciones que confluyeron en ese lugar. Esto muestra que muchos aspectos de las tradiciones van más allá de los grupos humanos en donde se originan. Las concepciones que se reflejan en los cuentos populares suelen tener valores reconocibles por otras comunidades humanas, y a veces alcanzan a ser universales.

El cuento referido tiene varios indicios que nos ayudan a entender cómo concibe la realidad presente. Tal como se dijo al comienzo, este tipo de relato apunta a que el interlocutor entienda cómo es el mundo en el cual vive. Así como el niño aprende de sus padres cómo obrar en su vida, en un proceso de muchos años, de la misma manera los grupos humanos aprenden, de sus maestros de sabiduría, cómo entender su entorno para poder vivir en él.

Lo primero que resulta de la lectura de cuento es que se considera que todas las cosas tienen un valor extraordinario, son sorprendentes y casi inexplicables. Esto abarca el firmamento, las plantas, los animales, los hombres, el viento y el agua, en todas sus formas. Para expresar esta admiración se atribuye la hechura de todas las cosas a un ser superior en bondad. Es importante notar que el relato no discute sobre la existencia de un ser divino, sino que viendo todo lo que hay no puede menos que concebir la presencia de alguien que ha realizado todo. El ser supremo es destacado en su bondad, más que en su poder.

Los beneficios del Hacedor son inmensos. Viste la tierra de plantas, acompaña al viento con los pájaros y los insectos, calma la sed de los vegetales con el agua, despliega el firmamento para los astros y le da un río para que llueva sobre la tierra. Cada acción del Hacedor es una enseñanza para nuestro tiempo. Las plantas son necesarias para la belleza de la tierra, hay que calmar su sed regándola todos los días, el ritmo de los astros permite ordenar nuestra vida y la lluvia es un beneficio para todos.

Composición Indigenista
Camilo Egas
(ecuatoriano, 1889-1962)
El relato también habla del hombre. Dice que nuestra característica principal es buscar comprender las maravillas, nuestra capacidad de asombro. Todo nos llama la atención, queremos siempre saber más, cada uno siguiendo sus propios intereses en el inmenso cosmos en el cual estamos viviendo.

Nosotros, los hombres de hoy, estamos hechos de barro, lo que nos une a la Tierra y nos da un sentimiento de pertenencia al universo. Somos de la misma materia de todas las cosas, por lo que no deberíamos sentirnos extraños en el universo, o totalmente distintos a las cosas que nos rodean. Por el contrario, estamos unidos al cosmos por origen, y también compartimos el mismo destino. La cocción en el horno del volcán es otra señal que el cuento nos da, para que logremos vencer el temor que nos producen los volcanes activos, y podamos comprender que la “cocina” de nuevos seres continúa.

Y lo que da vida a este muñeco es el soplo de alegría que nos brinda el bondadoso ser supremo. Nuestra vida es alegría, fuente y sentido de toda la existencia. Es lo que nos hace intuir la trascendencia de la vida diaria y nos ayuda a entender que si alguien, como el supremo Hacedor, crea todas las cosas y las sostiene, lo hace por bondad. La alegría nos hace comprender que la vida y todo movimiento en el universo es causado solamente por la bondad.  

Verticalidad en blanco y verde
Enrique Tábara
(ecuatoriano, n. en 1930)