jueves, 29 de diciembre de 2011

Predicciones 2012

El año nos envuelve como una gigantesca rueda.  Así como el anillo significa el compromiso de amor con otra persona, así el círculo del año significa el vínculo que tenemos con el tiempo. 

Los ciclos parecen repetirse.  Sin embargo, tenemos la experiencia de que nunca se reiteran.  Tienen una estructura parecida, pero su destino es siempre renovado.  Así como es distinto un egipcio que vivió en siglo X a.C. comparado con otro egipcio que haya vivido en el siglo XX d.C., del mismo modo nuestra vida será distinta en el 2012, comparada con la que veníamos experimentando hasta el 2011. 


Protegernos.

Las tradiciones nos recomiendan que nos encomendemos a la Divina Madre, ante los caminos que se nos revelan en nuestro destino.  Ella estará con su manto protector para que caminemos con confianza, entusiasmo y sin miedos por los senderos que se manifestarán día a día. 

Necesitamos de una fortaleza especial para transitar el año.  No tenemos mapa, los caminos no están diseñados.  Así dice el poeta Antonio Machado (español, 1875-1939):

“Caminante son tus huellas
El camino nada más;
caminante no hay camino
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.”

Denario con el busto
de Anna Perenna
82-81 a.C.
El nombre que la Divina Madre asume en este caso es de Anna Perenna. La leyenda que envuelve este nombre nos cuenta que en tiempos antiguos, habiéndose perdido por culpa de algunos que la querían vencer, se hunde en el río. Al tiempo, se da a conocer a los hombres habitando en el cauce del río, esa agua que fluye.  Nos recuerda la enseñanza del filósofo Heráclito (griego, 540-470 a.C.): “Nadie se baña en el río dos veces porque todo cambia en el río y en el que se baña”. La Divina Madre enseña que el ciclo anual es parecido, pero nunca igual.


Anna Perenna es uno de los nombres de la Divina Madre.  Cada persona ha sido dotada de la suficiente sensibilidad espiritual para encontrar el aspecto personal de su manifestación, el nombre propio mediante el cual invocarla.


Cómo interpretar el 2012.

Todo lo que ocurra durante el año 2012 tendrá un carácter marcadamente individual. Por eso es imposible describir en un breve texto lo que le sucederá a cada uno. Lo que se puede afirmar en general es que todos nos veremos afectados por los lineamientos de lo que ocurrirá, nadie puede sustraerse.  Y si pretendemos ir en contra de la corriente, nos arrastrará.

Se recomienda estar atentos.  Día a día revisar lo que va sucediendo y atisbar, a través de los símbolos de la realidad, lo que el destino le tiene preparado. Desde los tiempos primitivos, el ser humano se ha dedicado a esta contemplación de lo que pasa en su vida, buscando en la naturaleza las señales reveladoras. 
Drago
Xul Solar (argentino, 1887-1963)

Los primeros meses del año, hasta el 21 de marzo, es un tiempo oportuno para centrarse en lo humano.  Nos viene bien que haya vacaciones para la mayoría de la población.  Es el tiempo de las actividades espirituales de interrelación.  Lo mejor es dedicarse a la conversación abierta, al intercambio.  También es un tiempo propicio para el juego recreativo.  Pueden ser deportes, juegos de salón, juegos de mesa, tanto en el interior como al aire libre. 

En esta etapa del año habrá una gran valorización de la vida humana.  Pero hay que tener cuidado con los poderes oscuros, porque se van a aprovechar de la vulnerabilidad de este tiempo.  El optimismo de los primeros meses del 2012 estará amenazado por los que no respetan la dignidad de las personas y tratarán de sembrar inquietud para este lapso.  La recomendación es distraerse sin descuidarse.

Otra señal favorable en el comienzo del 2012 vendrá a través de los sueños, en los cuales vamos a resolver algunas cuestiones que no podemos enfrentar cuando estamos despiertos.  Por eso es bueno llevar un ritmo de actividades más tranquilo, para poder dedicar tiempo a dormir y a soñar.


Los meses siguientes.

En torno al 21 de marzo se producirá un profundo cambio de las relaciones con la realidad.  Lo exterior a nosotros, lo que no está en la intimidad de la vida familiar o de amigos, hará su irrupción y dominará durante seis meses la vida de las personas.  Es un exterior favorable, por eso a este tiempo se lo denomina la Puerta de los Dioses, entendiendo a éstos como benefactores y orientadores de la existencia.

Esta es la etapa del aprendizaje y de la labor.  Para poder atravesarla hará falta concentración en las actividades elegidas para la vida, y colaboración conciente con los seres vivos.  Será importante vigilar para tener espacios de silencio e introspección, pues habrá mucho estímulo para que salgamos de nosotros mismos y quedemos extrañados en una actividad externa y mecánica, costumbrista y sin rumbo.

Las características de esta etapa serán el esfuerzo por la búsqueda, la compasión y el peligro del delirio. 

La percepción de que nos falta algo, por ausencia o por no haber llegado a la plenitud, nos empuja a una constante búsqueda, para la cual estos meses son los más propicios.  Para favorecer esa búsqueda es valioso tener compasión, en el sentido de reconocerla en los demás y en el centro de la propia vida.  Implica paciencia, saber alentar a los demás en el momento oportuno, no dejarse vencer por la tensión que produce esta acción.
Purgatorio (detalle)
Modesto Bernardo (mexicano, n. en 1963)

El peligro es el delirio, entendido como la pérdida del rumbo y del sentido.  También es dejar de hacer camino, quedarse en el agobio que nos ha producido nuestro itinerario.  Si bien un remedio es la atención para cuidar los espacios de introspección y de silencio, lo indispensable es la compasión, entendiendo que esta actitud es compartir el mismo desafío: la elaboración del camino personal.


La otra puerta.

En el mes de septiembre, para la primavera, volverá a abrirse la Puerta de los Hombres.  Las características serán parecidas a las que se han mencionado para los primeros meses del año.  Su momento culminante será en torno al 21 de diciembre,  y junto a la profunda manifestación que se producirá en Nochebuena.

Es importante insistir en la interrelación como la característica que más será favorecida en esos finales del 2012.  La vinculación profunda y conciente entre los seres humanos será la señal de la presencia de una nueva época que intentará quedarse por mucho tiempo, bajo la protección de la Divina Madre. 

El desafío vendrá por el lado de los poderes de todo tipo que existen en nuestro mundo.  Ellos saben que la humanidad, cuando vive en un clima de más interrelación, tiende a descuidarse y a entregarse a un optimismo que puede ser falso.  Entonces intentarán aprovecharse para someter a la gente a sus planes, mediante acciones seductoras, edulcoradas y divertidas.  Si se ha prestado atención a la compasión durante el año, será muy fácil superar este gran obstáculo mediante la fortaleza comunitaria.

Una poesía de Ida Vitale (uruguaya, nacida en 1924) esboza la inmensidad de lo que nos espera en 2012.

Llamada viva

Ponerse al margen
asistir a un pan
cantar un himno

menoscabarse en vano
abrogar voluntades
refrendar cataclismos
Ida Vitale

acompañar la soledad
no negarse a las quimeras
remansarse en el tomado

ir de lo ceñido a lo vasto
desde lo opaco a la centella
de comisión al sueño libre

ofrecerse a lo parco del día
si morir una hora tras otra
volver a comenzar cada noche

volar de lo distinto a lo idéntico
admirar miradores y sótanos
infligirse penarse concernirse

estar en busca de alma diferida
preparar un milagro entre la sombra
y llamar vida a lo que sabe a muerte.

De "Reducción del infinito" 2002.


El año bisiesto.

El año 2012 es bisiesto, tiene 366 días, uno más que los corrientes.  Parece que este agregado corrige un error del cosmos, como un cuarto de día que sobra cada año, y que se vive en el bisiesto agregando el 29 de febrero.  Aparenta una falla en el tiempo.

Pero el significado es distinto.  Es una advertencia perfecta y sutil.  Nos habla de una eternidad que rompe la circularidad del tiempo y que está presente en cada momento de cada año, como una sobra que se manifestará claramente el 29 de febrero cada cuatro años.  Nos ayuda a entender que nadie se baña dos veces en el mismo río.  Sacude la monotonía de algo que se repite para que estemos atento a la novedad del destino de cada uno. 

En el 2012 estaremos sumergidos en el tiempo, atravesando dos puertas: la de los hombres y la de los Dioses.  O también podemos decir, caminando en el borde entre la eternidad y el tiempo.  



Meditación
Odilon Redon (francés, 1840-1916)


martes, 20 de diciembre de 2011

¡Que la inocencia te valga!

¿Qué te pasó, Adán?

Cuando pensamos en la inocencia perdida, nos acordamos de Adán, de su extravío y de su responsabilidad ante toda la humanidad. Después de aquella situación, nuestra vida parece instalada en la desconfianza y sin rumbo.

Es cierto que todavía reconocemos algo de esa inocencia en los niños, pero de una manera velada y transitoria.  Esto nos alivia, porque la inocencia es peligrosa, nos vuelve vulnerables, y esta condición hace que los niños queden expuestos a ser víctimas de cualquiera.  A pesar de todo, extrañamos la inocencia.

Dicen que Adán estaba muy bien el paraíso.  Se encontraba con Dios cuando quería, como amigos en el jardín. Vivía en paz con su mujer, admiraba la naturaleza y los días transcurrían tranquilos. 
El jardín de las delicias (detalle)
Jerónimo Bosch
(holandés, 1450-1516)

Un día se dio cuenta de algo que cambió su vida para siempre.  Hasta ese día, Adán conocía las cosas, las admiraba y les ponía nombre.  Si le faltaba algo, preguntaba y en seguida lo atendían.  Nadie le ocultaba nada.  En el paraíso había cosas sencillas y otras inmensas.  Adán no tenía miedo a nada, aunque siempre obraba con prudencia.  Entonces, ¿qué pasó?

Los textos sagrados cuentan los acontecimientos que ya hemos oído muchas veces.  El resultado de los mismos fue que Adán se dio cuenta de que era conocedor.  No solamente conocía las cosas, sino que tuvo conciencia que él era el que conocía a las cosas.  Sabía mucho, y al verse tan conocedor, se creyó importante. 

“Conocer que él era conocedor” lo hizo especial, distinto del resto de los seres.  Y esta conciencia de su conocimiento provocó que empezara a determinar “la verdad”, el “debería ser”, lo “mejor o peor”, lo “permitido o prohibido”.  Empezó a juzgar la realidad, a volverse un hombre de juicio.  Y sabemos, por propia experiencia, que un hombre demasiado juicioso, serio, ha perdido la alegría de la libertad.

La pérdida de la inocencia no está en saber, en conocer.  Tampoco está en saber mucho ni en aprender.  El drama está cuando creemos que nuestro saber es absoluto, que sabemos todo.  Y también el problema es grave cuando juzgamos absolutamente la realidad, decimos qué es lo bueno y qué es lo malo, y que estamos del lado de los buenos.


No se puede volver.

Ya no hay manera de recuperar la inocencia perdida.  Estamos sumergidos en el mundo de los conocedores.  Muchas veces nos pasa que entramos en discusiones sobre “quién tiene razón”.  Andamos buscando, días enteros, que es lo mejor o lo peor para nuestra vida, y para la de los demás.  Una parte de nuestra agenda diaria se determina a través de lo que está “permitido o prohibido”, sea en la vida cotidiana y más aún en la vida en sociedad.
La creación y la expulsion del Paraíso
Giovanni di Paolo
(Italiano, 1403-1482)

Si la vida humana fuese nada más que conocer y juzgar no estaría tan mal.  La dificultad está en que ese conocimiento y juicio nos lleva a hacer daño.  La violencia está arraigada en ese “saber que sé”, en ese ponerme en el centro de la escena.  La palabra “inocente” significa “el que no hace daño”.

Cuando se define una verdad de forma absoluta, cuando se divide a los seres humanos entre buenos y malos, cuando el único criterio de la acción es lo permitido o lo prohibido, entonces se instala la violencia, tanto física como psicológica.

Acá es cuando queremos volver al paraíso, pero no se puede.  Nos enojamos con Adán, pero él es solamente el hombre primordial, el hombre totalmente hombre, lo que significa que él es el símbolo de todos. No es que Adán hizo algo y luego todos los hombres pagan los platos rotos, sino que él hizo lo que nosotros hacemos.  Como un espejo, refleja lo que hacemos.

No se puede recuperar la inocencia perdida. Pero, ¿no habrá otra?


Esperanza de lo invisible.

Hay algunos que nos dicen que si obramos de tal o cual manera vamos a llegar a un nuevo paraíso.  No nos alcanza.  Esperar tiempo significa que muchos de los que hoy están vivos no lo van a experimentar.  Patear las cosas al futuro, pensando que todo va a ser cada vez mejor, es un pensamiento muy piadoso y consolador, pero no convence a nadie.

Busquemos hoy en lo invisible.  Nuestra realidad tiene siempre dos caras, lo que vemos y lo que no vemos.  Y en aquello que no vemos, hoy mismo, está ese lugar de la otra inocencia.

A lo invisible se lo reconoce con la aceptación de la condición humana como es ahora.  No se puede volver al paraíso a buscar la primera inocencia, ya está perdida.  Además, gracias a Dios, hay dos ángeles en la puerta que no nos van a dejar a entrar.
Adán
Hans Baldung Grien
(Alemán, 1484-1545)

Aceptar la condición humana como es ahora, es asombrarse.  Es mirar al sol como si fuese la primera vez, al amigo como la primera vez, es mirar las cosas de otra manera.  Es conocer espontáneamente, pero no juzgar ni calificar.

Si tenemos que juzgar, es intentar ser justo en el juicio, sabiendo que nuestra sentencia es precaria y provisoria.  Es aceptar que nuestras creencias y nuestras ideas no son definitivas ni absolutas, que siempre hay mucho más.  Tener fe es confiar que lo que nos mueve a hacer nuestras cosas es la felicidad.

La nueva inocencia está ya disponible.  No es fácil, pero ahí está, al alcance de la mano. 
Viene de lo invisible.  No hay que hacer nada.  Nace en nosotros desde un lugar invisible.  Tenemos que cuidarla en nuestro interior.  Este cuidado es la “no violencia”, una actividad inmensa.


El ejemplo del cantor.

Es una narración tomada del Matnawi, un libro con las enseñanzas de Yalal ad-Din Muhammad Rumi (persa, 1207-1273).  Nos acerca a la realidad invisible del presente.  Como muchos cuentos, la enseñanza está en las últimas palabras.  En el texto, las actitudes del protagonista tal vez se parezcan a las nuestras.

EL VIEJO MUSICO

En tiempos del califa Omar, había un viejo músico que amenizaba las reuniones de hombres de buen gusto. Con su hermosa voz, incluso al ruiseñor embriagaba. 

Pero pasaba el tiempo y el halcón de su alma se transformaba en mosquito. Su espalda se curvaba como la pared de una cántara. Su voz, que en otros tiempos acariciaba las almas, empezaba a arañarlas y a aburrir a todo el mundo. ¿Hay en esta tierra alguna mujer hermosa que no haya sufrido al deteriorarse su belleza?¿Hay algún techo que no haya terminado por venirse abajo?

Así cayó nuestro hombre en la penuria y hasta el pan llegó a faltarle. Un día, dijo:

"¡Oh, Señor! Me has concedido una larga vida y me has colmado de tus favores. Durante setenta años, no he dejado de rebelarme contra ti, pero tú siempre me has ofrecido con qué subsistir. Hoy, ya no gano nada y soy huésped tuyo. Por tanto, cantaré y lloraré por ti."

Tomó el camino del cementerio. Allí tocó el laúd y cantó, vertiendo amargas lágrimas. Luego, el sueño se apoderó de él y, tomando su instrumento como almohada, se durmió. Su cuerpo quedó liberado de las vicisitudes de este mundo. Era tan feliz en su sueño que se decía:

"¡Ah! ¡Si pudiera quedarme aquí eternamente!"

Pues bien, en aquel mismo instante, el sueño se apoderó también de Omar, el califa del Islam, que se dijo:

"No es desde luego hora de dormir, pero acaso haya una razón para esto."

Entonces, una voz de lo Desconocido se dirigió a él y le dijo:

"¡Oh, Omar! ¡Ve a socorrer a uno de mis servidores! Ese pobre está en este momento en el cementerio. Ve a darle setecientos dinares. Y dile que recobre el reposo del corazón. Ruégale que acepte esta suma y que vuelva a verte cuando se haya agotado."

Al despertar, Omar puso la suma indicada en una bolsa y se trasladó al cementerio. Al no encontrar allí sino a un anciano dormido, se dijo:

"Dios me ha hablado de un hombre puro, de un elegido. No puede ser este viejo músico."

Y, como un león cazando, dio varias veces la vuelta al cementerio. Viendo que no había nadie, aparte el anciano, se dijo:

"Hay corazones iluminados en los más olvidados rincones."

Se acercó al músico y tosió para despertarlo.

El músico, al ver ante él al califa del Islam, quedó atemorizado y se puso a temblar pero Omar le dijo:

"¡Oh, anciano! No tengas miedo. Te traigo una buena noticia de parte de Dios. Él te ha considerado digno de sus favores. Aquí hay algún dinero. Gástalo y vuelve a verme."

A estas palabras, el anciano se puso a llorar y, tirando su instrumento al suelo, lo rompió diciendo:

"¡Tú eras el velo entre Dios y yo!"

Omar le dijo:

"Son tus lágrimas las que te han despertado. Es bueno recordar el pasado. Pero para ti, en adelante, el pasado y el futuro son velos. Tú te has arrepentido de tu pasado y debes ahora arrepentirte de tu arrepentimiento."

El viejo jardinero
Paul Cézanne (francés, 1839-1906)

viernes, 9 de diciembre de 2011

La piedra llamativa

El poeta Carlos Drummond de Andrade (brasileño, 1902-1987), siendo muy joven, publicó un poema en una revista de su país, que provocó burlas y adhesiones, una controversia que duró mucho tiempo y que se convirtió en una acción fundacional de la literatura de ese país.  Este es uno de los más importantes escritores de Brasil.

Carlos Drummond de Andrade
Drummond de Andrade se había recibido de farmacéutico, pero se dedicó al periodismo y ocupó cargos públicos gran parte de su vida. Autor de una amplia obra literaria que abarcó también el cuento, la crónica y la novela, publicó en 1930 su primer trabajo poético bajo el nombre de "Alguma poesia", seguido entre otros de  "Sentimento do Mundo" en 1940, "Dopo A rosa do povo"  en 1945, y "Viola de Bolso" en 1955. Posteriormente exploró el verso experimental y la sátira con "Boitempo" en 1968, y su propia biografía en 1985.

Su poesía es muy cercana al lenguaje de la gente, que fue una de sus preocupaciones mayores.  Tenía un gran conocimiento de su lengua, lo que le daba la posibilidad de usar imágenes muy profundas y que todos entendían.

En el año 1928 publica "No meio do camino".  El texto es muy simple, en el cual se pone de manifiesto una capacidad que tenemos todos los seres humanos: la atención.  Se transcribe la versión final del autor, años después de la primera publicación.


En mitad del camino había una piedra...

En mitad del camino había una piedra
había una piedra en la mitad del camino
había una piedra
en la mitad del camino había una piedra.

Nunca olvidaré la ocasión
nunca tanto tiempo como mis ojos cansados permanezcan abiertos.

Nunca olvidaré que en la mitad del camino
había una piedra
había una piedra en la mitad del camino
en la mitad del camino había una piedra.

(Versión de Rafael Díaz Borbón)


                Fue calificado como: bufonada, poema chistoso, poema futurista, marca indeleble de una fase de locura de la poesía brasileña, el poema más característico de nuestra época prosaica y tan agitada, mensaje tan simple e impresionante, poema formidable y estupendo, el poema que todos nosotros quisiéramos haber escrito, la mejor cosa del mundo, etc.

            El autor, tiempo después, dijo que intentó dar la sensación de monotonía y chatura, empezando por las palabras.  Junto a esta intención explícita, se encuentra la de llamar la atención sobre una cosa simple en un lugar cotidiano: una piedra en medio del camino.  Es la provocación a prestar atención, a no perderse en razonamientos ni ensoñaciones.  


Estados mentales de la vida diaria.

            Para la actividad cotidiana usamos la concentración, una herramienta que se enseña en el hogar y es el principal objeto de la educación. Combina análisis, introspección, deducción, inducción y demás componentes del pensamiento. Es una herencia cultural importante y sin ella, lo que denominamos “convivencia civilizada” sería imposible.

Niños con trompos
Cándido Portinari
(brasileño, 1903-1962)
            Esta herramienta es la que usamos en el trabajo, y es la que provoca la mayor tensión, capaz de llevarnos al extremo del estrés.  Por eso, cuando dejamos nuestra labor diaria, sentimos un gran cansancio y buscamos el estado mental alternativo: la distensión.

            Para esta nueva situación mental usamos recursos que están afuera de nosotros.  Sea en medios de comunicación, en la práctica de algún deporte, o en actividades placenteras, tratamos de salir del campo de atracción de la concentración. No es fácil hacerlo, pues la concentración se cuela en conversaciones o en pensamientos, y nos da la sensación de estar atrapados en nuestra actividad principal.

            Concentración y distensión son dos aspectos que nos vienen del exterior, sea como educación o como entretenimiento.  Pero hay un recurso que está en nuestro interior, que se presenta desde nuestro nacimiento: la atención.

            Es como un estado de alerta en el cual nos movemos sin vacilar, sabiendo exactamente lo que tenemos que hacer, sin ninguna clase de formulación mental.  Se parece a la intuición de los niños, que desconfían de un adulto, por ejemplo, porque perciben una mala cualidad, aunque no saben expresarlo. 

            La atención nos lleva a esa situación de libertad, sin condicionamientos de concentración ni de dispersión, a la captación de la plenitud, sin pensarlo.  La atención atraviesa los otros dos estados mentales, y nos ayuda para que no quedemos atrapados en la adicción al trabajo o en el consumismo del entretenimiento.


Sin mucha explicación.

            La enseñanza tradicional nos muestra que todos tenemos la potencia de la atención, pero explica muy poco de cómo alcanzarla.  En realidad, no hay nada que conquistar, pues la atención ya está en nosotros.  Más que adquirirla, lo que hay que evitar es que la tape el exceso de concentración o de dispersión.

Un día un hombre del pueblo se acercó a Ikkyu, un maestro, pidiéndole consejo:

-Maestro –le dijo-, ¿podría indicarme qué debo hacer para llegar a la máxima sabiduría?

Ikkyu, usando el bastón, escribió sobre la arena: “Atención”.

- ¡Pero eso ya lo hago!- exclamó el hombre -¿Qué más puedo hacer?

Entonces Ikkyu escribió: “Atención. Atención.”

- Maestro –replicó el aldeano-, no veo demasiada profundidad en su enseñanza.

Ikkyu, imperturbable, escribió a continuación: “Atención. Atención. Atención.”

Ya irritado, el hombre exigió:

- ¿Se puede saber, después de todo, qué significa “atención”?

Ikkyu respondió amablemente:
Flautista
Cándido Portinari
(brasileño, 1903-1962)

- Atención quiere decir atención.


            La atención es una tensión constante hacia la realidad completa, aún en sus mínimos detalles.  A diferencia de la concentración y la distracción, no obra sobre una parte de la realidad, la que nos interesa por trabajo o estudio, o la que nos divierte en el descanso, sino que nos mantiene en alerta ante la existencia y sus manifestaciones, y nos hace ver el universo en una cosa, un mundo en una piedra.

            Los que se burlaban del citado poema de Drummond de Andrade decían que a partir de allí cualquier cosa podía ser objeto de poesía, como por ejemplo, una cáscara de banana tirada en medio del camino.  Tenían razón, no en su burla, sino en el horizonte infinito que la auténtica atención abre al hombre.  Es camino de sabiduría.


Fábula campera.

Godofredo Daireaux (1839-1916) fue un francés que se estableció en Argentina.  Desarrolló una obra literaria, tomando valores de la tierra que lo recibió.  Entre sus libros está “Fabulas Argentinas”, de las cuales tomamos la siguiente. 

Se trata de “El perro fiel”.  Es un buen ejemplo de atención, que nos hace obrar con precisión, sin ningún razonamiento.

Godofredo Daireaux
Un perro llevaba en una canasta, para la casa de su amo, un buen pedazo de carne.
Por el camino encontró a su pariente el cimarrón, quien entabló con él conversación amistosa. No comía todos los días el pobre, y de buena gana hubiera mascado un poco de lo que llevaba el perro. Hacía mil indirectas; ofrecía sus servicios para cualquiera oportunidad; proponía ciertos cambiazos muy ventajosos, según él, enumerando con énfasis las varias reses que decía tener guardadas.

-Dame la canasta -decía al perro-; te la voy a llevar hasta casa, y allí verás cosa buena. Podrás elegir a tu gusto la presa que más te parezca debe ser del agrado de tu amo, a quien tanto deseo conocer, y así se la ofreces de mi parte.

El perro, sin desprender los dientes, medio le contestó que no tenía tiempo, que dispensara, y para evitar compromisos, se apretó el gorro.

Algo más lejos, dio con un puma flaco, hecho feroz por el hambre.

El perro, en otra ocasión hubiera disparado; pero el deber lo hizo valiente. Puso en el suelo la canasta, enseñó los colmillos y esperó el ataque. El puma se abalanzó más a la canasta que al enemigo, pero antes que la pudiera agarrar, el perro lo cazó de la garganta y lo sacudió de tal modo que se volvió el otro para los montes, sin pedir el vuelto.

Trotando, seguía el perro con la canasta, cuando se vio rodeado, sin saber cómo, por cuatro zorros. Se paró; se pararon ellos. Volvió a caminar; se volvieron a mover: pero como se le venían acercando mucho, y que si soltaba la canasta un solo rato, para castigar a alguno de ellos, los otros aprovecharían la bolada, optó por quedarse al pie de un árbol, y esperar con paciencia que le vinieran a ayudar. Pasaban las horas; los zorros no se atrevían a atacarlo, pero, pacientes, espiaban un descuido del fiel guardián. Ni pestañeó siquiera, y cuando lo atormentó el hambre, no se quiso acordar de lo que llevaba, pues era ajeno.

Al fin, vino el amo, inquieto, buscándolo. Dispararon los zorros; el perro fue acariciado como bueno.

Pues había sabido tener, para conservar, más astucia que el astuto para adquirir, más fuerza que el fuerte, más paciencia que el paciente.


Profeta
Cándido Portinari
(brasileño, 1903-1962)

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Una manzana desplegada

Para explicar una cosa, el ser humano tiene que usar expresiones que vayan aclarando los distintos aspectos de eso que está contando.  Es decir, empieza a decir las características del objeto, su color, su forma, en dónde está, cuándo lo encontró, o algunas otros aspectos más hasta dejar claro lo que quiere decir.
El cuarto de escuchar
René Magritte
(belga, 1898-1967)

Pensemos en la siguiente situación.  Juana visita a María en su casa.  María le ofrece a su amiga comer una manzana.  Saca de la heladera una manzana y, luego de pelarla, la corta y le brinda un pedazo a su amiga. 

Ya tenemos las primeras características de la manzana, que la distingue de las millones que están en el mundo en ese momento.  Es una manzana que está en casa de María, y específicamente en su heladera. Ahora es una manzana pelada y cortada, y un pedazo está en posesión de Juana.

Juana prueba la manzana.  Está deliciosa.  Le pregunta a su amiga dónde la consiguió. María le cuenta que la fruta hace honor a su nombre: manzana deliciosa, que son las rojas, distintas de las manzanas verdes que las come de otra manera.  Cuenta que la compró en una verdulería, que está en “tal calle, acá a la vuelta”.  Que la compró hace dos días, y la guardó en la heladera.

Nuevas características: la manzana está muy rica, es distinta de las manzanas verdes, la vendieron en una verdulería cerca de la casa de su amiga.  Lleva dos días en la casa de María y está fresca, pues María la acaba de sacar de la heladera.

Así podríamos seguir un largo tiempo, mostrando distintos aspectos de la manzana.  Normalmente no lo hacemos porque nos resulta una tarea con poco sentido. Muchas veces hacemos todo esto sin darnos cuenta, pues nuestro pensamiento es veloz y complejo, y entiende rápido, casi sin argumentar.

Lo dicho nos sirve para descubrir algo de la vida presente.


Los pliegues.

Las características de la manzana, como las correspondientes a cada persona o cosa, las podemos llamar pliegues.  Son elementos que están “adentro” de las cosas o las personas, y las nombramos para explicar las cosas.

Explicar viene del latín “ex–plicare”, formado por el prefijo “ex” que significa “de, desde”, y la expresión “plicare”, que significa “pliego”.  Sería la acción de desplegar o desenvolver. Etimológicamente viene a significar el hecho de 'desplegar' lo que estaba doblado (plegado, implicado) y oculto en su interior, haciendo comprensible lo que en un primer momento no lo sería.

El hijo del hombre
René Magritte
(belga, 1898-1967)
Esta etimología nos sirve para entender otras palabras.  “Implicar”, significa agregar pliegues o poner en el pliegue, “complicar” es hacer muchos pliegues, “desplegar” es deshacer el pliegue, “complejo” que tiene pliegues.


¡Obvio!

Hay algunas cosas que son inexplicables.  Esto significa que son sencillas, totalmente accesibles, porque no tienen pliegues.  Estas cosas se manifiestan tan claramente, que no necesitan ninguna explicación.

Que algo sea inexplicable, no significa que sea irracional.  En estos casos, lo único que podemos hacer es que las cosas sean razonables.  Es un acercamiento respetuoso a las cosas o personas inexplicables.  Como ejemplo simple, pensemos en un científico que se acerca a los átomos, que no se ven, a través de afirmaciones razonables que nos permitan entender lo que quiere mostrar.

Lo inexplicable tampoco es oculto, secreto.  Por el contrario, es tan evidente y claro, que no hace falta ser explicado.  Y si intento explicarlo, le agrego una complejidad que no tiene.

Entre nosotros se ha puesto de moda la expresión “obvio”.  El sentido con que lo utilizamos, es para decir que algo es “evidente, claro”.  Originalmente se aplicaba a lo que “sale al encuentro”, o lo que está “al alcance de la mano”.  En varios sentidos, algunas cosas inexplicables son obvias.


¿Para aclarar?

Para acercarnos algo a lo inexplicable, usemos de un cuento chino.  En aquella región, desde la antigüedad, han recurrido a relatos muy sencillos, casi mágicos, para ayudar a las personas a entender lo obvio de la vida.  Leamos el cuento, y descubriremos algo inexplicable que da sentido a la vida de esas personas, como a cualquier otra persona, viva donde viva.

El Reencuentro

El honorable ChangYi, mandarín de Hou-Nan tenía una hija de nombre Chien-Yang. Ésta tenía un primo, Wang-Chou, un joven con garbo e inteligencia con el que se habían criado juntos. El honorable Chang-Yi, que quería mucho al joven, hizo público que lo aceptaría por yerno. Chien-Yang y Wang-Chow oyeron la promesa; el ser ella hija única y pasar juntos la mayor parte del día determinó que un amor mutuo floreciera. Desgraciadamente Chang-Yi, muy absorto a causa de su trabajo, olvidó lo que había dicho y ni siquiera advirtió ese amor, por lo que concedió la mano de su hija a otro mandarín, traicionando su anterior promesa.

El viento en el pino
Ma Lin
(chino, mediados del s. 13)
ChiengYang, destrozada por el amor y por la compasión filial, casi muere de pena por esa injusta decisión de su padre. Wang-Chou en cambio, furioso, resolvió irse del país; sería insoportable ver a la joven a quien amaba casada con otro. Buscó un pretexto cualquiera para irse a la capital. Cuando su tío comprendió que era imposible inducirlo a quedarse le ofreció dinero y regalos, y organizó una fiesta para despedirlo.

Wang-Chow, al que no le fue posible dejar de pensar en su desdicha en el transcurso de toda la fiesta, aceleró su partida y se resignó a olvidar a su amada.

Se embarcó con ese propósito esa misma noche, pero vencido por el cansancio amarró la embarcación y se dispuso a dormir. No le fue fácil de todas formas conciliar el sueño, y cerca de medianoche oyó unas pisadas que se le aproximaban. Se levantó de golpe y preguntó:

-¿Quién está ahí?

-Soy yo, le respondió ChiengYang con voz trémula.

Sorprendido, la hizo entrar en su camarote, Ella le manifestó el deseo de ser su mujer y repudió que su padre hubiera sido injusto con ellos. No aceptando esa obligada separación había decidido ir en su busca. Sabía que provocaba la reprobación de la gente y la ira de su padre, pero había venido para seguirlo adónde él quisiera ir.

Fueron entonces hacia la capital y vivieron en felicidad durante siete años. El nacimiento de dos hermosos hijos coronó su dicha. A pesar de ellos, ésta no era completa; ChiengYang pensaba todos los días en su padre, una única pero pesada nube en su felicidad. Como nada sabía de él temía que hubiera muerto. Una noche le comunicó a Wang-Chou su congoja, al ser hija única se sentía llena de culpa. Wang-Chou la entendió y le dijo:

-Han pasado siete años y considero que ya no estarán enojados con nosotros; creo que es hora de regresar a casa de tu padre con nuestros hijos.

Al arribar a su ciudad natal, Wang-Chou le dijo a ChienYang:

-No sé en qué estado de ánimo hallaremos a tu padre; me adelantaré yo para averiguarlo.

La cercanía a la casa hizo que latiera su corazón con fuerza. Sin embargo, cuando se encontró frente a su suegro se arrodilló y le pidió perdón. Chang-Yi lo observó sorprendido y le dijo:

-¿Qué cosa estás diciendo? ChiengYang está en cama, sin conocimiento, desde hace siete años, y no ha salido de ella ni una sola vez.

-No te miento, le respondió Wang-Chou; tu hija está perfectamente sana y nos espera a bordo.

Chang-Yi estaba desconcertado y envió a dos doncellas a ver a ChienYang. Éstas testimoniaron que ella estaba en el barco, más bella y alegre que nunca, jugando con sus dos hijos. Sin poder creerlo volvieron a tratar de explicárselo a su amo.

Entre tanto, ChienYang que había oído las noticias se despertó de su largo sueño. Se acicaló ante el espejo, y sonriendo fue silenciosamente hacia la embarcación. La ChienYang que se encontraba a bordo se dirigía a su vez hacia la casa, por lo que ambas se cruzaron a medio camino. Se abrazaron, y en ese acto los dos cuerpos se confundieron en uno y sólo quedó una bella y sonriente ChienYang.

Cuarenta años o más, ChienYang y Wang-Chou vivieron en felicidad.

Bellezas usando flores
Chou Fang
(chino, fines del siglo VIII)

miércoles, 23 de noviembre de 2011

CORAZÓN DE MI VIDA

Letanías del corazón.

Una forma religiosa muy antigua de pedir ayuda al Cielo es hacer una larga repetición de invocaciones, sean de nombres o de atributos divinos.  En general se hacía con un mediador en el centro y un grupo de gente que repite cada invocación, como un eco coral.

Corazón
Jakob Böhme (alemán, 1575-1624)
Aparentemente es muy aburrido, tanto que se ha aplicado el nombre de letanía a lo que una persona repite incansablemente, molestando a los demás.  Pero, pensándolo bien, cada invocación es un mundo que se abre.  Por ejemplo, cuando se invoca a la Madre de Dios, se le dice: “Casa de David”, “Puerta del Cielo” o “Torre de Marfil”.  Si alguien se aburre con semejantes invocaciones, es porque no tiene ni pizca de imaginación.  En muchas religiones, las letanías no solamente se usaban para rogar, sino también para alcanzar estados hipnóticos, lejos del aburrimiento cotidiano.

Para el tema que nos ocupa, la idea es hacer un listado de expresiones en torno al corazón, que fueron elegidas al azar de textos dispersos.  Que el lector encuentre, en su propia imaginación, el sentido de cada una de las ideas listadas.  Haciéndolo despacio veremos manifestarse en nuestro interior, aunque sea confusamente, el inmenso horizonte de los significados de este símbolo.

Noble corazón

Gran corazón

Corazón cerrado

Corazón, instrumento de muchas cuerdas

Corazón niño

Corazón caliente

Querer de corazón

Palabra del corazón

Corazón purificado

Corazón de razones

Corazón de deseos

Corazón vidente

Corazón gozoso

Corazón cansado

Corazón fecundo

Corazón bueno

Corazón humano

Corazón en paz

Corazones duros

Corazón feliz

Corazón que siente

Corazón libre

Corazón, comienzo y fin de la vida

Corazón burgués

Corazón delator

Corazón hispano

Corazón académico

Corazón encendido

Corazón buscador

Corazón abierto

Corazón sin mancha

Corazón salvaje

Corazón taurino

Corazón verde

Corazón negro

Corazón coraza

Corazón de oro

Corazón roto


En la música popular.

El símbolo del corazón recorre casi todos los ámbitos de la vida humana.  Desde los aspectos biológicos, que tienen mucha importancia médica en nuestra civilización, hasta las intuiciones del arte o la mística de las religiones, encontramos esta señal con sus múltiples significados.

En el impreciso rubro de música popular, las referencias desbordarían cualquier enumeración que pretendiésemos hacer.  En cualquier cultura que elijamos, nos encontraríamos con los mismos resultados.  Y si quisiéramos escaparnos al pasado, en las civilizaciones más primitivas ya aparece el corazón, espléndido en su centro.

Vamos a recorrer otra breve letanía, esta vez de títulos de tangos.  No se han puesto los autores, para que el recorrido sea ligero.

Araca, corazón
Pesaje del Corazón
(Libro de los Muertos)
Hunefer (escriba egipcio, ca. 1280 a.C)

Al compás del corazón

Adios Corazón

Corazón, no le hagas caso

Junto a tu corazón

Dónde estás, corazón

Nada más que un corazón

Corazón de papel

Corazón encadenado

Si no me engaña el corazón

Tu corazón

Corazón cobarde

Todo corazón

Corazón de arrabal

Corazón de indio

La melodía del corazón

Tiro libre al corazón


En el año 1998 se crea la banda de rock Fito & Fitipaldis, a partir de una reunión en un bar de Bilbao entre Adolfo Cabrales (“Fito”, español, n. en 1966) y algunos músicos que casualmente se encontraban esa noche en el lugar.  Como muchas bandas de todo el mundo, que logran reunir multitudes de jóvenes en sus recitales, responden a la imaginería juvenil, sus historias, descubrimientos, afirmaciones y modos de plantear la experiencia de la existencia.

Veamos en la letra de “Corazón oxidado”, cómo se expresa una letanía del corazón.

Y mi pobre corazón de hierro
Separación
Edvard Munch (noruego, 1863-1944)
Se me fue oxidando con las penas
Este tengo sueño y no me duermo
Este fuego que ya no calienta
Todo lo que canto es tan estéril
Todas las canciones son la misma
Muy pocas personas, demasiada gente
Diferente sangre de una misma herida

Mi pobre corazón oxidado
Mi pobre corazón encogido
Mi pobre corazón todo el daño
Mi pobre corazón todo lo bueno vivido
Mi pobre corazón lo más malo
Mi pobre corazón lo divino, lo valiente, lo cobarde, lo esperado, mi virtud y mi defecto, mi barranco y mi camino
Mi pobre corazón no importa que sea pequeño
Mi pobre corazón siempre te echa de menos
Mi pobre corazón que no le caben ya las penas
Siempre que me duele me lo llevo de verbena
Mi pobre corazón que me mantiene con vida
Mi pobre corazón siempre la luz encendida
Mi pobre corazón que a veces quiere salir
Mi pobre corazón que está enganchado
Mi pobre corazón en directo
Mi pobre corazón en domingo
Mi pobre corazón en pelotas
Mi pobre corazón en Fa sostenido
Y mi pobre corazón se me fue oxidando
Y mi pobre corazón no ves que siempre está llorando.


A los saltos en el centro.

Dos son las experiencias que han permitido la formación de la palabra “corazón”.  La primera es su ubicación en el ser humano, ocupando el centro del pecho.  De allí que, cuando se quiere significar el centro vital de cualquier cosa, se hable del “corazón de la cosa”.

Nuestros antepasados percibieron, al igual que nosotros, que nuestro centro no está quieto, sino que va a los saltos y, a veces, a sobresaltos.  Cualquier emoción produce una aceleración del ritmo cardíaco.  Sea en estado de latido normal, como en el  alterado, la experiencia fue descripta como el salto de una gacela.

De una raíz indoeuropea apareció en griego el término trascripto como kardía, y de allí en latín el sustantivo “cor”.  Así llegamos al castellano corazón, al francés coeur, al portugués coração y al italiano cuore.

Por otro lado, en inglés se dice heart, en alemán Herz, que vienen de un término sánscrito hrid, que fue el que dio origen a la raíz indoeuropea mencionada.  En ambos grupos de lenguas se mezclan las experiencias de salto y centro.


Que hablen los poetas.

Libre Albedrío
Hilma af Klint (sueca, 1862-1944)
Los poetas nos ayudan a entrar en el inmenso mundo de la propia vida, para que podamos vislumbrar los ejes de nuestro actuar y el centro de nuestras decisiones.  Cuando leamos sus escritos, junto a las sensaciones que podamos sentir, sepamos admirar nuestro interior, capaz de percibir la belleza en tantas voces distintas.

El horizonte simbólico del corazón es inconmensurable.  Esta vez tomemos algunos testimonios que nos sirvan de orientación en el paisaje.

Luis de Camoens (1524-1579) ilustre poeta portugués, uno de los más grandes de esa lengua. Vivió 16 años en Oriente (India y China) en donde elaboró sus mejores obras. Hay mucho del amor cortesano en su poesía.

Vos tenéis mi corazón

Mi corazón me han robado;
y Amor viendo mis enojos,
me dijo: "Fuete llevado
por los más hermosos ojos
que desque vivo he mirado.
Gracias sobrenaturales
te lo tienen en prisión".
Y si Amor tiene razón,
señora, por las señales,
vos tenéis mi corazón.


Omar Khayyam (Iraní, 1050-1122) fue un matemático, poeta y astrónomo persa.  En su poema más famoso, Rubaiyat, nos invita a sacarnos de encima dogmas y doctrinas para aprovechar los valores tangibles de la naturaleza y la vida presente.

 Corazón

Más que cien Kaabas hechas de agua y tierra
vale en la vida un noble corazón;
en los países del mañana aferra
cuantos puedas al propio corazón,
y en las tierras del hoy, de un puro amigo
adhiérete por siempre al corazón.

Deja ya de la Kaaba el falso abrigo,
y corre al mundo en pos de un corazón.


Uno de los más encantadores y persuasivos escritores latinoamericanos es José Martí (cubano, 1853-1895). La misma pasión que volcó en su obra literaria, la puso al servicio de la liberación de su Patria.
José Martí 

Cultivo una rosa blanca...

Cultivo una rosa blanca,
En julio como en enero,
Para el amigo sincero
Que me da su mano franca. 

Y para el cruel que me arranca
El corazón con que vivo,
Cardo ni ortiga cultivo:
Cultivo la rosa blanca.


Gabriela Mistral fue el seudónimo, y también nombre cotidiano, que usó Lucila Godoy (chilena, 1889-1957).  En su poesía se destaca la ausencia de retórica y el gusto por el lenguaje coloquial.

Creo en mi corazón, ramo de aromas...

Creo en mi corazón, ramo de aromas
que mi Señor como una fronda agita,
perfumando de amor toda la vida
Gabriela Mistral
y haciéndola bendita.

Creo en mi corazón, el que no pide
nada porque es capaz del sumo ensueño
y abraza en el ensueño lo creado:
¡inmenso dueño!

Creo en mi corazón, que cuando canta
hunde en el Dios profundo el franco herido,
para subir de la piscina viva
recién nacido.

Creo en mi corazón, el que tremola
porque lo hizo el que turbó los mares,
y en el que da la Vida orquestaciones
como de pleamares.

Creo en mi corazón, el que yo exprimo
para teñir el lienzo de la vida
de rojez o palor y que le ha hecho
veste encendida.

Creo en mi corazón, el que en la siembra
por el surco sin fin fue acrecentando.
Creo en mi corazón, siempre vertido,
pero nunca vaciado.

Creo en mi corazón, en que el gusano
no ha de morder, pues mellará a la muerte;
creo en mi corazón, el reclinado
en el pecho de Dios terrible y fuerte.


Corazón
Jim Dine (norteamericano, nacido en 1935).



miércoles, 16 de noviembre de 2011

Calcular y especular

Una vez que mencionamos números, dos acciones relacionadas se manifiestan: calcular y especular.

El término “calcular” viene de “calculus”, que es un guijarro, una piedra pequeña y lisa.  Con esto se le enseñaba a contar a los niños en la antigua Roma, de allí que la palabra se refiriera a operaciones matemáticas.  En el latín clásico, para estas operaciones se usaba el término “computare”, de donde viene la palabra “computadora”.
Ábaco romano,
entre el siglo II y V d.C.

Además, el origen de la palabra “calcular” nos remonta a tiempos más primitivos, cuando las personas empezaron a contar el ganado.  Pensemos en los primeros animales domesticados, que según los estudiosos, fueron las ovejas. 

Por aquellos tiempos andaban los pastores con sus animales.  Para contarlos usaban los dedos de las manos.  Mientras tuviesen diez o menos ovejas, no había ningún problema.  Las cosas se complicaban cuando el ganado aumentaba y superaba varias veces el número diez.  A algunos se les ocurrió representar diez ovejas con una piedrita, por lo que les quedaban las manos libres para otras diez, y así hasta completar la suma del rebaño.  Así podían contar sus animales, y llevar la cuenta en una bolsa pequeña con piedras.

De esta manera, surgieron dos hechos admirables.  El primero, la posibilidad de contar con la base de diez y los múltiplos, un rudimentario sistema decimal, basado en la anatomía propia del ser humano.  Podemos preguntarnos por qué usaron solamente las manos.  En regiones en donde podían estar descalzos constantemente gracias a un clima más benigno, se usaba como base el veinte, o el número cinco de una sola mano, o un solo pie, como sucedió entre los aztecas.

Tabla de calculo de madera,
Europa, 1700-1800.
El segundo aspecto admirable fue el de la representación.  Una piedra pequeña representaba diez ovejas, o diez cosas, cualesquiera que fuesen, desde hormigas hasta elefantes, desde plantas de flores hasta árboles.  Desde estas formas simples, hasta las complejas y sutiles representaciones de nuestros días, nos muestran el largo camino de la civilización.

Este camino no fue fácil.  Recién a fines del siglo XIX se inició una alfabetización general, que consistía fundamentalmente en enseñar a contar y a escribir.  En cambio, los sistemas de representación se desarrollaron con mucha rapidez, con todos sus valores y sus inutilidades, que exigen una profunda especulación.


Especular sobre las cosas.

El verbo “especular” se basa en el latín “specio”, que significa mirar.  Este último viene de una raíz indoeuropea, “spek”, que está en palabras como: inspector, aspecto, escéptico. 

Mesa de cálculo,
Salzburgo.
Si seguimos el origen latino, vamos a ver que “specio” derivó en dos vertientes.  En una se convierte en “speculum”, un instrumento, que significa “espejo”.  Por eso podemos decir que “especular” es como mirarse en un espejo.  Como adjetivo, el término “especular” es todo lo relativo al espejo.

La otra vertiente es la de la acción, “speculari”, que significa “mirar desde arriba, desde un atalaya, observar” y más tarde también implicó “espiar”.  Aquí la palabra “especular” se parece más a la contemplación y a importantes operaciones intelectuales.

De esta última vertiente se deriva, recién en el siglo XVIII, la noción de “especular” como el logro de ganancias rápidas en transacciones comerciales.  Es comprar un bien cuyo precio se espera que va a subir a corto plazo con el único fin de venderlo oportunamente y obtener un beneficio. 

Nuevamente se presentan el cálculo y los números.  En este caso, el de la especulación comercial, derrotan al simple mirar desde el atalaya, o al juego de los espejos que nos llevan a la noción de infinito, como cuando ponemos dos espejos enfrentados levemente inclinados y van a producir el efecto óptico del la reproducción de la imagen incontables veces.


Bien de números.

Tomamos un cuento de Nasrudín.  Es un personaje mítico de la tradición popular mística, una especie de antihéroe del Islam, cuyas historias sirven para ilustrar o introducir las enseñanzas de los sabios.  Se lo ubica en la Península de Anatolia en una época indeterminada entre los siglos XIII y XV.

Sus enseñanzas van desde la explicación de fenómenos científicos y naturales, de una manera más fácilmente comprensible, a la ilustración de asuntos morales.


Los granjeros... a los que se les daban bien los números

De entre todos los pueblos que el Mula Nasrudin visitó en sus viajes, había uno que era especialmente famoso porque a sus habitantes se les daban muy bien los números.

Nasrudin encontró alojamiento en la casa de un granjero. A la mañana siguiente se dio cuenta de que el pueblo no tenía pozo. Cada mañana, alguien de cada familia del pueblo cargaba uno o dos burros con garrafas de agua vacías y se iban a un riachuelo que estaba a una hora de camino, llenaban las garrafas y las llevaban de vuelta al pueblo, lo que les llevaba otra hora más.

"¿No sería mejor si tuvieran agua en el pueblo?", preguntó Nasrudin al granjero de la casa en la que se alojaba. "¡Por supuesto que sería mucho mejor!", dijo el granjero. "El agua me cuesta cada día dos horas de trabajo para un burro y un chico que lleva el burro. Eso hace al año mil cuatrocientas sesenta horas, si cuentas las horas del burro como las horas del chico. Pero si el burro y el chico estuvieran trabajando en el campo todo ese tiempo, yo podría, por ejemplo, plantar todo un campo de calabazas y cosechar cuatrocientas cincuenta y siete calabazas más cada año."

"Veo que lo tienes todo bien calculado", dijo Nasrudin admirado. "¿Por qué, entonces, no construyes un canal para traer el agua del río?" "¡Eso no es tan simple!", dijo el granjero. "En el camino hay una colina que deberíamos atravesar. Si pusiera a mi burro y a mi chico a construir un canal en vez de enviarlos por el agua, les llevaría quinientos años si trabajasen dos horas al día. Al menos me quedan otros treinta años más de vida, así que me es más barato enviarles por el agua."

"Sí, ¿pero es que serías tú el único responsable de construir un canal? Son muchas familias en el pueblo."

"Claro que sí", dijo el granjero. "Hay cien familias en el pueblo. Si cada familia enviase cada día dos horas un burro y un chico, el canal estaría hecho en cinco años. Y si trabajasen diez horas al día, estaría acabado en un año."
De Rechenbiechlin
Jacob Koebel, Ausburgo, 1514.

"Entonces, ¿por qué no se lo comentas a tus vecinos y les sugieres que todos juntos construyáis el canal?”.

"Mira, si yo tengo que hablar de cosas importantes con un vecino, tengo que invitarle a mi casa, ofrecerle té y halva, hablar con él del tiempo y de la nueva cosecha, luego de su familia, sus hijos, sus hijas, sus nietos. Después le tengo que dar de comer y después de comer otro té y él tiene que preguntarme entonces sobre mi granja y sobre mi familia para finalmente llegar con tranquilidad al tema y tratarlo con cautela. Eso lleva un día entero. Como somos cien familias en el pueblo, tendría que hablar con noventa y nueve cabezas de familia. Estarás de acuerdo conmigo que yo no puedo estar noventa y nueve días seguidos discutiendo con los vecinos. Mi granja se vendría abajo. Lo máximo que podría hacer sería invitar a un vecino a mi casa por semana. Como un año tiene sólo cincuenta y dos semanas, eso significa que me llevaría casi dos años hablar con mis vecinos. Conociendo a mis vecinos como les conozco, te aseguro que todos estarían de acuerdo con hacer llegar el agua al pueblo, porque todos ellos son buenos con los números. Y como les conozco, te digo, que cada uno prometería participar si los otros participasen también. Entonces, después de dos años, tendría que volver a empezar otra vez desde el principio, invitándoles de nuevo a mi casa y diciéndoles que todos están dispuestos a participar."

"Vale", dijo Nasrudin, "pero entonces en cuatro años estarías preparados para comenzar el trabajo. ¡Y al año siguiente, el canal estaría construido!"

"Hay otro problema", dijo el granjero. "Estarás de acuerdo conmigo que una vez que el canal esté construido, cualquiera podrá ir por agua, tanto como si ha o no contribuido con su parte de trabajo correspondiente."

"Lo entiendo", dijo Nasrudin . "Incluso si quisierais, no podríais vigilar todo el canal."

"Pues no", dijo el granjero. "Cualquier caradura que se hubiera librado de trabajar, se beneficiaría de la misma manera que los demás y sin coste alguno."

"Tengo que admitir que tienes razón", dijo Nasrudin.
"Así que como a cada uno de nosotros se nos dan bien los números, intentaremos escabullirnos. Un día el burro no tendrá fuerzas, el otro el chico de alguien tendrá tos, otro la mujer de alguien estará enferma, y el niño, el burro tendrán que ir a buscar al médico.
Como a nosotros se nos dan bien los números, intentaremos escurrirnos el bulto. Y como cada uno de nosotros sabe que los demás no harán lo que deben, ninguno mandará a su burro o a su chico a trabajar. Así, la construcción del canal ni siquiera se empezará."

"Tengo que reconocer que tus razones suenan muy convincentes", dijo Nasrudin. Se quedó pensativo por un momento, pero de repente exclamó: "Conozco un pueblo al otro lado de la montaña que tiene el mismo problema que ustedes tienen. Pero ellos tienen un canal desde hace ya veinte años."
"Efectivamente", dijo el granjero, "pero a ellos no se les dan bien los números."



Números enamorados
Giacomo Balla (italiano, 1874-1958)