domingo, 22 de julio de 2018

LA PALOMA Y LA ROSA

El alma de la rosa
John William Waterhouse
(británico, 1849-1917)

La incipiente claridad del día comenzaba a disipar las tinieblas de una noche tibia y hermosa. Una paloma, revoloteando y revoloteando, penetró en un pequeño y recoleto templo de la India. Todas las paredes estaban adornadas de espejos y en ellos se reflejaba la imagen de una rosa que había situada, como ofrenda, en el centro del altar. La paloma, tomando las imágenes por la rosa misma, se abalanzó contra ellas, chocando violentamente una y otra vez contra las acristaladas paredes del templo, hasta que, al final, su frágil cuerpo reventó y halló la muerte. Entonces, el cuerpo de la paloma, todavía caliente, cayó justo sobre la rosa.



La realidad interior
Composición
S. H. Raza
(indio, n. en 1922)

En este cuento hay un ambiente misterioso, extraño a nuestra manera de relatar.  No se trata de un ser humano, ni de acciones humanas. Se parece a una fábula, que son narraciones en las que intervienen animales o cosas inanimadas con características humanas, con el fin de brindar una enseñanza moral o ética. Sin embargo, el cuento se escapa en parte de esta definición, mostrando un clima intrigante. Podremos acercarnos a su sentido, si lo miramos con algunas claves simbólicas.

La rosa es la flor más conocida en occidente, representa la manifestación de lo más importante en el ser humano: su corazón y su amor a la vida. Esta flor es valiosa en cosmética, en fitoterapia para el tratamiento de algunos males y en gastronomía. Su forma es señal de belleza, y su color supone la mezcla del rojo de la sangre con el blanco de la pureza y la divinidad. Simboliza el centro, en donde se concentran todos los opuestos y las diferencias, una referencia a la armonía que los seres humanos buscamos como fuente de felicidad.

La flor del cuento se destaca por su perfume. Es como una fuerza que mana de ella para embellecer los ambientes y el universo. En el relato está puesta sobre el altar del templo, que es otro símbolo universal de centro, desde donde surgen bienes para los celebrantes del ritual respectivo. Es un centro dinámico, activo, que llama la atención del ave.

En la antigüedad la paloma representa el alma de los justos. En la medida en que esa alma se acerca a la luz se convierte en paloma. En este cuento tenemos representada a toda persona que ha hecho un camino en su interior, por lo que se la considera justa. En el ave del cuento está representado todo ser humano que se ha acercado al centro de su vida, a través de un camino puramente interior.
La paloma Nª5
Hilma af Klint
(sueca, 1862-1944)

Las alas traen consigo la noción general de ligereza espiritual y de elevación de la tierra al cielo. Por esto los pueblos originarios se colocan plumas, especialmente los chamanes y los jefes, señalando que esos lugares pueden ser ocupados por elevación espiritual.

El cuento nos muestra la interioridad del ser humano. Esa dimensión incluye las sensaciones, los pensamientos, las intuiciones. De la misma manera hace referencia a la dimensión corporal humana, como a su relación con la comunidad, con la ciudad, y con el universo, el cosmos en el cual estamos sumergidos. La rosa también es el centro de nuestro interior, tan complejo y lleno de dimensiones.

En esta clave simbólica, la narración nos invita a atender los obstáculos que pueden aparecer en lo más alto de nuestra vida interior. Todos nos queremos unir al centro, vivir en la belleza de la rosa, sabiendo que allí se superan todos los conflictos y separaciones, que se alcanza una felicidad casi inimaginable. Tal es nuestra ansiedad que podemos chocar contra los reflejos de la flor.

¿Cómo distinguir la rosa auténtica de sus reflejos? Es muy simple, pues la verdadera rosa tiene perfume, en cambio, de los reflejos no emana nada. Es unir el sentido de la vista con el del olfato, es vincular lo que pensamos con las intuiciones de nuestro corazón.

Un maestro decía sobre este cuento: No apuntes a las apariencias; sino a la Realidad. No te extravíes en la diversidad, sino que debes establecerte en la Unidad. Nuestro interior se resuelve en la armonía de la intuición con el pensamiento, para que orienten nuestra pasión por la felicidad.


(Sin título)
Jagdish Swaminatham
(indio, 1928-1994)

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domingo, 8 de julio de 2018

CASTIGO SÓLO PARA LOS BUENOS

Adán activo
Rudolf Hausner
(austríaco, 1914 - 1995)


 Al borde de un camino que conducía a la aldea había una imagen de madera, colocada en un pequeño templo. Un caminante que se vio detenido por un foso lleno de agua, tomó la estatua del dios, la tendió de lado a lado y atravesó el foso sin mojarse. Un momento después pasó otro hombre por ahí y tuvo piedad del dios; lo levantó y volvió a colocarlo sobre su pedestal. Pero la estatua le reprochó el no haberle ofrendado incienso y en castigo le envió un violento dolor de cabeza.

         El juez de los infiernos y los demonios que estaban en ese templo le preguntaron respetuosamente:

         - Señor, el hombre que lo pisoteó para atravesar el foso no recibió castigo y en cambio al que lo levantó usted le proporcionó un fuerte dolor de cabeza. ¿Por qué?

         - ¡Ah! Que no saben ustedes – contestó la divinidad –, ¡que hay castigo sólo para los buenos!


Ser bueno

Bien
Auguste Herbin
(francés, 1882-1960)
         Desde la antigüedad se intentó clasificar los distintos caminos para interpretar los cuentos. Una primera manera es la literal, simplemente pensar en lo que se cuenta. Una segunda forma es plantear el sentido moral de la narración, deduciendo consejos o normas de comportamiento. Otra manera es considerar que cada cuento y sus elementos son símbolos, que se refieren a otras cosas más allá de lo que aparece en el relato, una dimensión poética o mística. Hay muchas más, que muestran la riqueza que los cuentos transmiten de generación en generación.


         Podemos considerar el bueno y el malo como una dualidad que atraviesa la realidad humana. ¿Qué es ser bueno? Según la etimología es el que hace con eficiencia, o el que hace correctamente su cometido. En el origen, entonces, es un hacedor, un realizador. El malo es lo opuesto, es el que no hace, y en lo poco que podría hacer es dañino. Para el cuento, el bueno es el que se arriesga, sabiendo que puede errar pues la eficiencia es característica de la acción misma. El bueno hace pero puede que no alcance todo el objetivo, como el hombre que endereza la estatua pero no rinde el culto debido. Solamente el bueno corre riesgos, puede recibir castigos, porque el malo no hace nada. Para los seres superiores, el malo es casi inexistente, no merece atención de ningún tipo.

         En el plano ético, el bueno es el que se da cuenta de los opuestos que están en la vida y los atraviesa. Bondad y maldad son un par de opuestos, como salud y enfermedad, como tristeza y alegría. El malo no se da cuenta de esta polaridad presente en la realidad, ni siquiera distingue los matices más sencillos. No puede ser castigado, pues no le serviría de nada y en otra ocasión volvería a hacer lo mismo sin darse cuenta de lo que sucede. Ser bueno puede ser algunas veces más doloroso, más triste, lo que podría llevar a una gran desilusión de la realidad, pero esa oscuridad es la posibilidad de apreciar realmente la luz, la plenitud. La vida es compleja y admirable, pero el malo no se da cuenta, ni triste ni alegre, simplemente de nada.
 
El pierrot sabio
Georges Rouault
(francés, 1871-1958)
         El origen de la palabra castigo nos da otra pista para pensar la narración. Viene del verbo castigar y éste del latín castigare, que se compone del adjetivo de uso religioso castus y del verbo agere, con el sentido de hacer puro, y más inicialmente instruir. Lo sorprendente está en el sentido de adjetivo castus, casto en nuestro idioma, que significa el que se ajusta a las reglas y a los ritos, es decir, el que hace las cosas bien, el eficiente. Por eso castigar es para enseñar, para hacer buena a la persona.

         Una advertencia del idioma. En latín castus nunca significó sin relaciones sexuales. Esta fue una confusión provocada por escritores cristianos tardíos que llamaron castus a la persona sin relaciones sexuales prohibidas por el cristianismo, alterando caprichosamente el sentido de la palabra original.

         La persona buena es la que hace cosas. Y si no alcanza su objetivo tendrá el castigo, no como daño, sino como enseñanza para alcanzar mayor plenitud. El bueno, que busca realizar la felicidad, se lanza con confianza a vivir todas las dualidades del camino.


Composición Figura humana
Vilmos Huszár
(húngaro, 1884 - 1960)