domingo, 30 de agosto de 2020

EL SECRETO DEL ESCULTOR

  

Retrato de un niño
Camille Corot
(francés, 1796-1875)

Una historia contemporánea, probablemente francesa, presenta a un escultor que ordena que se le lleve un gran bloque de piedra y se pone a trabajar en él.

Unos meses más tarde, acaba de esculpir un caballo. Entonces un niño, que le había observado trabajar, le preguntó:

— ¿Cómo sabías que había un caballo dentro de la piedra?

 

La pregunta del niño

Caballo amarillo
Cueva de Lascaux, Francia
(ca. 15000 a.C.)

La palabra escultor viene del latín sculptor, pero primitivamente fue scalptor. Este último término fue utilizado por los escritores y eruditos hasta el siglo II d.C., cuando prevaleció el primer término que era de uso vulgar, como hablaba la gente común. Ambos términos se referían a la acción de rascar, grabar, tallar, hacer incisiones. Esta actividad fue practicada en la prehistoria. Tenemos el testimonio de las Venus paleolíticas, más de 30.000 años de antigüedad.


El cuento nos conecta con la Prehistoria y también con la profundidad de nuestra existencia personal. La piedra que el escultor trabaja se parece al comienzo de nuestra existencia. En un ritual cristiano se nos dice: acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás. Según algunas hipótesis, las estrellas, los planetas y nosotros mismos estamos hechos de la misma materia. Por eso se dice que somos polvo de estrellas. Nacemos como una piedra que tiene la posibilidad de infinitas formas, dependiendo de la acción del escultor. La piedra puede llegar a ser muchas cosas, pero no puede autoafirmarse en ninguna de ellas por sí misma. Así es en nuestra vida.

 

En nuestro interior hay un escultor, que aprendió su oficio de una larga tradición. Nuestro escultor interior depende de las enseñanzas de nuestros antepasados, de las indicaciones de nuestro tiempo y de nuestro entorno. Cada uno de nosotros tendrá su propia forma, que se configura con la influencia de los demás. Por eso se dice que somos personas, es decir, un nudo de relaciones necesarias para llegar a existir como somos.

 

Inocencia
Thomas Cooper Gotch
(inglés, 1854-1931)

El resultado de la relación de la piedra con el escultor es la manifestación de una forma que, en el cuento, es un caballo, símbolo de la vitalidad y vehículo para transitar la existencia. La escultura de un caballo no es un caballo vivo, sino una representación y un símbolo que nos remite a algo invisible y no conocido. La escultura es una manifestación de nuestra existencia, pero el que nos mire no alcanza a vislumbrar la inmensidad que somos. Por eso nos enseñan que cada uno es un microcosmos, no un pedazo del cosmos, sino que un Cosmos completo en pequeño.

 

Lo más cercano a lo que somos es el niño del cuento. El pequeño se asombra de lo que sale de la piedra por obra del escultor. Algo entiende de lo que está pasando y por eso puede elaborar una pregunta. Pero a la vez se da cuenta de que hay una inmensidad que no puede conocer, un misterio por el que puede preguntar pero para el que no hay una respuesta completa. Lo que somos está más allá de la razón.  

 

Por eso Jesús nos dice que el que no se haga como un niño no entrará en el Reino de los Cielos. En nosotros está la inocencia, que significa el que no hace daño.


Plegaria de Mi Fu a la pidra
             Yu Ming
               (chino, 1884-1935)


 

domingo, 16 de agosto de 2020

LA BÚSQUEDA EFICAZ

 

Montaña y aguas
Wang Ximen 
(chino, c.1096-c.1119)

Cuando Huangdi peregrinaba por el lago rojo, subió al monte Kunlun. Ahí perdió su perla mágica. Envió al conocimiento para que la buscara, pero no la encontró. Después envió a la mirada penetrante, pero también fracasó. Luego envío al pensamiento y tampoco dio con ella. Por fin envió al olvido de sí mismo y éste sí la encontró. Huangdi dijo: “Es muy extraño que el olvido de mí mismo hubiera sido el más preciso”.

 

 El tesoro perdido

 

Heroico de China
Nikolái Roerich
(ruso, 1874-1947)

El cuento presentado tiene más de 2600 años. Su protagonista es el mítico Emperador Amarillo, Huangdi, una de las figuras más importantes de la mitología china. Según la tradición, reinó desde el 2698 al 2598 antes de Cristo.  Es considerado como uno de los iniciadores de la civilización china. Entre otros logros, al Emperador Amarillo se le atribuye la invención de los principios de la medicina tradicional china. Según otra leyenda su mujer enseñó a los chinos cómo tejer la seda de los gusanos.

 

La pérdida de la perla se produce en la montaña sagrada Kunlun. En realidad este nombre corresponde a una verdadera cordillera en China occidental, una de las cadenas montañosas más largas del mundo. La montaña Sagrada era la residencia terrenal de la deidad suprema y morada de otros dioses. En uno de sus centros se encontraba el maravilloso Palacio de Jade. La montaña era el paraíso de deidades e inmortales, donde el sol y la luna se escondían alternativamente, así como el lugar donde se albergaban numerosos objetos maravillosos y los frutos que le otorgaban la inmortalidad a los que los comieran.

 

El mar tiene sus perlas
William Margetson
(inglés,1861-1940)

Ante la majestuosidad del monte sagrado sorprende la pequeñez del objeto perdido por el emperador: una perla mágica. Esta joya está relacionada con la luna y sus poderes en lo humano. El símbolo de mayor femineidad entre los materiales preciosos es la perla, considerada resultado de la penetración de un rayo de sol en el mejillón. Esto está en estrecha relación con la condición esencial de la Virgen y la Madre Cósmica que concibe por obra de la Luz divina. Así la perla es vista también como producto y emblema de la unión del agua y el fuego, un verdadero milagro.

 

La formación biológica de la perla es ocasionada por la entrada de una partícula extraña en el interior de la ostra. Hay humildad en la ostra al acoger esa partícula extraña, y también en la partícula que crece pacientemente sin obstaculizar la vida de quién la ha recibido. En el interior sólo circulará agua que, si llevamos el símbolo de la perla a nuestro corazón, nos indica que para hacer crecer la divinidad recibida sólo se le permitirá la entrada a la buena fe.

 

En nuestros días muchos chinos creen plenamente en lo que hemos descrito muy brevemente, y sería una falta de respeto pedirles que nos den certeza racional de estas historias. La fe no es hablar ni explicar, sino hacer, para plasmar en la vida cotidiana el sentido invisible de lo trascendente, de lo que está bien.

 

El Emperador Amarillo nos enseña a tener siempre a mano todo aquello que nos puede ser útil para recuperar o adquirir los tesoros de la vida: el conocimiento, la mirada penetrante, el pensamiento y el olvido de sí mismo. Para su sorpresa, es el olvido de sí mismo el que conquista la más difícil empresa, que es encontrar un objeto tan pequeño como la perla, como nuestro corazón, en la inmensidad de la cordillera de la vida.


21-08-1995
      Zao Wou-Ki
      (chino, 1920-2013)

domingo, 2 de agosto de 2020

EL INSECTO Y EL CARACOL

Caracol tierra
Anna Letycia
(brasileña, 1929-2018)
 

Un caracol japonés subía lentamente por el tronco de un cerezo. Era febrero, o quizás marzo. El caracol se encontró con un insecto que le dijo:

-Pero ¿adónde vas? ¡No es temporada! ¡No hay cerezas en ese árbol!

-Las habrá cuando llegue –contestó el caracol sin detenerse.

 

 

Distintas percepciones

 

La brevedad del cuento, su austeridad de palabras, nos abre misteriosamente a un inmenso horizonte de pensamiento. El corto diálogo entre el insecto y el caracol se desarrolla teniendo apenas una rama de cerezo como escenario y la proximidad de la fiesta de la primavera.

Cerezo florecido en el templo
Okumura Togyu
(japonés, 1889-1990)
 

La floración de los cerezos es uno de los espectáculos naturales más estimados del Japón. La flor del cerezo es un símbolo de pureza, y por esta razón es el emblema del ideal caballeresco; su té es bebido en las ceremonias de casamiento como símbolo de felicidad. Es la imagen de la prosperidad y de la felicidad de la existencia terrena, que son de hecho, aunque no se percibe inmediatamente, prefiguraciones de la beatitud sin tiempo.

 

La flor de cerezo, efímera y frágil, llevada por el viento, simboliza también una muerte ideal, separada de los bienes de este mundo y de la precariedad de la existencia. Los guerreros japoneses samuráis representan su destino como romper la pulpa roja de la cereza para alcanzar su duro carozo, es decir realizar el sacrificio de la sangre y la carne, para llegar a la piedra angular de la persona humana.

 

El corto diálogo nos pone ante la consideración del tiempo. El pensamiento de San Agustín (354-430) muestra la dificultad:

¿Qué es, pues, el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé, pero si quiero explicárselo al que me lo pregunta, no lo sé.

(Confesiones, XI, XIV, 17)

El tiempo es la clave del modo en que percibimos las cosas. En nuestro viaje desde el nacimiento hasta la muerte el tiempo es lo que marca cada uno de los hechos, pensamientos y sucesos.

 

Insectos voladores
Qi Baishi
(chino, 1864-1957)

En la sensibilidad de los pueblos de Oriente para con el tiempo hay una atenta mirada de la naturaleza y de sus ciclos, sean estaciones, sean meses. Para esta civilización lo verdaderamente importante es captar la calidad del momento y estar atento a la oportunidad, al instante justo en el que el viento puede soplar en nuestro favor. La temporalidad oriental, en armonía con el tiempo cósmico es muy sensible a los detalles y aprecia el aspecto cualitativo del tiempo.

 

Henry Bergson (francés, 1859-1941), como varios maestros del pensamiento, enseña que el tiempo está en nuestra alma. No es que nosotros tengamos que adaptarnos y calzar en un tiempo preexistente, sino que la vida humana es esencialmente libre. Y la libertad no consiste en elegir una de las posibilidades, sino en crear la posibilidad misma, en inventar. Es vivir según la propia condición, según el ritmo interior que cada uno posee, como el caracol.


Cerezo florecido en la oscuridad
Hiroshi Senju
(japonés, n. en 1958)