viernes, 31 de mayo de 2013

EL ENJAULADO

Escenografía del cuento

No se dice en qué lugar del mundo se desarrolla esta historia, ni en qué momento. Se menciona una bebida exquisita, el té de Cachemira. Esta infusión se prepara con té verde, primero hervido en agua con varias especias, que lo hacen sabroso y ligeramente picante. A este primer resultado se lo hierve con leche y una pizca de sal. Tiene sutiles propiedades para calmar los nervios y mejorar el sistema digestivo.

Paisaje de Cachemira
Ghulam Rasool Santosh
(Cachemira, 1929-1997)
La región de donde proviene esta preparación está en el norte del subcontinente indio, al sur de la Cordillera de los Himalayas. La zona, de gran belleza, que fue denominada “el jardín secreto” por un antiguo gobernante, se la conoce por sus productos textiles. Actualmente es una zona de conflicto entre Pakistán, India y China.

El anciano del siguiente cuento, que invita a su amigo con esta infusión, le está otorgando un trato excelente, de profundo afecto. La experiencia le da sabiduría al ser humano dispuesto a recibirla. Aprender de la vida es virtud, y es una maravilla recibir atenciones y consejos de los ancianos que han vivido con esa actitud.


El cuento.

Ésta es la historia de un loro muy contradictorio. Desde hacía un buen número de años vivía enjaulado, y su propietario era un anciano al que el animal hacía compañía. Cierto día, el anciano invitó a un amigo a su casa a deleitarse con un sabroso té de Cachemira.

Los dos hombres pasaron al salón donde, cerca de la ventana y en su jaula, estaba el loro. Se encontraban los dos hombres tomando el té, cuando el loro comenzó a gritar insistente y vehementemente:
--¡Libertad, libertad, libertad!
El loro verde
Vincent van Gogh
(neerlandés, 1853-1890)

No cesaba de pedir libertad. Durante todo el tiempo en que estuvo el invitado en la casa, el animal no dejó de reclamar libertad. Hasta tal punto era desgarradora su solicitud, que el invitado se sintió muy apenado y ni siquiera pudo terminar de saborear su taza. Estaba saliendo por la puerta y el loro seguía gritando: “!Libertad, libertad!”.

Pasaron dos días. El invitado no podía dejar de pensar con compasión en el loro. Tanto le atribulaba el estado del animalillo que decidió que era necesario ponerlo en libertad. Tramó un plan. Sabía cuándo dejaba el anciano su casa para ir a efectuar la compra. Iba a aprovechar esa ausencia y a liberar al pobre loro. Un día después, el invitado se apostó cerca de la casa del anciano y, en cuanto lo vio salir, corrió hacia su casa, abrió la puerta con una ganzúa y entró en el salón, donde el loro continuaba gritando: “!Libertad, libertad!” Al invitado se le partía el corazón.

¿Quién no hubiera sentido piedad por el animalito? Presto, se acercó a la jaula y abrió la puertecilla de la misma. Entonces el loro, aterrado, se lanzó al lado opuesto de la jaula y se aferró con su pico y uñas a los barrotes de la jaula, negándose a abandonarla. El loro seguía gritando:
!Libertad, libertad!”


La enseñanza del maestro.

Para ayudarnos a pensar las enseñanzas de los cuentos, la tradición suele agregarles una cita. En este cuento, el comentario es el siguiente: “El Maestro dice: Como este loro, son muchos los seres humanos que dicen querer madurar y hallar la libertad interior, pero que se han acostumbrado a su jaula interna y no quieren abandonarla”. La enseñanza queda centrada en el loro y en el reclamo de libertad.

Dios del Amor sobre su loro.
(India, Grabado del s.XVIII)
En la tradición, el loro sugiere la figura del guardián, capaz de acompañar a una persona, como el anciano del cuento. Su habilidad de “hablar”, lo convierte en un símbolo de la comunicación, aunque, a veces, significa la parodia no maliciosa. “Hablar como loro” es un dicho que se refiere a la sobreabundancia en la expresión oral, o a la repetición sin conocimiento del sentido de las palabras. Es uno de los aspectos resaltados en la narración.

En el subcontinente indio, el loro es una figura mítica que ayuda al alma del ser humano a volar. Esta ave tiene un aspecto bello, especialmente referido al color de su plumaje. También, en aquella región, es un símbolo del amor.

En el relato, el loro reclama uno de los dones más preciados de todos los hombres: la libertad. Es lo más evidente que tenemos en nuestra naturaleza humana, el principio que nos permite obrar, como también pensar y hablar, sin hipocresía. Por ella vale la pena vivir la aventura de la vida.

El Maestro enseña que, si no se vive la libertad interior, no hay libertad plena. Es uno de los principios que aplicaba Mahatma Gandhi (1869-1948) en su acción independentista: “No se nos otorgará la libertad externa más que en la medida exacta en que hayamos sabido, en un momento determinado, desarrollar nuestra libertad interna”.

El invitado se equivoca al ignorar el hecho de que la libertad es inherente al ser humano, no la recibimos de nadie sino que está en nosotros por lo que somos. Si queremos ayudar a alguien, lo que tenemos que hacer es acompañar el camino interior para que cada persona alcance su libertad interior y, con el mismo respeto, unirse a otros para vivir una auténtica libertad en común. Si no lo hacemos así, hacemos el daño que provoca el visitante, es decir, provocamos el terror del loro.


Otro aspecto del cuento.

Sin título
Ghulam Rasool Santosh
(Cachemira, 1929-1997)
La conclusión del cuento propuesta por el Maestro nos abre las puertas a otro aspecto de las relaciones humanas, más delicado de tratar. Cuando el amigo organiza un plan para atender los reclamos del loro, comete otro error: la ingratitud con el anciano que le ha brindado una magnífica recepción. Llama la atención que el visitante abandone el encuentro sin terminar de saborear el té, y en ningún momento se proponga hablar con el noble anciano que tan bien lo ha tratado.

La amistad sólo podría tener lugar a través del desarrollo del respeto mutuo y dentro de un espíritu de sinceridad. Y en las dos formas falla el visitante. Primero no respeta al anciano suponiendo que no tiene compasión por el ave que lo acompaña. En segundo lugar, no es sincero con su anfitrión, y no le cuenta de su aflicción por la queja del loro.

Una relación de amistad tiene principios inamovibles. Como expresa Gabriela Mistral (chilena, 1889-1957): “Decir amistad es decir entendimiento cabal, confianza rápida y larga memoria; es decir, fidelidad”. La verdadera amistad no debe ser sospechosa en nada. En el caso del cuento, el visitante deja una capa de duda sobre el anciano, sin ninguna justificación. De esta manera, creyéndose un liberador del ave, la aterroriza, invade vanidosamente el lugar del anfitrión. Se dice que la amistad humana es muy difícil de llevar adelante. Exige inteligencia, afecto sincero y dedicación constante. Si la respetamos, nos lleva por el buen camino.

En el cuento se aplica un dicho popular que acompaña la vida de los hombres con su sabiduría: “el que da pan a perro ajeno, pierde el pan, pierde el perro y la amistad de su dueño”.


Sin título
Shrikant Kadam
(India, n. en 1973)



jueves, 16 de mayo de 2013

PROBLEMA


Noticias de la porcelana.

Vasija con flores
Jan Brueghel el Viejo
(flamenco, 1568-1625)
Los objetos de porcelana tienen origen chino. El material fue descubierto alrededor del siglo II d.C. en Oriente. La noticia fue llevada a Occidente recién el siglo XIII por Marco Polo (veneciano, 1254-1324), quien hizo un viaje de 24 años recorriendo, entre otras cosas, la famosa Ruta de la Seda. “El libro del millón” es el texto que consigna sus experiencias orientales. Allí cuenta de este material, duro y blanco como la concha de un molusco, el cauri, que en italiano se denomina porcella. Como se pensó erróneamente que el material venía del molusco, se lo llamó porcelana.

Los objetos de porcelana se hacen con una compleja pasta elaborada principalmente con caolinita y cuarzo. Una vez moldeado el recipiente deseado, se lo cocina durante 12 horas a más de 1.400 °C. Este proceso fue descubierto en Occidente recién en el siglo XVIII, por un químico inglés. Debido a las nobles propiedades de la porcelana tales como la dureza, la durabilidad, la blancura, su alta resistencia al paso de la electricidad, y su alta elasticidad, es que hoy en día es usada en artículos de cocina, baldosas, y objetos de arte. También es usada como aislante eléctrico.

Estas indicaciones nos permiten apreciar con mayor profundidad, lo que se plantea en el siguiente cuento de origen chino.


El problema.

El Gran Maestro y el Guardián se dividían la administración de un Monasterio.

Cierto día, el Guardián murió y fue preciso substituirlo.

El Gran Maestro reunió a todos los discípulos para escoger quién tendría el honor de trabajar directamente a su lado.

Paisaje
Zhu Ruoji "Shitao"
(chino, 1642-1707)
- Voy a presentarles un problema, - dijo el Gran Maestro - y aquél que lo resuelva primero, será el nuevo guardián del Templo.

Terminado su corto discurso, colocó un banquillo en el centro de la sala; encima estaba un florero de porcelana seguramente carísimo, con una rosa roja que lo decoraba.

- Éste es el problema; - dijo el Gran Maestro - resuélvanlo.

Los discípulos contemplaron perplejos el "problema", por lo que veían los diseños sofisticados y raros de la porcelana, la frescura y la elegancia de la flor.

¿Qué representaba aquello? ¿Qué hacer? ¿Cuál sería el enigma?

Pasó el tiempo sin que nadie atinase a hacer nada salvo contemplar el "problema", hasta que uno de los discípulos se levantó, miró al Maestro y a los alumnos, caminó resolutamente hasta el florero y lo tiró al suelo, destruyéndolo.

- ¡Al fin alguien que lo hizo! - exclamó el Gran Maestro - ¡Empezaba a dudar de la formación que les hemos dado en todos estos años!. Usted es el nuevo guardián.

Al volver a su lugar el alumno, el Gran Maestro explicó:

- Yo fui bien claro: dije que ustedes estaban delante de un "problema". No importa cuán bello y fascinante sea un problema, tiene que ser eliminado.

Un problema es un problema; puede ser un florero de porcelana muy caro, un camino que precisa ser abandonado, por más que insistimos en recorrerlo porque nos trae bienestar... Solo existe una manera de lidiar con un problema: atacándolo de frente”.


Esquema del problema

Naturaleza muerta
Giorgio Morandi
(italiano, 1890-1964)
La palabra problema de nuestro idioma proviene del griego, pasando luego por el latín. En la lengua original, se conforma con dos partes. La primera es pro, indicando lo que va delante. La segunda proviene del verbo bállein, que significa arrojar, echar. Por lo tanto, el sentido original es “lo que ha sido arrojado adelante”, o también “lo que obstruye el camino”.

El problema es una situación ante la cual no podemos quedarnos indiferentes, sino que debemos tomar una actitud. Los pensadores clásicos hablaban de tres reacciones posibles ante el problema. La primera es dar marcha atrás, y desandar el camino. El obstáculo queda y nosotros retrocedemos, renunciando al itinerario que llevábamos.

La segunda posibilidad es esquivar el problema en lugar de encararlo. Buscamos una ruta alternativa, lo rodeamos. Lo cierto es que el obstáculo también permanece, y nuestra renuncia al camino o al medio de transporte no varía en nada su presencia.

La tercera es enfrentar el obstáculo y buscar la forma de removerlo del camino, de tal modo que la ruta quede despejada para poder proseguir. Encarar el problema es enfrentarlo, analizarlo y buscar la manera de eliminarlo. Esta actitud significa encontrar la pregunta que nos conduzca a una respuesta, con la cual esperamos encontrar una solución. El final de esta tercera actitud, entonces, es la “solución”, que habla de disolver, resolver, en definitiva, remover el obstáculo y no cambiar el itinerario.

Un problema, entonces, es un determinado asunto o una cuestión que requiere de una solución. En el cuento se nos presenta a los aspirantes a guardianes del Templo en situación de perplejidad, sin encontrar la pregunta que el Maestro les plantea con el jarrón. Pero hay uno que entiende bien lo que es un problema, y lo resuelve con la actitud adecuada.

Aparecen problemas en los distintos órdenes de la vida. Por ejemplo, los de nivel social, que se relacionan con planteos como: “mañana tenemos que pagar una deuda y no nos alcanza el dinero”, o “tengo que hacer la tarea para no tener problemas con la maestra”. A veces, esta palabra hace referencia a disgusto o preocupación: “El hijo de Laura y Miguel no para de darles problemas”. En estos casos humanos, como en aquellos más filosóficos y también los científicos, la actitud estará en encontrar la pregunta correspondiente, para dar la respuesta adecuada.


Un ejemplo legendario.

Mestrio Plutarco (griego, ca. 46-120 d.C) fue un historiador, biógrafo y ensayista. Tiene una obra llamada “Vidas Paralelas” en la cual presenta treinta dos comparaciones de personajes famosos. Algunos pocos han llegado a nuestro tiempo, otros se han perdido, y en general hay bastantes lagunas en el texto. Entre las comparaciones que conocemos figura la de Alejandro Magno (griego, 356 - 323 a.C.) con Julio César (romano, 100 - 44 a.C.). La intención del historiador no es tanto la fidelidad de los datos, como presentar la influencia del carácter en las realizaciones de los personajes comparados.

Vasija con flores
Friedrich Stowasser
(austríaco, 1928-2000)
En este contexto, cuenta una anécdota famosa de Alejandro Magno. Una de las versiones dice que en sus campañas de conquista, Alejandro llega a la Península de Anatolia, en la actual Turquía, luego de vencer a los persas. La capital de esta región se llamaba Gordion. Luego de tomarla, el Conquistador asienta en la ciudad su cuartel general.

Cuenta Plutarco que en aquella ciudad existía una creencia que llamó poderosamente la atención de Alejandro. Había, en el lugar sagrado, un carro de oro que estaba atado con una corteza de árbol trenzada, de tal modo que nadie era capaz de desatar aquel nudo. La creencia decía que aquel que fuera capaz de soltar aquel nudo sería el Rey de toda Asia.

Alejandro Magno aceptó el desafío. Lo rodearon todos sus lugartenientes y los grandes hombres de la ciudad. Pero después de un rato, y con las manos muy doloridas, no conseguía soltar el nudo. Cuenta Plutarco que entonces “desesperado, tomó su espada y lo cortó de un tajo”. Y así, entendiendo bien la pregunta, llegó a invadir la India y a ser considerado Rey de Asia.

Tanto el cuento chino, como el relato de Plutarco, nos enseñan a lidiar con los problemas, con los obstáculos que se interponen en nuestro camino. Nos aconsejan enfrentar el obstáculo y resolverlo, quitarlo del itinerario, buscando la pregunta para hallar la respuesta adecuada.


La anunciación de buenas noticias
Friedrich Stowasser (austríaco, 1928-2000)