Retrato de una anciana Hans Memling (flamenco, 1430-1494) |
Lo Ancestral
Mis abuelos
Lasar Segall
(brasileño, 1891-1957)
En
los relatos lo anciano, lo ancestral, lo antiguo, reviste carácter sagrado,
cualquiera que sea el objeto o la persona así cualificados. El vínculo con las
fuerzas superiores de conservación se manifiesta en el hecho de haber
envejecido, sin desaparecer enteramente. Es prueba de solidez, de autenticidad,
de verdad, que este ser haya resistido el desgaste del tiempo. De manera
misteriosa alcanza lo que está en la fuente de la existencia.
Así,
la anciana del cuento no es lo caduco, sino lo persistente, durable, lo que
participa de lo eterno. Representa esa sabiduría práctica capaz de sostener la
vida y de dar fluidez a las relaciones humanas, el entramado que cobija a los
grupos y los pueblos. Si prestamos atención, la anciana es un elemento
estabilizador del psiquismo de la suegra y la nuera. En el primer caso, porque
le quita la sospecha y la duda, dos manchas que de crecer logran desestabilizar
los vínculos más fuertes. En cuanto a la nuera, le quita el miedo y la
aflicción de ser acusada, aunque sea falsamente.
También
la anciana puede ser un símbolo de una personalidad fuerte y heroica, que tiene
lugar cuando la conciencia experimenta una carga de contenidos del inconsciente
aclarados, comprendidos y asimilados, que la hacen obrar más allá de lo
racionalmente posible. En muchas tradiciones llaman a estos seres hombres de Dios.
Trono de Dios
Apocalipsis de Bamberg
(ms. alemán, siglo XI)
La
estrecha relación de los ancianos con Dios se pone de manifiesto en una escena
impresionante del libro del Apocalipsis. Allí se presenta al Señor sin el menor
rasgo antropológico, sino a través de elementos cósmicos y de la naturaleza. En
el capítulo 4 leemos que la Presencia de la Divinidad está rodeada por 24
tronos en los cuales están sentados 24 ancianos. En un sentido de los varios
posibles, representan Ángeles a quienes Dios ha confiado el gobierno de los
tiempos, sabiendo que hay 12 horas del día y 12 horas de la noche, y los
submúltiplos en los 12 meses del año y en las cuatro estaciones. Estos ancianos
también ejercen un ministerio litúrgico, un servicio al pueblo de Dios para
adorar al Creador.
Desde
la astuta acción de la anciana del cuento hemos remontado a una visión divina y
cósmica de la ancianidad, para entender el verdadero marco en el que se
desarrolla la vida humana. Cada persona contiene una grandeza inconmensurable
que sostiene su valor y su dignidad. Consideremos también cómo el amor, en la
más pequeña de las acciones, tiene sentido para todo el universo.
Abstracto Esther Mahlangu (sudafricana, n. en 1935) |