Madonna de las naranjas Ismail Shammout (palestino, 1930-2006) |
En
un camino cercano al pueblo, había un naranjo que daba jugosas naranjas.
Algunos transeúntes, al apreciar las tentadoras frutas, detenían su marcha y se
trepaban al árbol para arrancar algunos de sus frutos.
Un
día, frente al árbol un mercader colocó un cajón y empezó a vender un jugo de
naranja exquisito. La mayoría de los caminantes supuso que el comerciante había
comprado el árbol mientras que otros se alegraron de que no tuvieran que
treparse más para alcanzar las naranjas. Lo cierto es que el negocio prosperó,
ya que el árbol era enorme y parecía dar fruto todo el año.
Después
de algunos años, el mercader murió y frente al árbol aparecieron varios
comerciantes que vendían jugo, cada uno de ellos prometiendo «el mejor jugo».
Las
personas habían olvidado el árbol original, pero un buen día un joven caminante
se detuvo frente a los puestos de venta, caminó hacia el naranjo, se trepó por
sus ramas ante la mirada atónita de los clientes y los comerciantes, arrancó
una de sus frutas, la peló y se sentó en el suelo a comerla.
A
partir de ese día, los caminantes se dieron cuenta que el naranjo
-contrariamente a lo que siempre habían supuesto- no era propiedad de nadie y
descubrieron además que tenían la opción de comprar el jugo a los
intermediarios o arrancar por sí mismos las naranjas.
La
fuente
Aquí, allá
Odili Donald Odita
(nigeriano, n. en 1966)
La
mitología griega nos habla de un jardín muy hermoso que se hallaba en las
montañas de Atlas vigilado por tres ninfas, las Hespérides. Ese jardín estaba
repleto de árboles con manzanas de oro, que habían sido regalo de bodas a la
diosa Hera, cuando se casó con Zeus, por parte de Gea, es decir, la Tierra.
Esas manzanas de oro, según algunas versiones, serían en realidad naranjas,
frutos dorados que proporcionaban la inmortalidad a los que se alimentaban de
ellos.
El
naranjo es muy valorado pues posee una historia de más de 20 millones de años,
con sus orígenes anclados en el sudeste asiático. Pertenece a un grupo de
plantas que comprende también al limonero, al mandarino y al pomelo. El árbol
del naranjo amargo llegó a occidente a través de la Ruta de la seda, después de haberse extendido a Japón y la India.
Los árabes lo introdujeron en el sur de España y después a toda Europa,
utilizándolo con fines sobre todo decorativos por lo llamativo de los frutos y
las flores. Recién hacia 1520, el portugués Vasco da Gama introduce las nuevas
variedades de naranjas de China que resultaban más dulces y de mejor calidad.
Las
naranjas fueron muy estimadas por los piratas, pues eran un remedio eficaz para
curar la enfermedad del escorbuto, muy común entre los navegantes que pasaban
mucho tiempo embarcados. Si relacionamos esta propiedad sanadora con la idea china
que consideraba a esta misma fruta como signo de fecundidad, y también con el
sentido de los mitos griegos, podemos concluir que las naranjas son símbolos de
salud, fecundidad y sabiduría.
Naranja y amarillo Mark Rothko (letón, 1903-1970) |
Llega
finalmente el joven caminante, símbolo de tantos maestros amorosos que
acompañan a la humanidad en su derrotero, que muestra el acceso directo a la fuente
de salud, de fecundidad y de sabiduría. Sin levantar la voz, sin ejercer
violencia, dando el ejemplo, se alimenta de este fruto dorado del sol.
El
camino del conocimiento nos lleva siempre hasta el árbol. A veces nos viene
bien que nos den el jugo exprimido. Pero hay un principio que es fundamental
para alcanzar la plenitud: "Quien tiene acceso a la fuente, no bebe del
jarro".
Sol ardiente de junio Frederic Leighton (inglés, 1830-1896) |