Un cuento huave.
Mujeres en su pueblo. Rodolfo Morales (mexicano, 1925-2001) |
En el estado de Oaxaca, México,
conviven al menos 16 pueblos o culturas, con lenguajes totalmente
diferentes uno de otro. En ese lugar, en una franja de 40 kilómetros
entre el océano Pacífico y dos lagunas, conocidas como Mar Superior
y Mar Inferior, viven los huaves, un pueblo que actualmente cuenta
con poco más de 20.000 integrantes. El término de huave fue
impuesto por los zapotecas para referirse a la "gente que se
pudre en la humedad", pero ellos se nombran a sí mismos en su
lengua, "Mero ikooc" que significa literalmente "verdaderos
nosotros".
La zona es árida y desolada. Las
lluvias son escasas, el riego difícil y la producción, tanto en el
mar como en la tierra, está sujeta a las variaciones del tiempo. La
pesca y la mitología giran en torno a los vientos encontrados del
norte y del sur, como también tienen en cuenta la larga época de la
sequía y la corta temporada de lluvias.
De este entorno es el siguiente
cuento.
Una viuda y el diablo.
Cocina huave. Fotografía de 1908. |
Cuentan que una vez, el diablo se
enamoró de una viuda. Llegaba a su casa y le platicaba. A la señora
no le gustaba y además, tenía miedo de que se enojara. Tanto y
tanto le ofrecía el diablo que por fin la señora dijo:
-Bueno, seré tu mujer si me
construyes una casa bonita.
El diablo se la hizo. La viuda fue a
buscar al cura para que le echara agua bendita; así, el pobre diablo
no podría entrar a la casa que él mismo había hecho.
El cura le advirtió:
-Si no encuentras el modo de acabar
con él, él acabará contigo.
La mujer pensó bien el asunto y
esto hizo: busco dos montones de botellas, uno blanco y otro oscuro.
Se sentó en la enramada, era la hora en que acostumbraba llegar el
diablo. La encontró muy atareada.
-¿Qué haces?
-Aquí, lavando botellas. ¿No me
ayudas?
-Sí.
Máscara huave para danza Segunda mitad del siglo XX. |
-Lava ese montón de botellas -le
dijo señalando las oscuras, hasta que queden limpias, como ésas -y
señaló el otro montón.
-¿Y cómo crees que voy a hacer
claro lo oscuro? No se puede.
-Claro que sí, mira ya todas las
que llevo.
-¿Y cómo le hiciste?
-Ah, es que se tienen que lavar por
dentro. Si eres poderoso, ¿por qué no te metes?
El diablo entró en la botella y la
mujer luego la tapó. Ya que tuvo encerrado al diablo, fue al monte
y, con todo y botella, lo enterró.
Y por eso dicen que sólo las
mujeres son más listas que el diablo.
De a pares.
En la
consideración de la tradición la realidad se presenta de a pares.
Lo más evidente es que el tiempo transcurre entre el día y la
noche, lo que se convierte en un símbolo ordenador de los muchos
aspectos de la vida de este mundo. No hay figura sin fondo, no hay
sonido sin silencio. Si un instrumento musical emitiese un sonido
constante, sin interrupción de silencio, nunca nos daríamos cuenta
de su calidad, si es grave o agudo, si es fuerte o suave. Nuestros
sentidos perciben mediante los contrastes y las diferencias. Por eso
se dice que aprendemos por comparación.
El cuento presenta
a una viuda, que es una mujer en una situación despareja. Ha
perdido a su esposo, ha quedado dividida, separada. Es una mujer
solitaria, ya no tiene a aquel que complementa su vida. Para
nosotros la viuda es un ser débil, incompleto. Se asemeja a los
huérfanos, que son los hijos que ya no tienen a sus padres. De
nuevo la situación es de a par, pues somos hijos porque tenemos
padres.
La viuda parece
entender muy bien la dualidad de la realidad, y la usa en su
beneficio. Al diablo enamorado le solicita una casa, pero mediante
el agua bendita le impide la entrada. Entrar o no entrar, la
dualidad que rige el paso de un ámbito a otro. En la sencillez del
relato está puesta la gran decisión de la viuda: a su marido lo
dejó entrar en su casa, al diablo no.
El diablo, en este
caso, representa la turbación, la sobreexitación. Es muy extraño
que el representante de la separación, del corte, de la división,
se manifieste enamorado, buscando la unión. Es el símbolo de la
influencia molesta en la debilidad. Es la tentación, que siempre
aparece en el momento en que nos faltan fuerzas, cuando nos sentimos
incompletos, como la viuda.
La mujer resuelve
el problema mediante el recurso al contraste, las botellas claras y
las botellas oscuras. Ella entiende que la realidad es dual, pero el
diablo, por vanidad o por ambicionar poseer a la mujer, reniega de lo
que sabe y entra en la botella.
La mujer y el
diablo.
Como
sucede en la Biblia cuando se presenta la enemistad entre Eva, la
madre de los vivientes, con el diablo, todas las tradiciones muestran
este contraste. En el libro del Génesis se plantea que la serpiente
maligna acecha el talón de la mujer, mientras ésta le pisa la
cabeza. En el final del Libro, en el Apocalipsis, se recrea la misma
situación, entre la mujer coronada de estrellas y el dragón que la
acecha cuando está por dar a luz.
Sin título. Enrique Flores (mexicano, nac. en 1963) |
Desde las culturas más antiguas, la mujer representa la fuerza de
la tierra y a la vez la intuición más alta del alma. Estos dos
aspectos están presentes en el cuento. Luego de escuchar el consejo
del cura, la viuda no se asusta de la situación, y busca con firmeza
la solución capaz de derrotar a tan potente adversario. Es la
fuerza de la tierra, que utiliza su mejor arma: la intuición, el
conocimiento superior de lo que puede tentar al tentador. No es un
acto de violencia, sino de persuasión.
La solución de la viuda no es romper nada, ni siquiera quitar la
vida del oponente. Encuentra una forma de salvación en la propia
realidad, dándole sentido y orden. Pone botellas blancas de un lado
y oscuras de otro. No las modifica ni las altera, sino que
simplemente las agrupa, para hacer evidente lo que son. Con esta
actitud y apelando al orgulloso poder del enamorado, logra que éste
quede atrapado en una botella oscura.
Sirve reconocer que la actitud del diablo es ambivalente. Por un
lado es la pasión ambiciosa, desordenada. Por otro, es alguien que
queda encerrado en su lógica, cayendo en la trampa racional que le
propone la viuda y siendo muy necio con lo que sabe, que no se puede
hacer claro lo oscuro.
La sabiduría del pueblo huave, antigua y misteriosa, viene del
conocimiento profundo del corazón humano. Por este motivo los
sentimos tan cercanos a nuestras propias vidas. Los cuentos de los
pueblos no hacen más que poner en evidencia lo que sucede en lo más
profundo de nuestro interior. Muestran cómo, en un corazón
pacífico y armonioso, las fuerzas de la intuición y de la vida son
capaces de superar las dificultades y tentaciones.
La calle del laberinto Ivonne Kennedy (mexicana, nac. en 1971). |