miércoles, 13 de febrero de 2013

LOS COMIENZOS DEL HOY


Los orígenes del hoy.
Mesa de Chamanes
Cultura Jama Coaque
(Ecuador, 400 aC - 1400 dC)

Los cuentos se sitúan fuera del tiempo histórico. A veces las situaciones que narran están cerca de la vida cotidiana, otras veces muy distantes . Con este método, logran transmitir una enseñanza o un simple ejemplo que cualquiera puede aplicar a la vida corriente.

Algunos cuentos hablan del origen de los seres humanos y de las cosas del universo, como si hubiesen sucedido hace mucho tiempo, incluso antes de la historia de la humanidad tal como la conocemos. En realidad, esto es una forma de expresión cuya única intención es hablar del presente. No hay ninguna pretensión de explicar cómo empezaron las cosas, sino de mostrar cómo son ahora.

Del mismo modo hay otro género de cuentos que nos habla de un futuro lejano, a veces catastrófico, otras veces de plenitud. En realidad nadie ha podido ir a espiar el futuro. Aunque hablan de lo que sucederá en otro tiempo, las enseñanzas son para el presente, para el tiempo actual.

La siguiente narración se enmarca en una de las características descriptas: los relatos que tratan de explicar cómo es la realidad actual a partir comienzo antes del tiempo.

La Creación de la Tierra y el Cielo

Fue el bondadoso Hacedor quien creó la tierra. Pero ésta, al principio, estaba completamente desnuda. Era necesario vestirla y la vistió con selva de árboles gigantes y plantas menores que iban a dar los más variados frutos.
Los Negros de Esmeraldas
Andrés Sánchez de Gallque
(ecuatoriano, s. XVI)

Entre las ramas altas silbaba el viento solitario, unas veces como bestia salvaje, otras como pájaro llorón, y otras al modo del zumbido de las moscas. Entonces el Hacedor dijo:
-¡Mi creación está todavía incompleta!... ¡Ahora corran cuadrúpedos y serpientes por el suelo! ¡Puéblense los árboles de pájaros cantores! ¡Vuelen y anden los insectos por donde quieran o puedan!
Y eso fue.

La tierra no estaba completa todavía. Algo más faltaba. Entonces el Hacedor subió a la copa del árbol más alto llevando en su diestra una hermosa jarra de oro. Con sus ojos divinos contempló su obra y notó que la flora inmensa se moría de sed.
-¡Sean los ríos y los lagos! –dijo. Y volcó su jarra llena de agua milagrosa sobre el suelo; y los ríos y los lagos fueron.

Faltaba algo más. De algún rincón secreto sacó una tela finísima de color azul, la echó hacia la altura y, sopla que sopla, la extendió en una comba infinita cubriendo la tierra con el cielo.
-¡Sobre este firmamento brillarán el Sol, la Luna y las estrellas, y cruzará el río Nayanza -agregó-, para que, cuando desborde, llueva en la tierra!
Y eso fue.

Pero faltaba algo más. Faltaba el hombre, pues el Hacedor no estaba satisfecho con las criaturas animales que creara. Eran incapaces de comprender las maravillas de su obra. Y así subió un día al cráter del volcán, llevándose una porción de barro del valle. Al borde de esa descomunal boca de la montaña, modeló un muñeco que parecía un hombre. Luego, en la gran hornilla del coloso prendió fuego y puso a cocer la figura antropomorfa, obteniendo lo que quería. Le bastó solamente el soplo de su alegría para que el muñeco sea el mismísimo hombre pleno de vida e inteligencia, a quien el Hacedor le regaló cuanto había creado antes, y además una compañera para que la raza propia se multiplique y pueble sus inmensos dominios.


Señales del relato.

Arcángel Gabriel
Isabel de Santiago
(ecuatoriana, 1660 - 1714)
El relato circula actualmente en varias comunidades aborígenes de América Central y en el norte de América del Sur. Es claramente sincrético, pues asimila distintas tradiciones que confluyeron en ese lugar. Esto muestra que muchos aspectos de las tradiciones van más allá de los grupos humanos en donde se originan. Las concepciones que se reflejan en los cuentos populares suelen tener valores reconocibles por otras comunidades humanas, y a veces alcanzan a ser universales.

El cuento referido tiene varios indicios que nos ayudan a entender cómo concibe la realidad presente. Tal como se dijo al comienzo, este tipo de relato apunta a que el interlocutor entienda cómo es el mundo en el cual vive. Así como el niño aprende de sus padres cómo obrar en su vida, en un proceso de muchos años, de la misma manera los grupos humanos aprenden, de sus maestros de sabiduría, cómo entender su entorno para poder vivir en él.

Lo primero que resulta de la lectura de cuento es que se considera que todas las cosas tienen un valor extraordinario, son sorprendentes y casi inexplicables. Esto abarca el firmamento, las plantas, los animales, los hombres, el viento y el agua, en todas sus formas. Para expresar esta admiración se atribuye la hechura de todas las cosas a un ser superior en bondad. Es importante notar que el relato no discute sobre la existencia de un ser divino, sino que viendo todo lo que hay no puede menos que concebir la presencia de alguien que ha realizado todo. El ser supremo es destacado en su bondad, más que en su poder.

Los beneficios del Hacedor son inmensos. Viste la tierra de plantas, acompaña al viento con los pájaros y los insectos, calma la sed de los vegetales con el agua, despliega el firmamento para los astros y le da un río para que llueva sobre la tierra. Cada acción del Hacedor es una enseñanza para nuestro tiempo. Las plantas son necesarias para la belleza de la tierra, hay que calmar su sed regándola todos los días, el ritmo de los astros permite ordenar nuestra vida y la lluvia es un beneficio para todos.

Composición Indigenista
Camilo Egas
(ecuatoriano, 1889-1962)
El relato también habla del hombre. Dice que nuestra característica principal es buscar comprender las maravillas, nuestra capacidad de asombro. Todo nos llama la atención, queremos siempre saber más, cada uno siguiendo sus propios intereses en el inmenso cosmos en el cual estamos viviendo.

Nosotros, los hombres de hoy, estamos hechos de barro, lo que nos une a la Tierra y nos da un sentimiento de pertenencia al universo. Somos de la misma materia de todas las cosas, por lo que no deberíamos sentirnos extraños en el universo, o totalmente distintos a las cosas que nos rodean. Por el contrario, estamos unidos al cosmos por origen, y también compartimos el mismo destino. La cocción en el horno del volcán es otra señal que el cuento nos da, para que logremos vencer el temor que nos producen los volcanes activos, y podamos comprender que la “cocina” de nuevos seres continúa.

Y lo que da vida a este muñeco es el soplo de alegría que nos brinda el bondadoso ser supremo. Nuestra vida es alegría, fuente y sentido de toda la existencia. Es lo que nos hace intuir la trascendencia de la vida diaria y nos ayuda a entender que si alguien, como el supremo Hacedor, crea todas las cosas y las sostiene, lo hace por bondad. La alegría nos hace comprender que la vida y todo movimiento en el universo es causado solamente por la bondad.  

Verticalidad en blanco y verde
Enrique Tábara
(ecuatoriano, n. en 1930)