Los orígenes del hoy.
Mesa de Chamanes Cultura Jama Coaque (Ecuador, 400 aC - 1400 dC) |
Los cuentos se sitúan fuera del
tiempo histórico. A veces las situaciones que narran están cerca
de la vida cotidiana, otras veces muy distantes . Con este método,
logran transmitir una enseñanza o un simple ejemplo que cualquiera
puede aplicar a la vida corriente.
Algunos cuentos hablan del origen de
los seres humanos y de las cosas del universo, como si hubiesen
sucedido hace mucho tiempo, incluso antes de la historia de la
humanidad tal como la conocemos. En realidad, esto es una forma de
expresión cuya única intención es hablar del presente. No hay
ninguna pretensión de explicar cómo empezaron las cosas, sino de
mostrar cómo son ahora.
Del mismo modo hay otro género de
cuentos que nos habla de un futuro lejano, a veces catastrófico,
otras veces de plenitud. En realidad nadie ha podido ir a espiar el
futuro. Aunque hablan de lo que sucederá en otro tiempo, las
enseñanzas son para el presente, para el tiempo actual.
La siguiente narración se enmarca en
una de las características descriptas: los relatos que tratan de
explicar cómo es la realidad actual a partir comienzo antes del
tiempo.
La Creación de la Tierra y el Cielo
Fue el bondadoso Hacedor quien creó
la tierra. Pero ésta, al principio, estaba completamente desnuda.
Era necesario vestirla y la vistió con selva de árboles gigantes y
plantas menores que iban a dar los más variados frutos.
Los Negros de Esmeraldas Andrés Sánchez de Gallque (ecuatoriano, s. XVI) |
Entre las ramas altas silbaba el
viento solitario, unas veces como bestia salvaje, otras como pájaro
llorón, y otras al modo del zumbido de las moscas. Entonces el
Hacedor dijo:
-¡Mi creación está todavía
incompleta!... ¡Ahora corran cuadrúpedos y serpientes por el suelo!
¡Puéblense los árboles de pájaros cantores! ¡Vuelen y anden los
insectos por donde quieran o puedan!
Y eso fue.
La tierra no estaba completa
todavía. Algo más faltaba. Entonces el Hacedor subió a la copa del
árbol más alto llevando en su diestra una hermosa jarra de oro. Con
sus ojos divinos contempló su obra y notó que la flora inmensa se
moría de sed.
-¡Sean los ríos y los lagos!
–dijo. Y volcó su jarra llena de agua milagrosa sobre el suelo; y
los ríos y los lagos fueron.
Faltaba algo más. De algún rincón
secreto sacó una tela finísima de color azul, la echó hacia la
altura y, sopla que sopla, la extendió en una comba infinita
cubriendo la tierra con el cielo.
-¡Sobre este firmamento brillarán
el Sol, la Luna y las estrellas, y cruzará el río Nayanza -agregó-,
para que, cuando desborde, llueva en la tierra!
Y eso fue.
Pero faltaba algo más. Faltaba el
hombre, pues el Hacedor no estaba satisfecho con las criaturas
animales que creara. Eran incapaces de comprender las maravillas de
su obra. Y así subió un día al cráter del volcán, llevándose
una porción de barro del valle. Al borde de esa descomunal boca de
la montaña, modeló un muñeco que parecía un hombre. Luego, en la
gran hornilla del coloso prendió fuego y puso a cocer la figura
antropomorfa, obteniendo lo que quería. Le bastó solamente el soplo
de su alegría para que el muñeco sea el mismísimo hombre pleno de
vida e inteligencia, a quien el Hacedor le regaló cuanto había
creado antes, y además una compañera para que la raza propia se
multiplique y pueble sus inmensos dominios.
Señales del
relato.
Arcángel Gabriel Isabel de Santiago (ecuatoriana, 1660 - 1714) |
El
relato circula actualmente en varias comunidades aborígenes de
América Central y en el norte de América del Sur. Es claramente
sincrético, pues asimila distintas tradiciones que confluyeron en
ese lugar. Esto muestra que muchos aspectos de las tradiciones van
más allá de los grupos humanos en donde se originan. Las
concepciones que se reflejan en los cuentos populares suelen tener
valores reconocibles por otras comunidades humanas, y a veces
alcanzan a ser universales.
El
cuento referido tiene varios indicios que nos ayudan a entender cómo
concibe la realidad presente. Tal como se dijo al comienzo, este
tipo de relato apunta a que el interlocutor entienda cómo es el
mundo en el cual vive. Así como el niño aprende de sus padres cómo
obrar en su vida, en un proceso de muchos años, de la misma manera
los grupos humanos aprenden, de sus maestros de sabiduría, cómo
entender su entorno para poder vivir en él.
Lo primero que resulta de la lectura de cuento es que se considera
que todas las cosas tienen un valor extraordinario, son sorprendentes
y casi inexplicables. Esto abarca el firmamento, las plantas, los
animales, los hombres, el viento y el agua, en todas sus formas.
Para expresar esta admiración se atribuye la hechura de todas las
cosas a un ser superior en bondad. Es importante notar que el
relato no discute sobre la existencia de un ser divino, sino que
viendo todo lo que hay no puede menos que concebir la presencia de
alguien que ha realizado todo. El ser supremo es destacado en su
bondad, más que en su poder.
Los beneficios del Hacedor son inmensos. Viste la tierra de
plantas, acompaña al viento con los pájaros y los insectos, calma
la sed de los vegetales con el agua, despliega el firmamento para los
astros y le da un río para que llueva sobre la tierra. Cada acción
del Hacedor es una enseñanza para nuestro tiempo. Las plantas son
necesarias para la belleza de la tierra, hay que calmar su sed
regándola todos los días, el ritmo de los astros permite ordenar
nuestra vida y la lluvia es un beneficio para todos.
Composición Indigenista Camilo Egas (ecuatoriano, 1889-1962) |
El relato también habla del hombre. Dice que nuestra
característica principal es buscar comprender las maravillas,
nuestra capacidad de asombro. Todo nos llama la atención, queremos
siempre saber más, cada uno siguiendo sus propios intereses en el
inmenso cosmos en el cual estamos viviendo.
Nosotros, los hombres de hoy, estamos hechos de barro, lo que nos
une a la Tierra y nos da un sentimiento de pertenencia al universo.
Somos de la misma materia de todas las cosas, por lo que no
deberíamos sentirnos extraños en el universo, o totalmente
distintos a las cosas que nos rodean. Por el contrario, estamos
unidos al cosmos por origen, y también compartimos el mismo destino.
La cocción en el horno del volcán es otra señal que el cuento nos
da, para que logremos vencer el temor que nos producen los volcanes
activos, y podamos comprender que la “cocina” de nuevos seres
continúa.
Y lo que da vida a este muñeco es el soplo de alegría que nos
brinda el bondadoso ser supremo. Nuestra vida es alegría, fuente y
sentido de toda la existencia. Es lo que nos hace intuir la
trascendencia de la vida diaria y nos ayuda a entender que si
alguien, como el supremo Hacedor, crea todas las cosas y las
sostiene, lo hace por bondad. La alegría nos hace comprender que la
vida y todo movimiento en el universo es causado solamente por la
bondad.
Verticalidad en blanco y verde Enrique Tábara (ecuatoriano, n. en 1930) |