domingo, 9 de febrero de 2014

DOS CAMPESINOS

Paisano vasco con vaca y ternera
Aurelio Bibiano de Arteta y Errasti
(vasco, 1879-1940)
El cuento.

Un tranquilo y taciturno campesino vigilaba a dos vacas que pastaban en un prado, y no hacía nada más.
Otro campesino, que pasaba por allí, se sentó en un pequeño muro que delimitaba el prado, permaneció un momento en silencio (en ese país las conversaciones son lentas y muy pensadas) y finalmente preguntó:
-¿Comen bien las vacas?
-¿Cuál de ellas? -dijo el otro.
El campesino que estaba de paso, un poco desconcertado por la pregunta, dijo entonces al azar:
-La blanca.
-La blanca sí -dijo el primero.
-¿Y la negra?
-La negra también.
Tras ese primer intercambio, los dos hombres permanecieron durante un buen rato sin hablar, la mirada perdida en el familiar paisaje, las montañas, el pueblo.

Entonces el segundo campesino preguntó:
-¿Y dan mucha leche?
-¿Cuál de ellas? -contestó el otro.
-La blanca.
-La blanca sí.
-¿Y la negra?
-La negra también.
A lo que siguió otro silencio, que duró tanto como los otros, en el transcurso de lo cual los dos hombres no se miraron. Sólo se oía el apacible sonido de las dos vacas que pastaban.

Finalmente el segundo campesino rompió el silencio y dijo:
-Pero, ¿por qué siempre me preguntas "cuál de ellas"?
-Porque -contestó el primero-, la blanca es mía.
-Ah -dijo el otro.
Reflexionó un poco y preguntó para acabar, no sin una oculta aprensión:
-¿Y la negra?
-La negra también.
Fresco de la Iglesia de San Telmo
(San Sebastián, siglo XVI)
 La conversación

            El cuento presentado tiene origen en la región vasca de España.  Tiene mucha gracia, por eso la lectura debe ser pausada.  La escena es como un juego de niños, que se basa en la reiteración de la mirada, y en la precisión de las observaciones.  Y como sucede con frecuencia cuando se juega con niños, se suele exasperar el adulto, que por lo general aplica más la lógica que la intuición.

Sin título
José Luis Zumeta
(vasco, n. en 1939)
            Cuando se busca el origen de la palabra “conversación”,  nos encontramos que implica un intercambio, algo que se asemeja a “realizar giros juntos”.  Por eso, en pueblos que hablaban en latín, la conversación era un intercambio de cosas que eran intensamente usadas por uno y por otro.  Es el uso común y frecuente de objetos, lo que llevó al término a designar intimidad, el estar unos con otros.

            Un “conversador” en la antigüedad era un comensal, que comparte una comida, una reunión con otros.  Para referirse a la conversación tal como la entendemos en nuestro tiempo, se hablaba de “sermo” en latín, que se acerca a la realidad del diálogo, centrado en el uso de la palabra.

            En la historia presentada están las dos realidades.  Por un lado, el estar juntos intercambiando perspectivas, miradas.  Aquí, lo que se está compartiendo es el símbolo de la vaca, una negra y otra blanca.  No hay intenciones explicativas, sino observaciones directas de la realidad.  Si se sigue lo central de los tres momentos, vemos que la primera observación es sobre la comida de las vacas, la segunda es sobre si dan leche, un alimento importante para la vida humana, y la tercera es una observación sobre la propiedad.

            El segundo aspecto, el del uso de la palabra, que permite que los dos campesinos tengan un intercambio, una interrelación en la soledad de un lugar abierto.  Los dos campesinos emiten palabras, que en realidad son sonidos transformados en sentido mediante la cultura.  La humanidad no surgió sabiendo “palabras” sino que las fue inventando de a poco, de tal manera que todos los que estaban en un mismo lugar, al escuchar determinado sonido, supieran qué es “lo que se quería decir”.  El diálogo nos remite al origen y nos recuerda el largo y sinuoso camino común de lograr entendernos.


            Del cuento también podemos rescatar a “la vaca”.  Es un animal muy noble, que nos ha llenado de bienes.  En todas las culturas es una de las representaciones de la Madre Tierra, que nos brinda variedad de alimentos para que vivamos.  Es figura de la abundancia y dadora de riquezas.  Por esta razón, es venerada en algunas regiones de nuestro planeta como un animal sagrado.


Sin título
José Luis Zumeta
(vasco, nacido en 1939).