domingo, 22 de junio de 2014

NADA

El químico de Ampurdán en busca de absolutamente nada
Salvador Dalí (español, 1904-1989)


Un individuo miserable y andrajoso, que se parecía mucho a un mendigo, entro un día en el palacio del califa de Bagdad en ausencia de este y se sentó sin vacilar en el trono vacío. Los guardias, adivinando algo insólito y tal vez sobrenatural, no se atrevieron a echarlo a la calle. Llamaron al chambelán, que acudió enseguida y le pregunto al hombre de los harapos:
- ¿Sabes que estas ocupado el trono del califa de los abasíes, que es el emir de los creyentes?

- Si, lo sé.

- ¿Y sabes quién es el califa?

- Lo sé y yo estoy por encima de él.

El chambelán reflexiono un instante.

Después, alzando el tono, le dijo:
- ¿Has perdido la razón a causa de tu pobreza? ¿Es que no sabes que por encima del califa no está más que el profeta Mahoma?
Nada brillante
Sam Francis
(norteamericano, 1923-1994)

-Lo sé- dijo el harapiento.

-¿Y sabes quién es el Profeta?

-Lo sé y yo estoy por encima de él.

Los guardias parecían escandalizados. Blandían sus armas para descargarlas sobre el intruso, que se mostraba muy tranquilo y seguro de sí mismo. El chambelán los detuvo con un gesto y formulo una última pregunta:
 - ¿No sabes que por encima del profeta Mahoma solo está Dios?

- Lo sé- respondió el mendigo.

- ¿Y no sabes quién es Dios?

- Lo sé y yo estoy por encima de él.

- ¿Por encima de Dios? ¿Sabes lo que estás diciendo? ¡Por encima de Dios no hay nada!

- Lo sé- dijo el hombre de los harapos sin moverse del trono. - Y precisamente yo soy ese nada.


Para meditar

         El origen de la palabra “nada” encierra una sorpresa.  Es una forma del participio pasivo del verbo latino “nasci”, cuyo femenino singular  es “nata”, en nuestra lengua, “nacida”.
Nada. El evento contará
Francisco Goya
(español, 1746-1828)

         “Nada” se derivó de la expresión latina “res nata”, “cosa nacida”, que pasó al castellano como “nada cosa” y, posteriormente, “nada”.

Un estudioso de nuestro tiempo observa que expresiones como “no hizo nada cosa” se utilizan hasta hoy en el castellano hablado en los estados norteamericanos de Colorado y Nuevo México, ricos en expresiones consideradas arcaicas por el resto de la comunidad hispanohablante.

La palabra “nada” nos lleva a considerar nuestro nacimiento.  El pordiosero del cuento nos sitúa en relación con lo definitivo de la realidad, con lo que está siempre.  Que hayamos nacido indica que no estaremos siempre, en esta condición individual.  Sabemos que nuestra vida en la tierra es temporal. 
Trabajo 53-70-A (Nada)
Maki Haku
(japonés, 1924-2000)

Pero el mismo cuento nos ayuda a entender otro aspecto de nuestra contingencia.  Nos lleva a ponernos ante el Infinito, ante el Ser que no cambia, que es pleno y eterno.  El ser humano cobra valor y sentido en esta relación.  El pordiosero comprender muy bien esta relación, y por eso se sienta en el lugar más importante del más destacado de los banquetes.  Es como dice Blaise Pascal (francés, 1623-1662): “¿Qué es el hombre dentro de la naturaleza? Nada con respecto al infinito. Todo con respecto a la nada. Un intermedio entre la nada y el todo.”

Los místicos de las distintas religiones se ocupan de estos temas aparentemente complicados.  La consideración de nuestra esencia como nada, como lo hace el pordiosero del cuento, se parece al Maestro Eckhart (alemán, 1260-1328) cuando expresa: “en manera alguna debemos suponer a Dios fuera de nosotros mismos, sino que por el contrario debemos considerarlo como nuestro propio bien, como una Realidad que nos pertenece. No debemos servir ni actuar por una recompensa cualquiera, ni por Dios ni por nuestro honor, ni por ningún bien exterior a nosotros, sino únicamente por amor a lo que es nuestra propia esencia y nuestra propia vida y que reside en nosotros.”


Si nos pensamos como entes individuales, la nada nos llena de angustia.  Si consideramos nuestra relación con el Infinito, entonces nos espera el banquete para sentarnos en el lugar más noble.  Una meditación de la que vale la pena ocuparse.


Aquellos que no tienen nada que perder
Pavel Filonov
(ruso, 1883-1941)

domingo, 8 de junio de 2014

EL ÍDOLO DEL REY

Intriga
James Ensor (belga, 1860-1949)

Había una vez un rey violento, ignorante e idólatra. Un día juró que si su ídolo personal le concedía cierto beneficio, él apresaría a  las primeras tres personas que pasaran por su castillo y las obligaría a consagrarse al culto del ídolo.

Naturalmente, el deseo del rey se cumplió, y enseguida envió a unos soldados a la carretera para que le llevaran a las tres primeras personas que encontraran.
Las tres personas fueron un erudito, un noble y una prostituta.

Cuando los arrojaron a los pies del ídolo, el rey trastornado les contó su voto y les ordenó que se doblegaran ante la imagen.

El erudito dijo: “Esta situación cae, sin duda, dentro de la doctrina de “fuerza mayor”. Hay numerosos precedentes que permiten que uno parezca estar de acuerdo con una costumbre si se le obliga, sin que exista en modo alguno una culpabilidad real de tipo legal o moral.” Así que le hizo una profunda reverencia al ídolo.

El noble, cuando llegó su turno, dijo: “Como persona especialmente protegida, por cuyas venas corre la sangre de familia de alto rango, mis propias acciones purifican todo lo que haga, y por tanto nada impide que actúe como me pide este hombre.” Y se inclinó ante el ídolo.

La prostituta dijo: “¡Ay de mí!, yo no tengo ni formación intelectual ni prerrogativas especiales, y por ese me temo que, me hagas lo que me hagas, no puedo adorar a este ídolo, ni siguiera de forma fingida.”

Antes esta respuesta, la enfermedad del rey desapareció súbitamente. Como por arte de magia se dio cuenta del engaño de los dos adoradores de la imagen. Mandó decapitar al erudito y al noble y liberó a la prostituta.


Las máscaras

         El verbo “idolatrar” se empezó a usar en el mundo cristiano primitivo para describir a gente de otras religiones que usaban esculturas o figuras para adorar a la divinidad.  Durante los primeros siglos cristianos se mantuvo la prohibición de usar imágenes para el culto.  Pasado el tiempo, esto no se pudo mantener pues el ser humano siempre busca la representación material aún para las cuestiones más espirituales, como queda muy claro con el ejemplo del arte en cualquiera de sus disciplinas.
El iconoclasta
Domenico Morelli
(italiano, 1826-1901)

         Con el tiempo, en la Iglesia se produjo una división profunda en bandos que lucharon entre sí, a veces con ferocidad.  Por un lado estaban los que adoraban imágenes de Santos, de la Virgen, de Jesucristo, que por lo general eran colocados en los templos o en los cementerios.  Como adversarios estaban los “iconoclastas”, aquellos que “destrozaban las imágenes”. 

         La palabra “idolatría” está compuesta de dos términos.  Uno es “ídolo” y el otro “latría”, ambos provenientes del griego.

         “Ídolo” significa imagen, representación, retrato, visión.  Proviene de palabras griegas, entre ellas, “éidos”, que significa “aspecto”.  De aquí vienen algunas las palabras terminadas en “oide”, como es “romboide”: tiene el aspecto de un rombo, pero no lo es.  También tienen este origen “idea”, que es una imagen de la realidad, y también “ideología”.

         Por su lado, “latría” es rendir culto religioso, con ritos, sacrificios o cantos.  Si este culto se refiere a alguna representación, persona, organización, ideología o institución se lo llama “idolatría”.  También se aplica a la adoración del propio yo, la “egolatría”.

         El cuento presenta sin nombrar, sobre esta base idolátrica, el tema de la hipocresía.  Este defecto tan común en nuestro tiempo, significa “actuar o fingir una respuesta”.  En el origen del término también alude a “responder con máscaras”.  
Idolo arcaico
Mark Rothko
(letón, 1903-1970)

         La hipocresía consta de dos operaciones, la simulación y el disimulo, que es mostrar lo que se desea y por otro lado ocultar lo que no se quiere mostrar.  Enseguida, este vicio queda relacionado con la mentira y el engaño.

         Junto a la violenta prepotencia del rey se colocan el erudito y el noble con sendos asentimientos engañosos, complicidades mentirosas.  Son los que podrían oponerse al rey, y sin embargo, se someten con fines egoístas.

         El cuento presenta a la prostituta como alguien que plantea la verdad y se enfrenta a la autoridad abusiva del monarca.  Esto es una ironía, pues en las enseñanzas religiosas de la Biblia se representaba al pueblo idólatra como una prostituta, que se entregaba a los hombres por dinero.  Aquí, ella es la que se expresa con claridad, aunque percibe el peligro para su propia vida.

         De alguna manera, la idolatría genera simulación y disimulo, lleva a la hipocresía.  Para evitar esto, el culto debe brotar del santuario de la propia conciencia y de una auténtica intuición del corazón, de tal manera que nuestra piedad sea sincera.


Noche Espíritu
John Hoyland (inglés, 1934-2011)