El químico de Ampurdán en busca de absolutamente nada Salvador Dalí (español, 1904-1989) |
Un individuo miserable y andrajoso,
que se parecía mucho a un mendigo, entro un día en el palacio del califa de
Bagdad en ausencia de este y se sentó sin vacilar en el trono vacío. Los
guardias, adivinando algo insólito y tal vez sobrenatural, no se atrevieron a
echarlo a la calle. Llamaron al chambelán, que acudió enseguida y le pregunto
al hombre de los harapos:
- ¿Sabes que estas ocupado el trono
del califa de los abasíes, que es el emir de los creyentes?
- Si, lo sé.
- ¿Y sabes quién es el califa?
- Lo sé y yo estoy por encima de
él.
El chambelán reflexiono un
instante.
Después, alzando el tono, le dijo:
- ¿Has perdido la razón a causa de
tu pobreza? ¿Es que no sabes que por encima del califa no está más que el
profeta Mahoma?
Nada brillante Sam Francis (norteamericano, 1923-1994) |
-Lo sé- dijo el harapiento.
-¿Y sabes quién es el Profeta?
-Lo sé y yo estoy por encima de él.
Los guardias parecían
escandalizados. Blandían sus armas para descargarlas sobre el intruso, que se
mostraba muy tranquilo y seguro de sí mismo. El chambelán los detuvo con un
gesto y formulo una última pregunta:
- ¿No sabes que por encima del profeta Mahoma
solo está Dios?
- Lo sé- respondió el mendigo.
- ¿Y no sabes quién es Dios?
- Lo sé y yo estoy por encima de
él.
- ¿Por encima de Dios? ¿Sabes lo
que estás diciendo? ¡Por encima de Dios no hay nada!
- Lo sé- dijo el hombre de los
harapos sin moverse del trono. - Y precisamente yo soy ese nada.
Para meditar
El origen de la palabra “nada” encierra
una sorpresa. Es una forma del
participio pasivo del verbo latino “nasci”,
cuyo femenino singular es “nata”, en nuestra lengua, “nacida”.
Nada. El evento contará Francisco Goya (español, 1746-1828) |
“Nada” se derivó de la expresión latina
“res nata”, “cosa nacida”, que pasó
al castellano como “nada cosa” y, posteriormente, “nada”.
Un
estudioso de nuestro tiempo observa que expresiones como “no hizo nada cosa” se
utilizan hasta hoy en el castellano hablado en los estados norteamericanos de
Colorado y Nuevo México, ricos en expresiones consideradas arcaicas por el
resto de la comunidad hispanohablante.
La
palabra “nada” nos lleva a considerar nuestro nacimiento. El pordiosero del cuento nos sitúa en relación
con lo definitivo de la realidad, con lo que está siempre. Que hayamos nacido indica que no estaremos
siempre, en esta condición individual. Sabemos
que nuestra vida en la tierra es temporal.
Trabajo 53-70-A (Nada) Maki Haku (japonés, 1924-2000) |
Pero
el mismo cuento nos ayuda a entender otro aspecto de nuestra contingencia. Nos lleva a ponernos ante el Infinito, ante
el Ser que no cambia, que es pleno y eterno.
El ser humano cobra valor y sentido en esta relación. El pordiosero comprender muy bien esta
relación, y por eso se sienta en el lugar más importante del más destacado de
los banquetes. Es como dice Blaise
Pascal (francés, 1623-1662): “¿Qué es el hombre dentro de la naturaleza? Nada
con respecto al infinito. Todo con respecto a la nada. Un intermedio entre la
nada y el todo.”
Los
místicos de las distintas religiones se ocupan de estos temas aparentemente
complicados. La consideración de nuestra
esencia como nada, como lo hace el pordiosero del cuento, se parece al Maestro
Eckhart (alemán, 1260-1328) cuando expresa: “en manera alguna debemos
suponer a Dios fuera de nosotros mismos, sino que por el contrario debemos
considerarlo como nuestro propio bien, como una Realidad que nos pertenece. No
debemos servir ni actuar por una recompensa cualquiera, ni por Dios ni por
nuestro honor, ni por ningún bien exterior a nosotros, sino únicamente por amor
a lo que es nuestra propia esencia y nuestra propia vida y que reside en
nosotros.”
Si
nos pensamos como entes individuales, la nada nos llena de angustia. Si consideramos nuestra relación con el
Infinito, entonces nos espera el banquete para sentarnos en el lugar más
noble. Una meditación de la que vale la
pena ocuparse.
Aquellos que no tienen nada que perder Pavel Filonov (ruso, 1883-1941) |