Serpientes
cara a cara (susurrador de una serpiente)
Nicholas Roerich (ruso,
1874-1947)
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No
demasiado lejos de un camino había una temible serpiente que picaba de muerte a
todos aquellos que pasaban cerca de ella.
Los habitantes fueron en delegación a ver a un sabio para quejarse de la
ferocidad del animal, que no tenía la más mínima necesidad de todas aquellas
muertes para sobrevivir.
El
sabio fue a ver a la serpiente y consiguió que ésta lo escuchara. El respetable hombre reprendió largamente al
animal y le explicó que no había justificación posible para su conducta, en
ninguno de los tres mundos, y que por consiguiente aquélla no era más que una
lamentable muestra de esas fuerzas de destrucción que golpean y cubren de duelo
la tierra.
El
sabio encontró palabras tan profundas, imágenes tan fuertes, que la serpiente
quedó trastornada. Su corazón vio la luz
y juró que no volvería a matar inútilmente, que sería otra serpiente.
Serpiente
Maria Primachenko
(ucraniana, 1908-1997)
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Y
mantuvo su palabra.
El
terrorífico reptil se convirtió en una especie de gusano largo y lacio,
delgado, desprovisto de toda energía, que ni osaba tragar un insecto. La gente del pueblo se burlaba de su
debilidad y decían, olvidado ya el pasado: “¿Para qué ser una serpiente? ¿Para qué ese veneno y esos colmillos?”. Y los niños le tiraban piedras y reían.
Al
cabo de un tiempo de aquella vida de abstinencia, en el que la satisfacción del
espíritu y la paz del corazón no conseguían contrarrestar la debilidad extrema
del cuerpo y las heridas recibidas, la serpiente consiguió arrastrarse hasta la
choza del sabio, a quien le contó su nueva situación.
- He hecho todo lo que me prescribiste –dijo la
serpiente-. He renunciado a mi vida
criminal. Pero tengo la impresión de que
ya no soy yo, porque ya no suscito miedo en los corazones de la gente. Como ya no me temen, me desprecian y me
golpean. Me siento desgraciada. ¿Qué puedes decirme?
- Lo que te puedo decir es muy simple –le
contestó el venerable-. Te prohibí matar
sin razón y atacar a cualquiera. Pero
¿te prohibí silbar?
Un
símbolo actual
El
cuento es originario de India. Tiene como
protagonista a una serpiente, un símbolo que conserva vigencia en toda la
humanidad. Es imposible saber por qué
ocurre esto, pero lo importante a tener en cuenta es que tiene muchos
significados y, a veces, contrarios entre ellos. En algunos momentos es un
típico símbolo del mal, y en otros representa un bien para el ser humano como,
por ejemplo, en el signo de la medicina, un bastón rodeado de dos serpientes.
Noctua, Corvus, Hydra,
Fili
Kiki Smith
(alemana, n. en 1954) |
La
serpiente es una criatura fría, sin patas, ni pelos, ni plumas, por lo que se
la pone al comienzo de la escala animal.
Esta dimensión animal culmina con el ser erguido, completo, que es el
hombre. Al estar en los polos extremos
de la escala animal, se los puede percibir como opuestos. Esta oposición “hombre-serpiente” encierra
dos aspectos, por un lado la complementariedad y por otro, la abierta
enemistad. El cuento es una muestra de
la búsqueda de un sabio equilibrio.
La
protagonista es un animal vertebrado.
En la interpretación más común, encarna la psique inferior, el psiquismo
oscuro, lo raro, incomprensible, o misterioso.
Es eso que el ser humano tiene de tenebroso, inmanejable y que nos
produce temor. Es lo que no dominamos en
nuestro interior, y que muchas veces nos sorprende causándonos miedo y
vergüenza. También, la serpiente se
manifiesta como una fuerza inmensa, que da plenitud a los sentidos y nos acerca
a los estados más elevados del ser humano.
Eurídice y
su serpiente,
dos bailarines de tango, y San Francisco
Florine Stettheimer
(norteamericana, 1871-1944) |
En
tradiciones orientales, como en la India, se enseña que la fuerza vital es como
una serpiente que está en la base de nuestra columna vertebral. Por ella, va subiendo y despertando los
centros de nuestro ser, desde aquellos más pasionales de lo cotidiano e
inmediato, hasta los más sublimes, que con fogosidad y fuerza nos unen al
universo entero. Si nos fijamos bien en
el relato, vemos que el argumento del sabio abarca “los tres mundos”, que es el
camino de la fuerza vital.
Desde
hace siglos, al símbolo de la serpiente se lo ha condenado a significar
solamente el mal, lo despreciable, lo que debe ocultarse. Pero el sabio le ha enseñado a que conserve
su silbido. De esta manera, en nuestro
tiempo hemos dejado de burlarnos de lo desconocido, y a la vez no tememos en
exceso. Debemos dejar que la serpiente
vaya activando nuestra vinculación con lo que está a nuestra altura, con lo que
está por debajo, y con lo que está por arriba.
Como dijo Jesús: “sean astutos como serpientes y sencillos como palomas”
(Evangelio según San Mateo, capìtulo 10, versículo 16).
El
hombre-gato verde y las serpientes voladoras
Twins Seven Seven
(nigeriano, 1944-2011) |