Vida
Rabi Narayan
Gupta
(indio, n.
en 1975)
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Un buscador
occidental llegó a Calcuta. En su país había recibido noticias de un elevado
maestro espiritual llamado Baba Gitananda. Después de un agotador viaje en tren
de Delhi a Calcuta, en cuanto abandonó la abigarrada estación de la ciudad, se
dirigió a un cooli para preguntarle sobre Baba Gitananda. El cooli nunca había
oído hablar de este hombre.
El occidental
preguntó a otros coolíes, pero tampoco habían escuchado nunca ese nombre. Por
fortuna, y finalmente, un cooli, al ser inquirido, le contestó:
--Sí, señor, conozco al maestro espiritual
por el que preguntas.
El extranjero
contempló al cooli.
Era un hombre muy
sencillo, de edad avanzada y aspecto de pordiosero.
--¿Estás seguro de que conoces a Baba
Gitananda? -preguntó, insistiendo.
--Sí, lo conozco bien -repuso el cooli.
--Entonces, llévame hasta él.
El buscador
occidental se acomodó en el carrito y el cooli comenzó a tirar del mismo.
Mientras era transportado por las atestadas calles de la ciudad, el extranjero
se decía para sus adentros: “Este pobre hombre no tiene aspecto de conocer a
ningún maestro espiritual y mucho menos a Baba Gitananda. Ya veremos dónde
termina por llevarme”.
Después de un
largo trayecto, el cooli se detuvo en una callejuela tan estrecha por la que
apenas podía casi pasar el carrito. Jadeante por el esfuerzo y con voz
entrecortada, dijo:
--Señor, voy a mirar dentro de la casa. Entra
en unos instantes.
Sin título
Akkitham
Narayanan
(indio, n. en 1939) |
El occidental
estaba realmente sorprendido. ¿Le habría conducido hasta allí para robarle o,
aún peor, incluso para que tal vez le golpearan o quitaran la vida? Era en
verdad una callejuela inmunda. ¿Cómo iba a vivir allí Baba Gitananda ni ningún
mentor espiritual? Vaciló e incluso pensó en huir. Pero, recurriendo a todo su
coraje, se decidió a bajar del carrito y entrar en la casa por la que había
penetrado el cooli. Tenía miedo, pero trataba de sobreponerse. Atravesó un
pasillo que desembocaba en una sala que estaba en semipenumbra y donde olía a
sándalo. Al fondo de la misma, vio la silueta de un hombre en meditación
profunda. Lentamente se fue aproximando al yogui, sentado en posición de loto
sobre una piel de antílope y en actitud de meditación.
¡Cuál no sería su
sorpresa al comprobar que aquel hombre era el cooli que le había conducido hasta
allí! A pesar de la escasa luz de la
estancia, el occidental pudo ver los ojos amorosos y calmos del cooli, y
contemplar el lento movimiento de sus labios al decir:
--Yo soy Baba Gitananda. Aquí me tienes,
amigo mío.
No son tres partes
El término “cooli” se le aplicaba a la población nativa de
Asia, especialmente del sur de China o de la India, que trabajaban en
emprendimientos coloniales europeos.
Suplieron la mano de obra cuando se prohibió la esclavitud en el siglo
XIX, con condiciones tan lamentables como la de los esclavos. Este apodo también se aplicó a los
trabajadores más bajos de la India.
Llegó a ser como un insulto racial.
Jornada I
Jagdish Swaminathan
(indio, 1928-1994)
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En el “cooli” del cuento se vislumbran los tres aspectos
inseparables del ser humano: cuerpo, alma, espíritu. Son principios, polos, que están en todo
hombre. Cada ser humano es cuerpo, es
alma y es espíritu al mismo tiempo e inseparablemente. Los artefactos tienen partes, no el hombre.
Se usa la analogía del círculo para entender mejor la triple
dimensión humana. Un círculo tiene tres
aspectos inseparables: el centro, la circunferencia y la superficie
circular. Para que sea un círculo no
puede faltar ninguno de estos elementos geométricos, los cuales están
relacionados y dependen de los otros. La
circunferencia es una línea cuyos puntos están a igual distancia del
centro. La superficie circular está
limitada por la circunferencia e incluye al centro. El centro es un punto inmaterial, pero sin la
circunferencia y la superficie circular no sería identificable.
Sin título
Nand Katyal
(pakistaní,
n. en 1935)
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La superficie circular es lo que se ve, lo que manifiesta al
círculo, y lo podemos relacionar con el cuerpo.
Lo que rodea al círculo es la circunferencia, y a ella referimos la
conciencia, el alma del hombre. Es lo
que envuelve la vida humana. Finalmente está
el centro, que fácilmente lo identificamos con el espíritu en el hombre. Nuestro espíritu es lo que constituye nuestro
ser, toda nuestra vida está relacionada con el centro. Como en la figura geométrica, estos tres
polos son inseparables y constantemente dependientes entre sí. Tal es la unidad del ser humano, cuya vida
siempre es cuerpo, alma y espíritu, en cada tiempo y ocasión. Esto se aplica al más activo como al más pasivo,
al más sano como el más enfermo, al más simpático como al más antipático.
El buscador occidental del cuento se ve sorprendido por el
descubrimiento de que su transportador era un gran maestro. La sorpresa lo puede llevar a la admiración
del “cooli” activo, gentil y elevado maestro al mismo tiempo. Pero su descubrimiento quedaría incompleto si
no se diese cuenta que él es igual al “cooli”, que su ser único e irrepetible,
es la unidad de cuerpo, alma y espíritu.
El cuento nos conduce a conocernos a nosotros mismos.
Gravitación
en las relaciones
Jayanta
Maity
(bengalí, n.
en 1976)
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