sábado, 25 de enero de 2014

EL REY SABIO

Estatuillas de bronce del
Templo de los Obeliscos (Biblos, Líbano)
(fenicios, siglo VII a.C.)
Cuento de Khalil Gibran (libanés, 1883-1931)

Había una vez, en la lejana ciudad de Wirani, un rey que gobernaba a sus súbditos con tanto poder como sabiduría. Y le temían por su poder, y lo amaban por su sabiduría.

Había también en el corazón de esa ciudad un pozo de agua fresca y cristalina, del que bebían todos los habitantes; incluso el rey y sus cortesanos, pues era el único pozo de la ciudad.

Una noche, cuando todo estaba en calma, una bruja entró en la ciudad y vertió siete gotas de un misterioso líquido en el pozo, al tiempo que decía:

-Desde este momento, quien beba de esta agua se volverá loco.

A la mañana siguiente, todos los habitantes del reino, excepto el rey y su gran chambelán, bebieron del pozo y enloquecieron, tal como había predicho la bruja.

Y aquel día, en las callejuelas y en el mercado, la gente no hacía sino cuchichear:

-El rey está loco. Nuestro rey y su gran chambelán perdieron la razón. No podemos permitir que nos gobierne un rey loco; debemos destronarlo.

Aquella noche, el rey ordenó que llenaran con agua del pozo una gran copa de oro. Y cuando se la llevaron, el soberano ávidamente bebió y pasó la copa a su gran chambelán, para que también bebiera.

Y hubo un gran regocijo en la lejana ciudad de Wirani, porque el rey y el gran chambelán habían recobrado la razón.


El desafío del movimiento.

Pintura tumba Burj esh Shemali
(cerca de Tiro, s. II d.C.)
            Las comunidades humanas nunca permanecen iguales.  Están siendo desafiadas continuamente.  Si ese desafío es demasiado pequeño, la comunidad se empieza a anquilosar, a endurecer y finalmente se petrifica y muere.  Si la oposición que se le presenta es muy grande, entonces sucumbe ante el obstáculo y deja de existir.

            La comunidad del cuento comienza siendo muy estable.  El signo de su equilibrio es el gobierno de un rey, lo suficientemente poderoso para someter a todo el pueblo, y con la sabiduría necesaria para ejercer justicia.  Aparentemente un mundo ideal.

            Pero la vida pasa, y pone a los grupos humanos ante nuevas situaciones y horizontes.  Con simples notas advertimos esta realidad: la población crece, los más viejos mueren, se inventan nuevas cosas para mejorar la vida.  Esto sin contar otros aspectos que conmocionan la vida de la sociedad: los enojos, los chismes, las envidias, la ostentación, los excesos, la timidez.  Apenas pensemos un poco nos damos cuenta que ninguna comunidad humana puede permanecer igual a sí misma, más que un corto tiempo.

Ilustración para "El Profeta"
Khalil Gibran
            La bruja, un personaje oscuro para la consideración común, representa esas fuerzas extrañas a la comunidad, a veces externas y otras veces internas.  Vierte un líquido misterioso en el agua del pozo de la ciudad.  El cuento tiene el cuidado de decir que son siete gotas, un número considerado pleno, perfecto.  Significa que la bruja no falla, y abarca a todos.  El único que permanece aislado es el rey y su gran chambelán, los que mandan.  Son los que tienen una vida aparte.  Todos los demás quedan sumergidos en la locura, en un nuevo criterio desconocido en la comunidad.

            Una solución que pudo haber aplicado el rey es buscar un consenso, hacer como si él también hubiese sido alcanzado por la locura sembrada por la bruja, aparentar que es de la misma condición.  De esta manera, quedaría aparte de la sociedad, y como único transmisor de las virtudes del pasado, de la cordura de tiempos anteriores.  Hubiese sido la personificación de lo que se hacía siempre, la memoria de las leyes de la vida cotidiana anterior.


            El rey del cuento era realmente sabio y toma una decisión auténtica y conmovedora: dar la vida por su ciudad.  Entrega su “cordura” al servicio del pueblo.  Pone en juego la copa, que tradicionalmente es símbolo del corazón, y que es de oro, lo cual significa sus riquezas, el tesoro real.  Y al beber del agua del pozo se entrega al servicio de su comunidad, en igualdad de condiciones, aceptando el desafío que la vida les ha planteado.  Es compartir el destino con los contemporáneos, confiando en los conciudadanos y no en las propias fuerzas y razón.


Júbilo
Paul Guiragossian (libanés, 1925-1993).



domingo, 12 de enero de 2014

EL JOVEN Y EL SABIO

Cuento.


El río de la vida
William Blake (inglés, 1757-1827)
Un joven fue a ver a un sabio cierto día y le preguntó: señor, ¿qué debo hacer para convertirme en un sabio? El sabio no contestó. El joven, después de haber repetido su pregunta cierto número de veces con parecido resultado, lo dejó y volvió al siguiente día con la misma demanda. No obtuvo tampoco contestación alguna, y entonces volvió por tercera vez y repitió su pregunta: señor, ¿qué debo hacer para convertirme en un sabio?


Finalmente el sabio lo atendió y se dirigió a un río que por allí corría.


Entró en el agua llevando al joven de la mano. Cuando alcanzaron cierta profundidad, el sabio se apoyó en los hombros del joven y lo sumergió en el agua, a pesar de sus esfuerzos para desasirse de él.


Al fin lo dejó salir, y cuando el joven hubo recuperado el aliento, el sabio interrogó:

-  Hijo mío, cuando estabas bajo el agua, ¿qué era lo que más deseabas?


Sin vacilar contestó el joven: aire, quería aire.

-  ¿No hubieras preferido mejor riquezas, placeres, poder o amor? ¿No pensaste en ninguna de esas cosas?

-  No señor, deseaba aire y solo pensaba en el aire que me faltaba - fue la inmediata respuesta.

-  Entonces - dijo el sabio - , para convertirte en un sabio debes desear la sabiduría con la misma intensidad conque deseabas el aire. Debes luchar por ella y excluir todo otro fin de tu vida. Debe ser tu sola y única aspiración, día y noche. Si buscas la sabiduría con ese fervor, seguramente te convertirás en un sabio.




Maestros ante la desesperación.


El sabio se comporta como un maestro ante el joven que va en busca de sabiduría. La palabra “maestro” deriva del latín “magister”, una calificación muy importante en el mundo romano antiguo.


Retrato de un joven
Alberto Durero
(alemán, 1471-1528)
El que lleva este título es el que está más experimentado en una actividad cualquiera y por eso dirige y ordena. “Magister” está fundamentado en una comparación. Se lo compara con otros que son los que obedecen y cumplen lo mandado, que son los “minister”. La terminación “-ter” marca una comparación entre dos. El prefijo de la primera “magis”, habla del que es más, y el prefijo de la segunda, “minus”, el que sabe menos, el que cumple lo que se le manda.


En la antigua Roma no se usaba el término “maestro” para la enseñanza escolar. Al que enseñaba a los niños y jóvenes se lo llamaba “litterator”. En el caso de las familias de fortuna, se solía encargar a un esclavo, por lo general de origen griego, la educación de los más chicos. Este docente recibía en nombre de “paedagogus”.


El sabio del cuento puede ser llamado maestro, pues parece que ha alcanzado el más alto grado de experiencia y conocimiento en su campo de dedicación. Por analogía, los poetas y filósofos llaman maestros a muchas creaturas de la naturaleza. Por ejemplo, en este cuento el agua del río también es maestra, pues su modo de ser provoca en el joven un profundo aprendizaje.


Los profetas en
la fuente de la vida.

(Afganistán, fines del s.XV)
Por eso, nunca nos faltan maestros. Si escasean los humanos, está la naturaleza llena de sabios, como el agua, el sol, el cielo, las nubes, los animales, los minerales, y la infinitud de las creaturas. Así le enseñaba Leopoldo Marechal (argentino, 1900-1970) a su sobrino:


La Creación es un gran libro abierto
donde escribió lo Suyo proferible
tu creador y el mío, según peso y medida”.
(Poema de la Física, 2)


Como el joven del cuento, estamos a la búsqueda de la sabiduría. Nuestro fin es saber quiénes somos, cuál es el sentido de nuestra propia vida. Pero esto se nos escapa siempre. Quizás en algún momento de la existencia logramos intuir, por muy breve tiempo, un cierto esbozo del sentido buscado, pero pronto queda en el depósito de la memoria, lejos del tiempo presente. Saber quienes somos es una búsqueda infinita y desesperada.



Esta es la experiencia que tiene el joven del cuento al ser sumergido en el río. Los maestros de la vida, creaturas de la naturaleza, nos enseñan a no preferir riquezas, ni placeres, ni poder o amor, por encima de la búsqueda de sentido, el aire de nuestra existencia.


Celebración diurna
José Manuel Broto Gimeno
(español, n. en 1949)