Caballero
errante
Oskar
Kokoschka
(austríaco, 1886 -1980) |
Un
caballero vio una serpiente venenosa justo en el momento en que se introducía
en la boca de un hombre dormido. ¿Qué hacer? Si dejaba dormir al hombre, tarde
o temprano la serpiente le mordería, lo mataría.
Entonces
azotó al hombre con todas sus fuerzas. Lo despertó violentamente con un golpe
de látigo y lo llevó hasta un lugar donde había un montón de manzanas podridas.
Amenazándolo con su espada, obligó al hombre, que gritaba de rabia, a comer
unas cuantas manzanas. Y después, sin prestar la más mínima atención a sus
gritos, le hizo beber una buena cantidad de agua salobre.
-Pero
¿qué te he hecho, enemigo de la humanidad, para que me trates de esta forma?
Tras
vanas horas de sufrimiento, insultos y lágrimas, el hombre cayó al suelo.
Vomitó las manzanas, el agua y la serpiente. Al ver al animal comprendió lo que
había hecho el hombre, le pidió perdón por haberlo insultado y le dio las
gracias.
Caballero
con caballo y serpiente
Victor
Brauner
(rumano, 1903-1966) |
-¿Por
qué me has salvado? -le preguntó finalmente.
-Porque
el conocimiento es la madre de la responsabilidad.
-¿Qué
quieres decir?
El
caballero permaneció en silencio. Ayudó al hombre a ponerse en pie y a limpiar
sus ropas. Éste le dijo:
-Si
me hubieses prevenido de la presencia de esa serpiente en mi estómago, habría
aceptado tu tratamiento de buen grado.
-No
lo creo -dijo el caballero.
-¿Por
qué?
-Si
te hubiese prevenido, no me habrías creído. O el miedo te habría paralizado. O
habrías huido corriendo. O te habrías vuelto a dormir, intentando olvidar.
Y
el misterioso caballero saltó encima de su caballo y se alejó a toda velocidad.
Lealtad
La
idea del caballero pertenece a una gran cantidad de culturas de muy distintos
lugares, y representa una forma de plenitud del ser humano.
El
caballero se entrega plenamente a sus creencias y compromisos vitales: Dios,
una Dama, un Rey o un Pueblo. Significa
el rechazo de la corrupción ambiente, especialmente en su aspecto de felonía,
de traición.
No son
modelos sin falta, pues se manifiestan violentos, brutales, sensuales,
groseros, impacientes. Se vuelven
importantes en tiempos de la guerra que pierde el Imperio Romano contra los
invasores bárbaros. Luego, con nuevos
significados, el caballero pertenecerá a
una clase de guerreros que dominan, con exacta posesión, los medios necesarios
para las metas perseguidas, a las cuales se entregan con pleno misticismo. Son “señores de su montura”, siendo ésta su
caballo, su propio sí, el servicio del rey, de la dama elegida, etc.
A
veces los ideales se pervierten en la dirección del poder o la riqueza. Se erigen entonces en soberanos, es decir,
defensores de su propio territorio, de su propio tesoro o sus propias
elucubraciones. Los caballeros,
apropiándose de los bienes, se alienan de sí mismos.
San Miguel
Gonçal Peris
(valenciano, 1380-1451) |
El
caballero queda envuelto en un complejo combate, y en la intención de
espiritualizar el combate. La caballería
da un estilo a la guerra, como al amor y a la muerte. El amor se vive como un combate y la guerra
como un amor; a uno y otro el caballero se entrega hasta la muerte. Lucha contra todas las fuerzas del mal,
también las que están en las instituciones de la sociedad.
El arcángel San Miguel es visto como el
antepasado de la caballería; ésta última es considerada la sucesora del
ejército de ángeles al servicio del Señor.
La imagen de San Miguel con casco, coraza y una lanza en la mano, es la
que anhelan las mentes exaltadas o los corazones generosos, ávidos de gastar
sus fuerzas para mejorar el mundo.
El caballero deja al hombre que salvó y
parte por el camino de su vida que, en la tradición occidental, es la búsqueda
de la copa sagrada, para beber de ella el alto manjar. Algunos piensan que esa copa es el Cáliz que
usó Jesucristo en su última cena. Pero
lo que todos sabemos es que alimentados por la comida celestial nuestra vida se
convierte en alimento para los demás.
El cuento dice qué logra el caballero
en el hombre, al salvarlo del veneno: despierta confianza, quita el miedo,
evita la huida, y no nos deja sumergirnos en las ensoñaciones irresponsables.
El caballero
cristiano
Salvador
Dali
(español, 1904-1989)
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