Figuras abstractas
Johannes Itten
(suizo, 1888-1967)
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Un
cristiano, un judío y un islámico que viajaban juntos se detuvieron en un
albergue, donde alguien les llevó halva, el típico dulce de Oriente
Próximo. El judío y el cristiano no
tenían hambre. Le dijeron al islámico:
-
Nos lo comeremos mañana.
-Pero,
¿por qué mañana? –preguntó el islámico, que tenía el estómago vacío-. ¡Dividamos este halva en tres partes y que cada uno disponga de la suya!
-¡Ni
hablar! –dijeron los otros-. ¡Aquel que divide la obra de Dios merece el
infierno!
Se
fueron a dormir.
Por
la mañana, después de la plegaria, se encontraron y decidieron contarse los
sueños que habían tenido la noche anterior.
Aquel que hubiese tenido el sueño más hermoso recibiría la parte de
aquel cuyo sueño fuese juzgado como el peor.
El
judío empezó:
-Caminando,
he soñado que me cruzaba con Moisés. Lo
he seguido hasta el Sinaí. Una
extraordinaria luz nos rodeaba y entonces vi que la montaña se separaba en
tres. Un trozo muy grande de la montaña
cayó en el mar, otro encima de la Tierra, donde brotaron los riachuelos…
Y
el judío continuó, contando su encuentro con profetas, prodigios y magníficos
ángeles.
Después
de lo cual el cristiano tomó la palabra:
-Jesús
se me ha aparecido –dijo-. Con él he
subido hasta la altura del sol. Lo que
he visto no lo puedo describir, no se puede comparar con las imágenes de este
mundo…
Sueño
Martiros Saryan
(armenio, 1880-1972) |
Entonces
se volvieron hacia el islámico, esperando que él les contase su sueño.
-Amigos
míos –dijo-, mi sultán Mustafá se me ha aparecido. Me ha dicho: “Uno de tus compañeros de viaje
ha ido al Sinaí. Camina acompañado por
la verdadera palabra de Dios. Está
colmado de luz y amor. El otro está en
el cielo, ¡donde Jesús lo ha llevado con toda su gloria! ¡Venga,
levántate! Esta noche tus amigos han
sido muy favorecidos. Gozan de la
compañía de los ángeles y las estrellas.
¡Tú al menos aprovéchate del halva!
¡No pierdas el tiempo!”.
-¿Y
entonces? –preguntaron los otros dos.
-¿Cómo
podría yo haber desobedecido aquella santa orden? ¡Me he levantado y me he comido el halva!
Tres
religiones
El
término “religión” proviene del latín, de tres etimologías distintas, que
implican “re-elegir”, “re-leer” y “re-ligar”.
En el caso de las religiones involucradas en el cuento, las tres
consideran que el hombre responde a la iniciativa divina. Por eso los verbos originarios tienen el
prefijo “re-”, que implica una segunda acción.
En las tres tradiciones, es la Divinidad la que elige primero, y el
hombre vuelve a elegir al que lo eligió primero. La fe es responder a un llamado.
Anuncio
Abdul Qader Al Raes
(emiratí, n.
en 1951)
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La
vida de fe supone, en el creyente, una manera de ver y asumir toda la
realidad. No es solamente una cuestión
de privacidad con Dios, sino una aceptación del Ser Supremo, del Universo en su
totalidad y de la humanidad en su conjunto.
Un creyente no puede separarse de estos aspectos de la totalidad. En ellos vive, está sumergido y forma parte
de ese todo.
La
religión es la parte práctica, de acción, de la fe que se profesa. En el cuento, los tres personajes no están en
un lugar sagrado, sino en un albergue situado en el camino por el que están
realizando un viaje. En una
circunstancia nada especial de la vida, en su descanso nocturno, muestran que
su fe no es una declamación, sino que la viven cotidianamente. Es muy interesante la indicación que hace el
relato de los tres al levantarse: “Por la
mañana, después de la plegaria…”.
Una religión cada uno, pero una misma actitud.
Sueño de poeta
Odilon Redon
(francés,
1840-1916)
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Las
miradas de las religiones son muy parecidas.
Todas buscan relacionarse con la Divinidad, tal como se las ha
transmitido la propia tradición. El
conjunto de ellas también insiste en empezar con un sentimiento fraternal con
los seres humanos, para llegar a actitudes amorosas y serviciales en la madurez
de la fe. Y las religiones coinciden en
el respeto al medio ambiente y al universo.
Los creyentes se relacionan con el medio ambiente, y con el universo
entero, tratando de aprender de la inmensa sabiduría que las cosas de la tierra
y las del cielo manifiestan.
En el
cuento, cada uno de los tres hombres conoce la religión de los otros, y es
respetado en su forma de expresión. La
resolución de la historia, más que una picardía del islámico, es de humanidad:
come el que tiene hambre. Los otros dos
estaban satisfechos y pudieron soñar con grandeza.
El
relato nos indica mucho más que el reparto de un alimento. Quiere que nos demos cuenta que todos somos
regalados con alimentos más dulces que el “halva”, y mucho más nutritivos: la
compañía respetuosa, la convivencia y el diálogo.
Sin título
Rafa Nasiri
(iraquí, n. en 1940) |