domingo, 1 de febrero de 2015

NADA DE MILAGROS


Profeta I
Akbar Padamsee (indio, n. en  1928)
 


Un hombre iba de aquí para allá proclamando que era un profeta y que podía obrar milagros.  

Un comerciante, harto de oírlo, lo llamó y le dijo:

-Abre esta puerta, de complicada cerradura, sin llave.

-¿Acaso he dicho que fuera cerrajero? –contestó el hombre.


Anunciar maravillas

         El origen de la palabra “milagro” viene del latín.  En esa lengua significa “maravilla” o “algo para admirar”.  Con la palabra “milagro” se traducen al castellano palabras griegas como “poder, energía” o también “signo, señal”.  Del hebreo, traduce una palabra que significa literalmente “obra”. Entonces “milagro” es algo que causa admiración.  Podrá tener explicaciones o no, el criterio es que asombre.  

Milagros de cada momento
Kazuaki Tanahashi
(japonés, n. en 1933)
         Por eso hay milagros en todos lados. En el ámbito de lo religioso como en el ámbito de las ciencias hay muchísimas cosas que causan asombro, y ni qué decir la cantidad de personas admirables, dedicados a lo religioso o a lo científico, algunas veces a ambos simultáneamente. 

         Como “signos”, los milagros remiten a una cosa que no es totalmente evidente.  Usamos los signos para representar cosas que no tenemos delante de nuestros ojos.  Cuando un constructor realiza cálculos para construir un puente, es evidente que el puente no está.  Usa signos para hacer visible algo que se hará efectivamente en el futuro.  Es asombroso ver cómo en un plano está representado algo que será tan inmenso y útil.  Es la maravilla del quehacer humano.

         Otro “signo” que podemos considerar es el corazón.  Lo sentimos latir constantemente, lo cuidamos porque nos damos cuenta que sostiene toda nuestra vida.  Pero no nos resulta tan evidente la energía que rige su latido, el poder detrás de su bombeo.  Se han investigado las ondas eléctricas que estimulan  su diástole y sístole, pero no son tan evidentes.  Otro milagro cotidiano, tan potente que no deja de causar admiración a todo ser viviente.
Paisaje con milagros
Andre Masson
(francés, 1896-1987)

         Hace un tiempo, dos amigos reflexionaban sobre las intuiciones y caminos de vida.  Y se dieron cuenta de que ambos percibían que había como unas manos invisibles que los llevaban por sus propios caminos.   Concluían que lo mejor era perseguir la felicidad personal y no tener miedo, porque las puertas se abrirán donde menos uno lo  sospeche.  Admirados, decían que estos son verdaderos milagros.

         En los milagros no hay molestia.  Entonces, ¿en qué nos puede incomodar un profeta?  Para comprender la pregunta, es importante saber que un profeta predica, pero no hace predicciones.  Habla del presente, interpreta lo que ocurre, transmite enseñanzas para buscar la felicidad en la propia vida.  Aplica el sentido común, y señala que si se hacen bien los cálculos ahora, entonces la obra puede salir bien.  Pero esto no es “adivinar” el futuro, sino una forma razonable de pensar.  Todos sabemos que si uno se acostumbra a hacer las cosas mal ahora, probablemente las hará peor más adelante.  Sobre esto predican los profetas.

Profeta
Marion Nicoll
(canadiense, 1909-1985)

         Tomemos como ejemplo un profeta del pasado, el músico Ludwig van Beethoven (alemán, 1770-1827): “¡Actúa en vez de suplicar! ¡Sacrifícate sin esperanza de gloria ni recompensa!  Si quieres conocer los milagros, hazlos tú antes. Sólo así podrá cumplirse tu peculiar destino”.

         Una característica fundamental del profeta es que no recibe legitimación de ninguna autoridad, sea rey o sacerdote.  Sus palabras parten de su interior, de su experiencia con los signos, de todo aquello que ha conmovido su propio corazón y cree que es posible que conmueva el corazón de los demás.  



         En esa vida interior, que las tradiciones llaman espiritualidad, se nutre el profeta de una fuerza que asombra, de una potencia capaz de llenar de misericordia la relación entre los seres humanos.  La obra del profeta es mostrar que todas las cosas se mueven por amor, algo que no es tan evidente.  Por eso es un milagro.


Estructuras y signos
Tihamer Gyarmathy
(húngaro, 1915-2005)