Era una niña de ojos grandes como lunas, con
la sonrisa suave del amanecer. Huérfana siempre desde que ella recordara, se
había asociado a un acróbata con el que recorría, de aquí para allá, los
pueblos hospitalarios de la India. Ambos se habían especializado en un número
circense que consistía en que la niña trepaba por un largo palo que el hombre
sostenía sobre sus hombros. La prueba no estaba ni mucho menos exenta de
riesgos.
Por eso, el hombre
le indicó a la niña:
--Amiguita, para evitar que pueda ocurrirnos
un accidente, lo mejor será que, mientras hacemos nuestro número, yo me ocupe
de lo que tú estás haciendo y tú de lo que estoy haciendo yo. De ese modo no
correremos peligro, pequeña.
Pero la niña, clavando sus ojos enormes y
expresivos en los de su compañero, replicó:
--No, señor querido, eso no es lo acertado.
Yo me ocuparé de mí y tú te ocuparás de ti, y así, estando cada uno muy
pendiente de lo que uno mismo hace, evitaremos cualquier accidente.
Escenas para el asombro
Uno de los aspectos más populares del arte es el circo. En tiempos pasados tenían su gira anual, o
cada dos años, por pueblos, ciudades y aldeas.
Su presencia traía alegría a los niños, y también para los mayores, que
en las carpas se permitían los sentimientos infantiles. Todavía, con nuevas modalidades, sigue
estando.
Sin título
Jagdish Swaminathan
(indio, 1928-1994)
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Las características del circo son la alegría y el
asombro. Los animales exóticos, como la
jirafa o el león domesticado, los infaltables payasos, los equilibristas y
atemporales acróbatas, son la base de los números que se presentan. Es una posibilidad que tenemos de soñar aun
cuando estamos enajenados con la vida diaria. De esta manera, volvemos a entrar
en relación con el misterio, ese mundo que envuelve todo nuestro camino en la
vida.
El significado etimológico de “acróbata”, que viene del
griego, es “el que anda en puntas de pie”.
También se puede ir más lejos, y decir que significa “el que anda en
altos”. Ya la etimología del término nos
muestra que este oficio para asombrarnos, nos lleva más allá de una sencilla
distracción.
El tema del acróbata aparece constantemente en la imaginería
y en los sueños, tal como lo atestiguan la literatura y las artes
plásticas. Puede que signifique la gozosa libertad de
aquellos que se liberan de las condiciones comunes.
Sin título
Akkitham
Narayanan
(indio, n. en 1939) |
El salir del orden establecido, de las posiciones
habituales, y de las convenciones sociales, no corresponde necesariamente a una
situación regresiva o alocada, tanto en el individuo como en la comunidad. Es una situación crítica, cuya solución no
puede encontrarse más que en el movimiento, en la acción. El acróbata aparece como el símbolo del
equilibrio crítico, que se fundamenta en el no conformismo y el movimiento.
La libertad que representa el acróbata, es una acción más que
una situación. Se define con la
posibilidad de encontrar siempre un mejor equilibrio, más asombroso, más
pleno. Pero sabiendo siempre que ese
nuevo punto no es quietud, sino otra invitación al movimiento. En el cuento, el hombre quiere asegurar todo,
lograr una estabilidad sin riesgo, pero su propuesta no es buena. ¿Cómo podría la niña sostener un palo por el
que trepe el acróbata?
Niña en pared
con pintura de Mandana (fotografía)
Jyoti Bhatt
(indio, n. en 1934)
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El final del cuento original tiene una
enseñanza: “El Maestro dice: Permanece vigilante de ti y libra tus propias batallas
en lugar de intervenir en las de otros. Atento de ti mismo, así avanzarás
seguro por la vía hacia la Liberación definitiva”.
La plenitud de la libertad, que es sin límites, alegre y
asombrosa, se llama “Liberación”. Para
alcanzarla el Maestro formula la enseñanza de la niña. La mejor forma de estar juntos es estar
pendientes de lo que uno mismo hace. Que
es otro de los innumerables significados
de lo que dijo el Maestro de Nazaret: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.
Sin título
S. H. Raza
(indio, n. en 1922)
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