Innumerables son los relatos sobre los principios.
Cada detalle del mundo, su buscamos bien, puede explicarse mediante un cuento, mediante
un suceso que aconteció cierto día y estableció el orden de las cosas.
Estas historias cercanas al mito se cuentan sobretodo en África. Como la de la luna y la muerte, que pertenece a la tradición del pueblo azande.
Había un hombre muerto. La claridad de la luna caía sobre él. Un anciano reunió alrededor del cuerpo un gran número de animales y les dijo:
-Hay que pasar al muerto y a la luna al otro lado del río. ¿Quién quiere ocuparse de ello?
Una tortuga tomó la luna entre sus patas y la llevó al otro lado del río. Otra tortuga, que tenía unas patas más cortas, tomó al muerto. Pero no pudo transportarlo y se ahogó.
He aquí por qué la luna reaparece cada día y el hombre no regresa nunca.
El origen de la espiritualidad
Los azande son un pueblo del corazón de
África. En la actualidad esta cultura
está conformada por un millón de personas.
Es bueno recordar que en algún lado de ese continente hizo su aparición
el ser humano. Su origen se cuenta en
cientos de miles de años. Por lo tanto
podemos pensar que estos grupos han elaborado una espiritualidad muy profunda
en base a una larga reflexión como también una constante observación de la
realidad manifestada.
Luna y sol
Rufino
Tamayo
(mexicano,
1899-1991)
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Fueron descubiertos recién en el siglo
XVIII. A principios del siglo XX,
inundaciones y pestes, como la “enfermedad del sueño”, produjeron muchas
muertes entre ellos. Transcurrido todo el siglo, no hay podido mejorar su
condición pues su territorio sufre constantes guerras civiles.
La relación entre la luna y la muerte están
en casi todas las tradiciones. La luna
suele considerarse un signo nefasto, especialmente en su etapa menguante hasta
que alcanza el momento de la “luna nueva” es decir, se hace invisible. Tanto en algunos mitos de Grecia como en
otras civilizaciones y culturas, la luna es el lugar donde van los muertos.
Como se sabe, la luna no es fuente de
luz, sino que refleja la del sol. En sí
misma es un cuerpo opaco, pero tiene la virtud de estar entregada a reflejar la
luz de aquel que representa la plenitud de consciencia y de la realidad.
En su darse toda a reflejar al astro
rey, la luna recorre una serie de fases, tanto de crecimiento como de
decrecimiento, por lo que es un símbolo ambivalente de la vida, en lo que es
nacer y crecer, y luego en el decrecimiento y la final desaparición.
Muerte
Jacek Malczewski
(polaco, 1854-1929)
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En el cuento, el muerto estaba bañado
por la claridad de la luna. Y es llevado
simultáneamente a través del río por otra tortuga. Como es natural en la vida humana, el muerto
no vuelve, pero la luna sigue su camino de vinculación al sol, mostrando los
senderos del corazón para los vivientes.
La relación entre la luna y la muerte
puede causar una sensación de pérdida irreparable y convertirse en un vínculo
nefasto. Pero no es la misma lectura que
la que tenemos que hacer para la espiritualidad.
En la vida cotidiana, hay cosas que se
mueren en nuestro interior y nunca volveremos a ver. Este es uno de los oráculos más importantes
de este cuento. Lo muerto queda en la mitad
del río, se ahoga con la tortuga, mientras que la luna vuelve a renacer.
También nuestro corazón es la luna, que
sigue constantemente la luz del Misterio trascendente, y cada vez más busca
reflejarlo. Nos interesan menos las
cuestiones que se terminan, que sabemos que van a desaparecer, y nos emocionamos
y buscamos, aún en la oscuridad de la noche, como hace la luna, al que vive
para siempre.
Luna elevándose
Hans Hofmann
(alemán, 1880-1966)
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