miércoles, 12 de octubre de 2016

EL ORIGEN DE LAS PULGAS



 
El atrapador de pulgas
(Niño con su perro)
Gerard Terborch
(holandés, 1617-1681)  

En Francia, en la región de Velay, se cuenta una versión bastante curiosa del origen de las pulgas.

Dios se paseaba un día por las gargantas de Loira, acompañado por san Pedro, cuando de repente vieron a una mujer desharrapada tendida en la arena, al sol. Joven todavía, parecía aburrirse mucho.

-He aquí una mujer que sufre de aburrimiento -dijo Dios-. Se aburre porque no hace nada. Y yo no conozco nada peor que la ociosidad.

Entonces sacó de su bolsillo un puñado de pulgas y las echó encima de la mujer, para darle algo en que ocuparse.


Pequeños tubos

         Las pulgas son clasificadas como “tubos sin alas”, que es la traducción de su nombre científico: sifonápteras.  Sabemos que son insectos que no vuelan, sino que saltan.  Hace mucho tiempo se pensaba que eran capaces de saltar hasta 200 veces la extensión de su cuerpo, pero ya se sabe que no superan 38 veces.  De todos modos, es notable su salto, producto de unas larguísimas patas traseras.
 
El fantasma de una pulga
William Blake
(ingles, 1757-1827)
         El largo de una pulga es de 1,5 a 3,5 milímetros.  Sacando cuentas, vemos que pasan de un cuerpo a otro cuando hay contacto o una cercanía muy grande.  Los huevos, de donde nacen las larvas y luego las pulgas adultas, se desprenden fácilmente de los cuerpos habitados,  para crecer en la arena húmeda, en cajas de perros o gatos, en alfombras y tapizados.  Luego pasan a sus “víctimas”, perros, gatos, aves, humanos, aunque se supone que habitaron antiguamente en dinosaurios peludos.  En el caso de las víctimas humanas suelen subir por los pies.

         Se les dice “tubos”, pues tienen un conducto mediante el cual se alimentan con la sangre de los cuerpos que habitan.  Los desechos son cilindros rojizos.  Poseen un cuerpo duro, que soporta grandes presiones, como puede ser el rascado humano.  La etimología popular dice que el dedo gordo de la mano se lo llama “pulgar” porque sólo su fuerza, mayor que las de los otros dedos, es capaz de vencer al insecto.
Las ociosas
Maurice Prendergast
(canadiense, 1858-1924)   

         El relato presentado tal como se cuenta en una región francesa, se encuentra también, en forma de poesía, en una obra de Ricardo Palma (peruano, 1833 – 1919).  Sorprende que la solución al aburrimiento y la ociosidad se haga a través de un puñado de pulgas, y no a través de prácticas eficientistas, como una mentalidad de nuestro tiempo propondría.  No está bien que esté ociosa, pero que no entre en la actividad sin límites.  Parece que Dios predestina más a la contemplación que a la acción.

         En los Andes peruanos, en la comunidad quechua, surgió otro relato muy distinto al citado.  Cuenta las peripecias de dos hermanos, niña y niño, que se ven atacados por su abuela arpía. Esta mujer malvada finalmente se convertirá en un puñado de pulgas.  Pero las intenciones de este mito son otras, pues intenta corregir la falta de solidaridad entre generaciones.

         Sea en la región de Francia o en la cadena andina de América, como en cualquier lugar del mundo, los cuentos son testimonios de los mensajes trascendentes que habitan nuestra realidad, aunque sea en unas sencillas pulgas.


La perspectiva de la ociosidad
Edward Wadsworth
(inglés, 1889-1949)