En Francia, en la región
de Velay, se cuenta una versión bastante curiosa del origen de las pulgas.
Dios se paseaba un día
por las gargantas de Loira, acompañado por san Pedro, cuando de repente vieron
a una mujer desharrapada tendida en la arena, al sol. Joven todavía, parecía
aburrirse mucho.
-He aquí una mujer que
sufre de aburrimiento -dijo Dios-. Se aburre porque no hace nada. Y yo no
conozco nada peor que la ociosidad.
Entonces sacó de su
bolsillo un puñado de pulgas y las echó encima de la mujer, para darle algo en
que ocuparse.
Pequeños tubos
Las pulgas son clasificadas como “tubos
sin alas”, que es la traducción de su nombre científico: sifonápteras. Sabemos que son insectos que no vuelan, sino
que saltan. Hace mucho tiempo se pensaba
que eran capaces de saltar hasta 200 veces la extensión de su cuerpo, pero ya
se sabe que no superan 38 veces. De
todos modos, es notable su salto, producto de unas larguísimas patas
traseras.
El largo de una pulga es de 1,5 a 3,5
milímetros. Sacando cuentas, vemos que
pasan de un cuerpo a otro cuando hay contacto o una cercanía muy grande. Los huevos, de donde nacen las larvas y luego
las pulgas adultas, se desprenden fácilmente de los cuerpos habitados, para crecer en la arena húmeda, en cajas de
perros o gatos, en alfombras y tapizados.
Luego pasan a sus “víctimas”, perros, gatos, aves, humanos, aunque se
supone que habitaron antiguamente en dinosaurios peludos. En el caso de las víctimas humanas suelen
subir por los pies.
Se les dice “tubos”, pues tienen un
conducto mediante el cual se alimentan con la sangre de los cuerpos que
habitan. Los desechos son cilindros
rojizos. Poseen un cuerpo duro, que
soporta grandes presiones, como puede ser el rascado humano. La etimología popular dice que el dedo gordo
de la mano se lo llama “pulgar” porque sólo su fuerza, mayor que las de los
otros dedos, es capaz de vencer al insecto.
Las ociosas
Maurice Prendergast
(canadiense, 1858-1924)
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El relato presentado tal como se cuenta
en una región francesa, se encuentra también, en forma de poesía, en una obra
de Ricardo Palma (peruano, 1833 – 1919).
Sorprende que la solución al aburrimiento y la ociosidad se haga a
través de un puñado de pulgas, y no a través de prácticas eficientistas, como
una mentalidad de nuestro tiempo propondría.
No está bien que esté ociosa, pero que no entre en la actividad sin
límites. Parece que Dios predestina más
a la contemplación que a la acción.
En los Andes peruanos, en la comunidad
quechua, surgió otro relato muy distinto al citado. Cuenta las peripecias de dos hermanos, niña y
niño, que se ven atacados por su abuela arpía. Esta mujer malvada finalmente se
convertirá en un puñado de pulgas. Pero
las intenciones de este mito son otras, pues intenta corregir la falta de solidaridad
entre generaciones.
Sea en la región de Francia o en la
cadena andina de América, como en cualquier lugar del mundo, los cuentos son
testimonios de los mensajes trascendentes que habitan nuestra realidad, aunque
sea en unas sencillas pulgas.
La perspectiva de la ociosidad
Edward
Wadsworth
(inglés, 1889-1949) |