domingo, 6 de noviembre de 2016

EL PAPEL PINTADO


Niños que preguntan
Karel Appel
(holandés, 1921-2006)  


Un hombre que vivía solo se instaló en un apartamento de reciente construcción. Era un apartamento de dos habitaciones, situado en una de aquellas torres de pisos que se elevaron en el siglo XX por todas partes.

Aquel hombre, cortés por naturaleza, decidió presentarse a sus nuevos vecinos, que lo recibieron con amabilidad. La última puerta a la que llamó fue a la del apartamento situado justo encima del suyo. Un hombre abrió, lo hizo entrar, pareció encantado por aquel gesto y le ofreció beber un refresco. Era un hombre que también vivía solo, en un apartamento de dos piezas idéntico, debido a las normas de construcción, al del nuevo inquilino. En el transcurso de la conversación, este último se fijó en el papel pintado que cubría las paredes del vecino de arriba:

-¿Le gusta? - le preguntó el vecino.

-Me gusta mucho. Es el papel pintado más agradable y seductor que he visto.

-Si quiere, puedo decirle dónde lo he comprado.

-Perfecto.

El vecino de arriba le dio la dirección de la tienda. Tras lo cual el nuevo inquilino, al darse cuenta de que todo el apartamento estaba recubierto por el mismo papel, preguntó:

-¿Y cuántos rollos ha comprado?

-Veintiocho, -contestó el vecino de arriba.

El nuevo inquilino se lo agradeció efusivamente y se fue. Al día siguiente se acercó hasta la tienda, encontró el mismo papel pintado y compró veintiocho rollos. Empezó a colocarlo de inmediato y cubrió todo su apartamento, sin olvidar el más pequeño rincón. Sin embargo, para su sorpresa, cuando hubo acabado el trabajo, vio que le quedaban diez rollos de papel que no necesitaba para nada. Subió rápidamente al piso de arriba, llamó, el vecino fue a abrirle, lo hizo entrar con una sonrisa en la boca, lo invitó a sentarse y le ofreció beber un refresco.

-Perdone que le moleste -dijo el nuevo inquilino-, pero estoy un poco intrigado. He hecho lo que usted me dijo, he comprado veintiocho rollos de papel pintado, he empapelado todo mi apartamento, que es exactamente como éste, ¡y me sobran diez rollos de papel!

- Sí -dijo el vecino de arriba-, a mí también.


Pensar es hacer buenas preguntas

         El cuento tiene origen francés.  En el original, el vecino de arriba le ofrecía al nuevo inquilino una copa de oporto. Aparte de este detalle pequeño, el sentido amplio del relato se entiende en cualquier cultura: se refiere a formular bien las preguntas.
Interior con un cuadro
Patrick Caulfield
(ingles, 1936-2005)

         Siguiendo una enseñanza antigua, el lugar en donde habitamos es el símbolo de nuestro corazón, que es en realidad donde residimos.  Vivimos en nuestro interior, que está simbolizado por nuestro corazón.  Según esta sabiduría antigua, el nuevo vecino está acomodando su corazón cuando visita al morador de arriba.  Y queriendo imitar a tan amable persona, no hace la pregunta de manera adecuada.

         La pregunta se desarrolla a partir del valor de la duda y la vacilación.  Preguntar es pensamiento.  Cada campo de la vida nace de un grupo de interrogaciones esenciales que impulsan la mente en la búsqueda de hechos y comprensión.  De esta manera se definen tareas, se expresan problemas y se delimitan asuntos.  

         Las respuestas son pausas en el pensar.  Según su etimología significan la reiteración de la promesa de nuevas preguntas, compuestas de un prefijo de reiteración (re-) y del verbo spondere, que significa “prometer, ofrecer”.  Cuando la respuesta genera nuevas preguntas, el pensamiento continúa.

         Otra etimología de “preguntar”, nos lleva al siguiente significado: “sondear la profundidad del agua con un remo o palo”.  Es una consulta, un sondeo.  Por lo tanto tenemos sentidos complementarios, uno a partir de la duda y otro vinculado al sondeo de las profundidades.
Colores para una pared larga
Ellsworth Kelly
(norteamericano, n. en 1923)   

         Para aplicar este sentido a la propia vida, algunos sabios han intentado dar un elenco de preguntas esenciales.  La intención es que el corazón no se estanque en una respuesta, como le pasó al nuevo inquilino en el cuento, sino que se mantenga ese espíritu de búsqueda, de sondeo en la propia interioridad.

         Se plantean, a modo de ejemplo, un grupo de preguntas esenciales, que todos y cada uno se puede responderse. 

         ¿Quién soy? ¿Qué quiero ser? ¿Qué quiero hacer? ¿Dónde quiero vivir? ¿Qué tengo? ¿Qué quiero tener? ¿A quiénes amo? ¿A quiénes admiro?

         ¿Tengo fe en mí? ¿Cuáles son mis miedos? ¿En qué soy fuerte? ¿Qué es triunfar?

         ¿Eres los pensamientos que tienes? ¿Eres los sentimientos que tienes? ¿Eres los deseos que tienes? ¿Si no eres esas tres cosas, qué eres?


Búho
Huang Yongyu
(chino, n. en 1924)