Dormido
Viktor
Popkov
(ruso, 1932
- 1974)
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En
un pueblo de la India llamado Koppur, vivía un enigmático hombre que -según
contaban los veteranos- llevaba dormido más de 30 años y que por las noches se
paseaba sonámbulo. Los vecinos ya se habían acostumbrado a esta rareza, pero el
dormilón siempre era tema de conversación, pues nadie sabía a ciencia cierta la
razón de su somnolencia.
Los
visitantes que pasaban por el pueblo se divertían contemplándolo y no fueron
pocos los turistas extranjeros que llegaron a la localidad para sacarse una
foto con aquel hombre.
A
lo largo de los años, médicos y curanderos analizaron al durmiente sin poder
encontrar una razón lógica de su afección.
Pero
un buen día llegó al pueblo un reconocido Maestro espiritual y el alcalde de
Koppur le pidió que fuera a la casa del dormilón para tratar de determinar las
causas del largo sueño y si había posibilidades de curarlo.
El
Maestro accedió a la petición y visitó el dormitorio del hombre dormido,
acompañado por un enorme grupo de curiosos. Se sentó junto a su cama, lo miró
con atención, cerró sus ojos y colocó su mano sobre su cabeza, tratando de
concentrarse y abstrayéndose del bullicio ocasionado por los vecinos.
Finalmente
el hombre sabio abrió sus ojos, miró al alcalde y sonriendo a la multitud, dijo:
-Queridos
amigos, he podido comunicarme de una forma especial con esta persona que duerme
ininterrumpidamente desde hace más de 30 años, y finalmente he encontrado la
causa de su extraño comportamiento. Este buen hombre está soñando que está
despierto y, entonces, no tiene ninguna intención de despertarse.
Para
despertar, es necesario aceptar que estamos dormidos
El
sueño es un elemento necesario de la vida humana, pero también misterioso.
Ofrece un aspecto doble. Por un lado es reposo que regenera al hombre, y por
otro lado puede indicar que el hombre está sumergido en la noche tenebrosa. El
sueño es fuente de vida y figura de la muerte, y por esta razón ofrece
diferentes significaciones según las culturas.
El sueño atormentado de Cristo
recuperó
el Paraíso
William
Blake
(británico,
1757-1827)
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Estas vertientes simbólicas del sueño se
encuentran a lo largo de toda la Biblia. El aspecto benéfico ya está presente
en el origen, cuando Adán, el primer hombre, le pone nombre a cada ser
viviente, a todos los animales del campo y a cada pájaro del cielo. En este
inmenso panorama, Adán no encuentra la ayuda adecuada. Entonces Dios hace caer
un profundo sueño sobre él, y cuando este
se durmió, tomó una de sus costillas y cerró con carne el lugar vacío. Luego,
con la costilla que había sacado del hombre, el Señor Dios formó una mujer y se
la presentó al varón. El hombre exclamó:
“¡Esta
sí que es hueso de mis huesos
y
carne de mi carne!
Se
llamará Mujer,
porque
ha sido sacada del varón”.(Libro del Génesis)
En otros casos el dormir indica la
confianza y el abandono, como cuando Jesús atravesaba junto a sus discípulos el
Mar de Galilea y se desató una tremenda tormenta que desesperó a los
tripulantes de la barca, a excepción de Jesús que reposaba tranquilamente en la
popa, durmiendo sobre el cabezal. La misma confianza que se nos invita a tener
en la Carta a los Efesios, en el capítulo cinco: porque todo lo que se pone de manifiesto es luz. Por eso se dice:
Despiértate,
tú que duermes,
levántate
de entre los muertos,
y
Cristo te iluminará.
El Sueño y los Perdidos y Encontrados
Cecily Brown
(británica, n.
en 1969) |
Pero el dormir puede significar que han
caído las tinieblas sobre el hombre. En el Libro de los Provebios, en el
capítulo seis, se dice: ¿Hasta cuándo
estarás recostado, perezoso, cuándo te levantarás de tu sueño? “Dormir un poco,
dormitar otro poco, descansar otro poco de brazos cruzados”: así te llegará la
pobreza como un salteador y la miseria como un hombre armado. Peor todavía
es lo que sucede a Sansón cuando se duerme en el regazo de Dalila y ésta le
hace cortar el cabello; luego sobrevendrá el desastre y la muerte de Sansón.
Según Job, acostarse a dormir es para
siempre, es muerte en el sentido más profundo: no existir. En su desesperación
pide que Dios lo perdone, que no se fije en sus culpas. Dice: ¿Por qué no perdonas mis ofensas y pasas por
alto mis culpas?
¡Mira que muy pronto me acostaré en
el polvo, me buscarás, y ya no existiré! A medida que crece su
drama, Job irá expresando con más claridad el sentido de sus angustias: Pero el hombre, cuando muere, queda inerte;
el mortal que expira, ¿dónde está? El agua del mar se evapora, un río se agota
y se seca: así el hombre se acuesta y no se levanta; desaparecerán los cielos,
antes que él se despierte, antes que se alce de su sueño. Finalmente logra
formular la pregunta fundamental: Un
hombre, una vez muerto, ¿podrá revivir?
El
cuento nos acerca a estas dimensiones del dormir, pero sin angustia ni dudas.
Hay una sonrisa en el hombre espiritual cuando da su diagnóstico sobre el
dormilón. Nos recuerda que hay un despertar final, una plenitud que dará
sentido a todo lo vivido. Para la Biblia, esa vigilia definitiva tiene como
fuente una relación de amor, no es una situación solitaria como el durmiente,
sino de encuentro y de intercambio. El texto sagrado usa el símbolo de la
Amada, a quien el Amado le hizo abrir los ojos:
“Te
desperté debajo del manzano,
allí
donde tu madre te dio a luz,
donde
te dio a luz la que te engendró.”
(Cantar de los
Cantares, cap. 8).
Despertará
Paul Klee
(suizo, 1879 - 1940) |