Gran Tablero de Ajedrez
Paul Klee
(suizo,1879-1940) |
Un
joven, preso de la amargura, acudió a un monasterio en Japón y le expuso a un
anciano maestro:
-
"Querría alcanzar la iluminación, pero soy incapaz de soportar los años de
retiro y meditación. ¿Existe un camino rápido para alguien como yo?"
-
"¿Te has concentrado a fondo en algo durante tu vida?", preguntó el
maestro.
-
"Sólo en el ajedrez, pues mi familia es rica y nunca trabajé de
verdad."
El
maestro llamó a un monje. Trajeron un tablero de ajedrez y una espada afilada.
-
"Ahora vas a jugar una partida muy especial de ajedrez. Si pierdes te
cortaré la cabeza con esta espada; y si por el contrario ganas, se la cortaré a
tu adversario."
Empezó
la partida. El joven sentía las gotas de sudor recorrer su espalda, pues estaba
jugando la partida de su vida. El tablero se convirtió en el mundo entero. Se
identificó con él y formó parte de él. Empezó perdiendo, pero su adversario
cometió un desliz. Aprovechó la ocasión para lanzar un fuerte ataque, que
cambió su suerte. Entonces miró de reojo al monje.
Vio
su rostro inteligente y sincero, marcado por años de esfuerzo. Evocó su propia
vida, ociosa y banal. De repente se sintió tocado por la piedad. Así que
cometió un error voluntario y luego otro. Iba a perder.
Viéndolo,
el maestro arrojó el tablero al suelo y las piezas se mezclaron.
-
"No hay vencedor ni vencido. No caerá ninguna cabeza."
Se
volvió hacia el joven y añadió:
-
"Dos cosas son necesarias: la concentración y la piedad. Hoy has aprendido
las dos."
La
vida en juego
El juego de ajedrez es
originario de la India. Fue transmitido a Occidente en el medioevo por los
persas y los árabes. Esto está atestiguado, entre otras cosas, por la expresión
de jaque mate, que deriva del persa shâh, que significa rey, y el árabe mât, que
significa ha muerto. En el
Renacimiento se modificaron algunas reglas, tratando de hacerlo más ágil y más
matemático, y dejando en segundo plano el sentido estratégico del juego.
Retrato de los jugadores de ajedrez
Marcel
Duchamp
(francés,
1887-1968)
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El
tablero, que es un gran cuadrado dividido en cuadrados menores, ocho por lado,
indica que es de origen sacerdotal, pues en la antigüedad esta casta se ocupó
de las observaciones del cielo, del movimiento de los planetas, y volcó sus
conocimientos en estructuras simples capaces de manifestar la grandeza de lo
observado. Los hindúes contaron ocho planetas, cinco que se captan a simple
vista, luego el sol y la luna, y finalmente Râhu,
conocido entonces como el astro oscuro de los eclipses. Cada uno de ellos sigue
una de las ocho direcciones del espacio: norte, sur, este, oeste y las
intermedias.
Las
casillas blancas y negras revelan el significado cíclico del tablero, y es el
equivalente rectangular al símbolo del extremo oriente, ying-yang, que está en la base de la enseñanza del cuento citado.
El joven amargado se enfrenta a la imagen del mundo en su dualismo fundamental.
Este principio dual se vuelve dramático en la instrucción del maestro: uno de
los dos jugadores va a perder la cabeza.
Teoría de ajedrez
Vasili
Vasílievich Kandinski
(ruso,
1866-1944)
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Las
piezas del juego encierran también enseñanzas para nuestro interior. El rey es
el corazón o el espíritu y las demás figuras son como las diversas facultades
del alma. Los movimientos de cada pieza indican sus posibilidades cósmicas
dentro del tablero: está el movimiento axial de las torres o carros de combate,
el movimiento diagonal de los alfiles o elefantes, que siguen un solo color, y
el movimiento complejo de los caballos. La marcha axial, que corta a través de
los colores, es lógica y viril, mientras que la marcha diagonal corresponde a
una continuidad existencial y, por lo
tanto, femenina. El salto de los caballos corresponde a la intuición. La reina
originalmente era un consejero del rey, y se movía como éste, de a una casilla
por vez en cualquier dirección. Así va nuestro corazón y su consciencia.
Imposible
resumir los significados ocultos en este juego y sus innumerables variantes. Al
joven, el juego le mostró las dos actitudes fundamentales para recorrer la vida
con serenidad y entrega: concentración y piedad. Como enseñan los hindúes,
nuestro camino entre el nacimiento y la muerte puede simbolizarse en un juego.
De la misma manera se expresa Jesús, invitándonos a la atención y a la
compasión para alcanzar la felicidad.
La partida de ajedrez
Maria Helena
Vieira da Silva
(portuguesa, 1908-1992) |