domingo, 17 de diciembre de 2017

LA PARTIDA DE AJEDREZ


Gran Tablero de Ajedrez
Paul Klee
(suizo,1879-1940)


Un joven, preso de la amargura, acudió a un monasterio en Japón y le expuso a un anciano maestro:

- "Querría alcanzar la iluminación, pero soy incapaz de soportar los años de retiro y meditación. ¿Existe un camino rápido para alguien como yo?"

- "¿Te has concentrado a fondo en algo durante tu vida?", preguntó el maestro.
- "Sólo en el ajedrez, pues mi familia es rica y nunca trabajé de verdad."

El maestro llamó a un monje. Trajeron un tablero de ajedrez y una espada afilada.
- "Ahora vas a jugar una partida muy especial de ajedrez. Si pierdes te cortaré la cabeza con esta espada; y si por el contrario ganas, se la cortaré a tu adversario."

Empezó la partida. El joven sentía las gotas de sudor recorrer su espalda, pues estaba jugando la partida de su vida. El tablero se convirtió en el mundo entero. Se identificó con él y formó parte de él. Empezó perdiendo, pero su adversario cometió un desliz. Aprovechó la ocasión para lanzar un fuerte ataque, que cambió su suerte. Entonces miró de reojo al monje.

Vio su rostro inteligente y sincero, marcado por años de esfuerzo. Evocó su propia vida, ociosa y banal. De repente se sintió tocado por la piedad. Así que cometió un error voluntario y luego otro. Iba a perder.

Viéndolo, el maestro arrojó el tablero al suelo y las piezas se mezclaron.

- "No hay vencedor ni vencido. No caerá ninguna cabeza."

Se volvió hacia el joven y añadió:

- "Dos cosas son necesarias: la concentración y la piedad. Hoy has aprendido las dos."


La vida en juego

         El juego de ajedrez es originario de la India. Fue transmitido a Occidente en el medioevo por los persas y los árabes. Esto está atestiguado, entre otras cosas, por la expresión de jaque mate, que deriva del persa shâh, que significa rey, y el árabe mât, que significa ha muerto. En el Renacimiento se modificaron algunas reglas, tratando de hacerlo más ágil y más matemático, y dejando en segundo plano el sentido estratégico del juego.
Retrato de los jugadores de ajedrez
Marcel Duchamp
(francés, 1887-1968)

         El tablero, que es un gran cuadrado dividido en cuadrados menores, ocho por lado, indica que es de origen sacerdotal, pues en la antigüedad esta casta se ocupó de las observaciones del cielo, del movimiento de los planetas, y volcó sus conocimientos en estructuras simples capaces de manifestar la grandeza de lo observado. Los hindúes contaron ocho planetas, cinco que se captan a simple vista, luego el sol y la luna, y finalmente Râhu, conocido entonces como el astro oscuro de los eclipses. Cada uno de ellos sigue una de las ocho direcciones del espacio: norte, sur, este, oeste y las intermedias.

         Las casillas blancas y negras revelan el significado cíclico del tablero, y es el equivalente rectangular al símbolo del extremo oriente, ying-yang, que está en la base de la enseñanza del cuento citado. El joven amargado se enfrenta a la imagen del mundo en su dualismo fundamental. Este principio dual se vuelve dramático en la instrucción del maestro: uno de los dos jugadores va a perder la cabeza.
Teoría de ajedrez
Vasili Vasílievich Kandinski
(ruso, 1866-1944)

         Las piezas del juego encierran también enseñanzas para nuestro interior. El rey es el corazón o el espíritu y las demás figuras son como las diversas facultades del alma. Los movimientos de cada pieza indican sus posibilidades cósmicas dentro del tablero: está el movimiento axial de las torres o carros de combate, el movimiento diagonal de los alfiles o elefantes, que siguen un solo color, y el movimiento complejo de los caballos. La marcha axial, que corta a través de los colores, es lógica y viril, mientras que la marcha diagonal corresponde a una continuidad existencial y, por lo tanto, femenina. El salto de los caballos corresponde a la intuición. La reina originalmente era un consejero del rey, y se movía como éste, de a una casilla por vez en cualquier dirección. Así va nuestro corazón y su consciencia.


         Imposible resumir los significados ocultos en este juego y sus innumerables variantes. Al joven, el juego le mostró las dos actitudes fundamentales para recorrer la vida con serenidad y entrega: concentración y piedad. Como enseñan los hindúes, nuestro camino entre el nacimiento y la muerte puede simbolizarse en un juego. De la misma manera se expresa Jesús, invitándonos a la atención y a la compasión para alcanzar la felicidad.

La partida de ajedrez
Maria Helena Vieira da Silva
(portuguesa, 1908-1992)



domingo, 3 de diciembre de 2017

LA LUNA NO SE PUEDE ROBAR

Alguien que es valioso
Shiba Kōkan
(japonés, 1747–1818) 

Ryokan, un maestro zen, vivía de la forma más sencilla posible en una pequeña choza al pie de una montaña. Cierto día, por la tarde, estando él ausente, un ladrón se introdujo en el interior de la cabaña, solo para descubrir que no había allí nada que pudiese ser robado.

Ryokan, que regresaba entonces, se encontró, con el ladrón en su casa.

- «Debes haber hecho un largo viaje para venir a visitarme», le dijo, «y no sería justo que volvieras con las manos vacías. Por favor, acepta mis ropas como un regalo».
El ladrón estaba perplejo, pero al fin tomó las ropas y se marchó.

Ryokan se sentó en el suelo, desnudo, contemplando la luna a través de la ventana.
- «Pobre hermano», se decía. «Ojalá pudiese haberle dado esta maravillosa luna».


La verdad desnuda
Puntos nº 19
Kenzo Okada
(japonés, 1902-1982)

         El protagonista del cuento probablemente sea el monje zen Daigu Ryokan (japonés, 1758-1831), conocido por su caligrafía y por su poesía. Fue un tonto errante, pues Daigu significa tonto. No tenía vergüenza de jugar con los niños. Vivió en un choza solitaria del bosque, con una pared llena de poemas escritos en su letra maravillosa, con forma como patas de araña, muy apreciada por los calígrafos japoneses.

         El estilo de su poesía es conocido como waka, que literalmente significa poema japonés. Encierra varias formas y carece de rima, incluso de rima accidental que era considerada un error. De Ryokan se conocen alrededor de cuatrocientos poemas simples, bellos y directos. Al describirse a sí mismo, dice:


Las nubes son mis mejores vecinos.
Abajo, un torrente de aguas cristalinas donde refresco el cuerpo y la mente;
Arriba, imponentes pinos y robles que me proveen de sombra y de leña.
Libre, tan libre, día tras día.
¡No quiero partir nunca de aquí!

         El maestro decide quedar desnudo para favorecer al delincuente que ha pretendido robar su vestidura y, de paso, agradecerle la ayuda. Porque el estado de desnudez es la condición con la que nacemos en el mundo y en la cual morimos, como bien dice la sentencia popular.
La Luna
Nicolas de Stael
(rusofrancés, 1914-1955)

         El origen del verbo desnudar pasa por el latín, viniendo del griego gymnós, que significa desnudo, de donde procede la palabra gimnasia, porque en la Grecia antigua los atletas entrenaban y competían desnudos. En Occidente, el sentido de privación y de vergüenza por estar sin ropas, tiene como mito original un relato de la Biblia.

         En el libro del Génesis, en el capítulo dos, se cuenta que Adán y Eva vivían en el jardín de Dios desnudos. Si seguimos imaginativamente este relato, nos daremos cuenta que Dios también estaba desnudo, y que nunca sintió vergüenza de esta condición. En cambio la mujer y el varón, luego de desobedecer la orden del Creador, empezaron a cubrir sus cuerpos. Las vestiduras surgen para tapar el desorden interior, el del corazón, no el exterior, que no fue alterado por la acción divina. Los vestidos son señales de penitencia y de pérdida de inocencia.

         Gracias al ladrón, el maestro muestra toda su inocencia, reconquistada con una vida entregada y libre a la vez. El mismo Ryokan lo dice así:

Como el pequeño arroyo
que labra su camino
a través de las grietas cubiertas de musgo
yo, también, en silencio
me vuelvo claro y transparente.

         El ladrón se resigna a su prisión y se va. Se aleja con la cárcel que significan las ropas recibidas, pues lo llevan a la penitencia de sentirse avergonzado y culpable. Se pierde el regalo más hermoso que hubiese querido darle el maestro: la luna que tiene como uno de sus significados, la fiesta.

Formas circulares, Luna nº 3
Robert Delaunay
(francés, 1885 - 1941)