Alguien que es valioso
Shiba Kōkan
(japonés, 1747–1818)
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Ryokan,
un maestro zen, vivía de la forma más sencilla posible en una pequeña choza al
pie de una montaña. Cierto día, por la tarde, estando él ausente, un ladrón se
introdujo en el interior de la cabaña, solo para descubrir que no había allí
nada que pudiese ser robado.
Ryokan,
que regresaba entonces, se encontró, con el ladrón en su casa.
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«Debes haber hecho un largo viaje para venir a visitarme», le dijo, «y no sería
justo que volvieras con las manos vacías. Por favor, acepta mis ropas como un
regalo».
El
ladrón estaba perplejo, pero al fin tomó las ropas y se marchó.
Ryokan
se sentó en el suelo, desnudo, contemplando la luna a través de la ventana.
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«Pobre hermano», se decía. «Ojalá pudiese haberle dado esta maravillosa luna».
La
verdad desnuda
Puntos nº 19
Kenzo Okada
(japonés,
1902-1982)
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El protagonista del cuento probablemente sea el monje zen Daigu Ryokan (japonés, 1758-1831), conocido por su caligrafía y por su poesía. Fue un tonto errante, pues Daigu significa tonto. No tenía vergüenza de jugar con los niños. Vivió en un choza solitaria del bosque, con una pared llena de poemas escritos en su letra maravillosa, con forma como patas de araña, muy apreciada por los calígrafos japoneses.
El
estilo de su poesía es conocido como waka,
que literalmente significa poema japonés.
Encierra varias formas y carece de rima, incluso de rima accidental que era
considerada un error. De Ryokan se conocen alrededor de cuatrocientos poemas
simples, bellos y directos. Al describirse a sí mismo, dice:
Las
nubes son mis mejores vecinos.
Abajo,
un torrente de aguas cristalinas donde refresco el cuerpo y la mente;
Arriba,
imponentes pinos y robles que me proveen de sombra y de leña.
Libre,
tan libre, día tras día.
¡No
quiero partir nunca de aquí!
El maestro decide quedar desnudo para
favorecer al delincuente que ha pretendido robar su vestidura y, de paso,
agradecerle la ayuda. Porque el estado de desnudez es la condición con la que
nacemos en el mundo y en la cual morimos, como bien dice la sentencia popular.
La Luna
Nicolas de Stael
(rusofrancés,
1914-1955)
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El origen del verbo desnudar pasa por el latín, viniendo del
griego gymnós, que significa desnudo, de donde procede la palabra
gimnasia, porque en la Grecia antigua los atletas entrenaban y competían
desnudos. En Occidente, el sentido de privación y de vergüenza por estar sin
ropas, tiene como mito original un relato de la Biblia.
En el libro del Génesis, en el capítulo
dos, se cuenta que Adán y Eva vivían en el jardín de Dios desnudos. Si seguimos
imaginativamente este relato, nos daremos cuenta que Dios también estaba
desnudo, y que nunca sintió vergüenza de esta condición. En cambio la mujer y
el varón, luego de desobedecer la orden del Creador, empezaron a cubrir sus
cuerpos. Las vestiduras surgen para tapar el desorden interior, el del corazón,
no el exterior, que no fue alterado por la acción divina. Los vestidos son
señales de penitencia y de pérdida de inocencia.
Gracias al ladrón, el maestro muestra
toda su inocencia, reconquistada con una vida entregada y libre a la vez. El
mismo Ryokan lo dice así:
Como
el pequeño arroyo
que
labra su camino
a
través de las grietas cubiertas de musgo
yo,
también, en silencio
me
vuelvo claro y transparente.
El ladrón se resigna a su prisión y se
va. Se aleja con la cárcel que significan las ropas recibidas, pues lo llevan a
la penitencia de sentirse avergonzado y culpable. Se pierde el regalo más
hermoso que hubiese querido darle el maestro: la luna que tiene como uno de sus
significados, la fiesta.
Formas circulares, Luna nº 3
Robert
Delaunay
(francés,
1885 - 1941)
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