Alejandro descendiendo en submarino
Juan de
Grise
(belga,
activo en 1338-1344)
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Cuenta
la leyenda que Alejandro Magno, gran guerrero y conquistador, estando en
vísperas de su muerte, hizo llamar a sus generales, llamados diádocos, para
comunicarles sus tres últimos deseos.
Una
vez venidos todos a su lecho, y rodeado de ellos, procedió a enumerar sus
requerimientos postreros:
-
Que su ataúd fuese llevado en hombros y transportado por los mejores médicos de
la época.
-
Que los tesoros que había conquistado durante toda su vida, plata, oro y
piedras preciosas, fuesen esparcidos por el camino que llevaba hasta su propia
tumba.
-
Que sus manos quedaran balanceándose en el aire, fuera del ataúd, y a la vista
de todos.
Uno
de sus generales, asombrado por tan insólitos deseos, tuvo a bien preguntarle a
Alejandro cuáles eran las razones para semejantes deseos.
Acto
seguido, Alejandro argumentó:
-
"Quiero que los más eminentes médicos carguen mi ataúd, para así
mostrarles a todos, y a ellos mismos, que no tienen, ante la muerte, el poder
de curar"
-
"Quiero que el suelo sea cubierto por mis tesoros para que todos puedan
ver que los bienes materiales aquí conquistados, aquí permanecerán, y no se
irán con ninguno de nosotros, simples mortales"
-
"Quiero que mis manos se balanceen al viento, para que las personas puedan
ver que así como vinimos a este mundo con las manos vacías, de igual forma nos
iremos, cuando se nos termine el más valioso tesoro que poseemos, que no es
otro que el tiempo".
Los
tesoros del hombre
Alejandro en el lecho de muerte
dictando su testamento
Artista
flamenco desconocido.
(Fines del
s. XV)
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Alejandro
III de Macedonia (Pella, Macedonia, 356 a.C. - Babilonia, 323 a.C.) fue un
admirado conquistador, que cambió de raíz la estructura política y cultural de
una inmensa región. Su formación cultural estuvo a cargo del filósofo griego
Aristóteles (384 a.C.-322 a.C.) y su aprendizaje militar y político lo hizo con
su padre Filipo II de Macedonia, quien murió asesinado. Alejandro empieza
ordenando las luchas internas de Macedonia. Una vez pacificada la región
iniciará la conquista de los persas, en una guerra de venganza por lo que ellos
habían hecho sufrir a su pueblo. Su imperio abarcó también Egipto, donde fundó
una de las ciudades que se llamarán Alejandría. Luego de tomar Asia Menor, se
dirigió y anexó la India. Allí sus generales se negaron a continuar
contradiciendo sus deseos de llegar al Extremo Oriente.
Volviendo
sobre sus pasos, luego de trece años de constantes conquistas, llega a
Babilonia. Estaba a punto de cumplir apenas treinta tres años de edad cuando lo
sorprende la muerte. Hoy todavía no se sabe si murió de una enfermedad o si fue
envenenado por alguno de los que lo acompañaron. Su obra fue política
elaborando un gran imperio y también cultural, llevando elementos griegos hasta
la India, y dejando que los tesoros de sabiduría que encontró en su camino
ingresaran en la civilización griega. Se lo conoce como Alejandro Magno, que
significa el Grande, tanto por sus hazañas como también por su profunda
religiosidad.
Este
rey tiene categoría de héroe mítico. Sus acciones formaron parte de una
tradición oral inmensa. Su vida ha sido objeto de muchos relatos populares, de
los cuales no escapa ese momento tan especial de su muerte, que es una
iniciación para todo ser humano. La muerte de los grandes se hace cuento, para
poner en evidencia las significaciones que este paso tiene para los hombres:
liberadora de las penas y las preocupaciones, no es un fin en sí misma; abre el
acceso al reino del espíritu, a la vida verdadera.
El ermitaño Sisoes meditando
en la tumba de Alejandro
Autor
desconocido.
En el
Monasterio Varlaam,
Meteora,
Grecia.
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Las
tres peticiones de Alejandro Magno encarnan las lecciones aprendidas por la
humanidad. La vida terrenal, etapa en donde se mezclan desde aspectos claros
hasta dimensiones de amenazante oscuridad, tiene un tiempo definido que no
puede ser cambiado ni por los más sabios médicos. Y este paso tiene tesoros
evidentes, consistente en bienes materiales en abundancia para algunos, como
escasos para otros. También está el bien del tiempo, tal como lo expresa el
último deseo del Alejandro.
Pero hay un tesoro escondido,
significado por las joyas materiales y el tiempo, por los bienes exteriores que
recibimos ajenos muchas veces a nuestra voluntad. Ese tesoro escondido es el
símbolo de la esencia divina no manifestada, según enseña la tradición. Está
oculto en el fondo de las cavernas o en pasajes subterráneos del ser humano, en
su corazón, en su alma.
Es probable
que Alejandro Magno buscara ese tesoro escondido en su corazón. Para eso se
lanzó a la conquista, desarrollando la herencia recibida y sabiendo que las
joyas materiales iban a ser pisadas algún día. Como todo ser humano digno, el
rey Alejandro hizo su camino, luchó con sus enemigos y sembró cultura. Pero en
realidad, fue en búsqueda del tesoro escondido, que es el símbolo de la vida
interior, luchando contra los monstruos que lo guardan, que no son más que
aspectos de nosotros mismos. En esto, los seres humanos somos magnos.
Alejandro Magno escuchando a Aristóteles
José Manuel
Merello
(español, n. en 1960) |