Adán activo
Rudolf
Hausner
(austríaco,
1914 - 1995)
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Al borde de un camino que conducía a la aldea
había una imagen de madera, colocada en un pequeño templo. Un caminante que se
vio detenido por un foso lleno de agua, tomó la estatua del dios, la tendió de
lado a lado y atravesó el foso sin mojarse. Un momento después pasó otro hombre
por ahí y tuvo piedad del dios; lo levantó y volvió a colocarlo sobre su
pedestal. Pero la estatua le reprochó el no haberle ofrendado incienso y en
castigo le envió un violento dolor de cabeza.
El juez de los infiernos y los
demonios que estaban en ese templo le preguntaron respetuosamente:
- Señor, el hombre que lo pisoteó para
atravesar el foso no recibió castigo y en cambio al que lo levantó usted le
proporcionó un fuerte dolor de cabeza. ¿Por qué?
- ¡Ah! Que no saben ustedes – contestó
la divinidad –, ¡que hay castigo sólo para los buenos!
Ser bueno
Bien Auguste Herbin (francés, 1882-1960) |
Desde la antigüedad se intentó
clasificar los distintos caminos para interpretar los cuentos. Una primera
manera es la literal, simplemente pensar en lo que se cuenta. Una segunda forma
es plantear el sentido moral de la narración, deduciendo consejos o normas de comportamiento.
Otra manera es considerar que cada cuento y sus elementos son símbolos, que se
refieren a otras cosas más allá de lo que aparece en el relato, una dimensión
poética o mística. Hay muchas más, que muestran la riqueza que los cuentos
transmiten de generación en generación.
Podemos considerar el bueno y el malo
como una dualidad que atraviesa la realidad humana. ¿Qué es ser bueno? Según la
etimología es el que hace con eficiencia,
o el que hace correctamente su cometido. En el origen, entonces, es
un hacedor, un realizador. El malo es lo opuesto, es el que no hace, y en lo
poco que podría hacer es dañino. Para el cuento, el bueno es el que se
arriesga, sabiendo que puede errar pues la eficiencia es característica de la
acción misma. El bueno hace pero puede que no alcance todo el objetivo, como el
hombre que endereza la estatua pero no rinde el culto debido. Solamente el
bueno corre riesgos, puede recibir castigos, porque el malo no hace nada. Para
los seres superiores, el malo es casi inexistente, no merece atención de ningún
tipo.
En el plano ético, el bueno es el que
se da cuenta de los opuestos que están en la vida y los atraviesa. Bondad y
maldad son un par de opuestos, como salud y enfermedad, como tristeza y
alegría. El malo no se da cuenta de esta polaridad presente en la realidad, ni
siquiera distingue los matices más sencillos. No puede ser castigado, pues no
le serviría de nada y en otra ocasión volvería a hacer lo mismo sin darse
cuenta de lo que sucede. Ser bueno puede ser algunas veces más doloroso, más
triste, lo que podría llevar a una gran desilusión de la realidad, pero esa
oscuridad es la posibilidad de apreciar realmente la luz, la plenitud. La vida
es compleja y admirable, pero el malo no se da cuenta, ni triste ni alegre, simplemente
de nada.
El origen de la palabra castigo nos da otra pista para pensar la
narración. Viene del verbo castigar y
éste del latín castigare, que se
compone del adjetivo de uso religioso castus
y del verbo agere, con el sentido de hacer puro, y más inicialmente instruir. Lo sorprendente está en el
sentido de adjetivo castus, casto en nuestro idioma, que significa
el que se ajusta a las reglas y a los
ritos, es decir, el que hace las cosas bien, el eficiente. Por eso castigar
es para enseñar, para hacer buena a la persona.
Una advertencia del idioma. En latín
castus nunca significó sin relaciones
sexuales. Esta fue una confusión provocada por escritores cristianos
tardíos que llamaron castus a la
persona sin relaciones sexuales
prohibidas por el cristianismo, alterando caprichosamente el sentido de la
palabra original.
La persona buena es la que hace cosas.
Y si no alcanza su objetivo tendrá el castigo, no como daño, sino como
enseñanza para alcanzar mayor plenitud. El bueno, que busca realizar la
felicidad, se lanza con confianza a vivir todas las dualidades del camino.
Composición Figura humana
Vilmos
Huszár
(húngaro,
1884 - 1960)
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