El paseo de Jasper
Mark Ryden
(norteamericano, n. en 1963) |
Una vez, un sapo vio caminar a un ciempiés y quedó atónito al ver con qué elegancia movía éste cada una de sus patas. ¿Cómo hacía para coordinar con tanta perfección sus movimientos?
-¡Ay! –se lamentó el sapo para que el ciempiés
lo oyera-. Yo no brillo ni reluzco. Solo tengo cuatro patas –solo cuatro patas-
y no cien como tú, ¡oh venerable!
Al
ciempiés le cayó muy bien el comentario: tanto que hasta aminoró el ritmo de su
marcha.
-Dime,
pues, venerable –continuó el sapo-, ¿cómo puede ser que, al caminar, siempre
sepas con qué pie debes comenzar, cuál va a ser el segundo, y después el
tercero, cuál llega después como cuarto, quinto y sexto, y si es el décimo el
que sigue o el centésimo? ¿Qué es lo que hacen, mientras tanto, el segundo y el
séptimo? ¿Se paran o siguen andando? Y cuando llegas a la pata número noventa y
siete, ¿debes levantar también la septuagésima? Dime, por favor, a mí, el
pobre, el mojado, el resbaladizo que solo tiene cuatro patas y no cien, cómo
haces, ¡oh venerable!.
El
ciempiés se quedó entonces muy pensativo. En efecto, ¿cómo lo hacía? ¡Ay, nunca
se había preguntado él estas cosas!¡Dios mío, qué problema! ¿Y cómo explicarle
al sapo el mecanismo si ni él mismo, ahora que lo pensaba, podía comprenderlo?
Y
el ciempiés quedó inmóvil, clavado en el suelo, y desde aquel momento no pudo
ya mover ningún miembro. Había olvidado cuál de los pies debía levantar
primero, y mientras más pensaba en ello, menos podía recordarlo.
Caminar
en la vida
Cigüena y cuatro sapos Pierre Bonnard (francés, 1867-1947) |
En
las culturas precolombinas los animales tenían una relación esencial con lo
divino. Ocupaban un lugar importante en los mitos y las leyendas y también eran
símbolos de valores y de ideas fundamentales de esas culturas. El ciempiés es un
animal rastrero y de arraigo a la tierra por lo que no sorprende que aparezca
entre los cabellos del dios azteca de la tierra Tlaltecuhtli, que significa
"señor o señora de la tierra", pues era andrógino. La función
principal del Dios y de todos los animales asociados era posibilitar que las
almas de los muertos llegasen a la morada definitiva.
En
la civilización del Antiguo Egipto el ciempiés estaba asociado al dios Osiris
que también era un dios de la tierra relacionado con el mundo de los muertos.
Como otros animales ponzoñosos está cercano a la magia y se consideraba que
podía curar y proteger a su poseedor de las picaduras de otros seres venenosos.
Ocupaba un lugar importante en el mundo
sagrado en tiempos de los faraones, y nadie osaba poner en duda su
inteligencia.
Llama
la atención la confusión que sufre el ciempiés ante la pregunta del sapo. ¿Cómo
es posible que un animal tan sagrado quedé enredado y sin capacidad de moverse,
después de haberse desplazado con tanto donaire? Solamente otro animal de mismo
nivel sagrado podía cuestionarlo. En algunas culturas el sapo es la cara
infernal y tenebrosa de la muerte. Su mirada fija indica una insensibilidad o
indiferencia a la luz y lo que ella significa. Por esta característica
intercepta la luz de los astros por absorción, dejando en la oscuridad a los
que están cerca, como el ciempiés.
Seta, el ciempiés gigante Utagawa Kuniyoshi (japonés, 1797-1861) |
El
psicólogo George Humphrey (inglés, 1886-1963) se refirió al cuento diciendo:
"Ningún hombre hábil en su profesión necesita una atención constante en el
trabajo rutinario. Si la prestara el trabajo se echaría a perder". Más adelante sigue comentando el cuento,
diciendo: "Nos ocurriría lo mismo si le prestáramos una atención
consciente a cualquier hábito bien asimilado como, por ejemplo, caminar".
La razón, tan útil en algunos aspectos de la vida, puede también ser
destructora de hábitos y virtudes valiosos.
Si
aplicamos el cuento al plano espiritual nos encontramos con una enseñanza
profunda. Es importante mantener la unidad y la armonía en nuestro interior.
Por ejemplo, si estamos escuchando música con disfrute, no podemos al mismo
tiempo ponernos a pensar que estamos escuchando música porque dejaríamos de
lado el goce de oírla. Del mismo modo no podemos contemplar y observarnos como
contempladores al mismo tiempo, la reflexión nos saca de la corriente íntima de
la contemplación. En la vida espiritual hay una armonía por encima de la razón,
en la que nos sumergimos sin pensar. Así nos movemos en la vida y evitamos el
quedarnos paralizados.
Acompañamiento Negro Vasili Kandinski (ruso, 1866-1944) |