Tarde junto al río Gustaf Munch-Petersen (danés, 1912-1938) |
El
asceta se presentó ante el monarca, y este, sin demora, le dijo:
–¡O
demuestras que eres un renunciante auténtico o te haré ahorcar!
El
asceta dijo:
–Majestad,
le juro y aseguro que tengo visiones muy extrañas y sobrenaturales. Veo un ave
dorada en el cielo y demonios bajo la tierra. ¡Ahora mismo los estoy viendo!
¡Sí, ahora mismo!
–¿Cómo
es posible –inquirió el rey– que a través de estos espesos muros puedas ver lo
que dices en el cielo y bajo tierra?
Y
el asceta repuso:
–Solo
se necesita miedo.
La desaparición del miedo
Ramiro Llona Reátegui
(peruano, n. en 1947)
El
miedo es una emoción básica del ser humano. Se dice que las emociones conforman
una especie de rueda, y se mueven de modo contrapuesto: alegría frente a
tristeza, ira frente a miedo, confianza frente a disgusto y sorpresa frente a
anticipación. Estas emociones pueden combinarse en una gran variedad de formas.
Por ejemplo, el optimismo estaría compuesto por la alegría y la anticipación.
El
miedo es reconocido como uno de los cuatro gigantes del alma, se trata del
gigante negro, porque puede causar fenómenos de parálisis o detención del curso
vital. Si bien el miedo es experimentado por el hombre al igual que por los
animales, en tanto el animal no anticipa su muerte, el ser humano tiene
conciencia de su propia muerte. Por lo tanto es el único que conoce el miedo en
un grado tan terrible y duradero.
Muchas
veces se considera al miedo una vergüenza lo que ha llevado al hombre a
camuflar cada vez más las reacciones naturales que acompañan la toma conciencia
de un peligro. Sin embargo a pesar de la mala fama que goza, es importante
mencionarlo como un fenómeno natural detrás del cual se ocultan valiosas
oportunidades en la toma de conciencia sobre las propias necesidades e
intereses, y de las capacidades que están en el corazón.
El gran miedo del mundo
Marthe Hekimi
(polaca, 1886-?)
El
asceta del cuento, tal como lo reconoce en su respuesta, es llevado a la acción
por el miedo. Éste le permite ver lo que el rey, en su autosuficiencia
disfrazada de santidad, no puede ver. Así, el asceta representa al hombre común
de nuestro tiempo quien, sometido a los terrores de su época, es capaz de
encontrar la luz en planos más profundos de la realidad. El monarca, en cambio,
es una muestra de esa política, tan generalizada en nuestro tiempo, que supone
que las poblaciones se mueven solamente por miedo o por interés.
Las
aves doradas y los demonios que menciona el asceta son mitos, fundamentos de la
realidad, de la cultura y del sentido de la vida. Sin ellos no se puede vivir.
Muestran que el universo es mucho más que un escenario para la vida del hombre.
Son auténticas creencias que nacen de la experiencia humana, personal o
comunitaria, provocadas por la acción, la contemplación y, algunas veces, el
miedo.
Una imagen pintada del Universo Roy De Maistre (australiano, 1894-1968) |