Un buen
maestro es el que nos hace entender la realidad sin demasiadas vueltas y
complicaciones. Con palabras accesibles
y con buenos ejemplos nos orienta para que podamos llegar a la paz que
significa comprender algo.
Maulvi en meditación Anónimo India, c.1630 |
Comprender
es alcanzar el entendimiento de la cosas, lo que requiere paciencia y
atención. Por eso “comprensión” se
refiere también a tener tolerancia, especialmente con las emociones y
capacidades de los otros.
Veamos un
buen ejemplo de enseñanza en el siguiente cuento anónimo de la India, titulado
“La verdad... ¿es la verdad?”.
El rey había entrado
en un estado de honda reflexión durante los últimos días. Estaba pensativo y
ausente. Se hacía muchas preguntas, entre otras por qué los seres humanos no
eran mejores. Sin poder resolver este último interrogante, pidió que trajeran a
su presencia a un ermitaño que moraba en un bosque cercano y que llevaba años
dedicado a la meditación, habiendo cobrado fama de sabio y ecuánime.
Sólo porque se lo
exigieron, el eremita abandonó la inmensa paz del bosque.
--Señor, ¿qué deseas de mí? -preguntó ante el
meditabundo monarca.
--He oído hablar mucho de ti -dijo el rey-.
Sé que apenas hablas, que no gustas de honores ni placeres, que no haces
diferencia entre un trozo de oro y uno de arcilla, pero todos dicen que eres un
sabio.
--La gente dice, señor -repuso indiferente el
ermitaño.
--A propósito de la gente quiero preguntarte
-dijo el monarca-. ¿Cómo lograr que la gente sea mejor?
--Puedo decirte, señor -repuso el ermitaño-,
que las leyes por sí mismas no bastan, en absoluto, para hacer mejor a la gente. El ser humano
tiene que cultivar ciertas actitudes y practicar ciertos métodos para alcanzar
la verdad de orden superior y la clara comprensión. Esa verdad de orden
superior tiene, desde luego, muy poco que ver con la verdad ordinaria.
El rey se quedó dubitativo. Luego reaccionó
para replicar:
--De lo que no hay duda, ermitaño, es de que
yo, al menos, puedo lograr que la gente diga la verdad; al menos puedo conseguir
que sean veraces.
El eremita sonrió levemente, pero nada dijo.
Guardó un noble silencio.
El profeta Khizr Khan Khwaja. Anónimo. India, 1760. |
El rey decidió establecer un patíbulo en el
puente que servía de acceso a la
ciudad. Un escuadrón a las órdenes de un capitán revisaba a
todo aquel que entraba a la
ciudad. Se hizo público lo siguiente: “Toda persona que
quiera entrar en la ciudad será previamente interrogada. Si dice la verdad,
podrá entrar. Si miente, será conducida al patíbulo y ahorcada”.
Amanecía. El ermitaño, tras meditar toda la noche,
se puso en marcha hacia la
ciudad. Su amado bosque quedaba a sus espaldas. Caminaba con
lentitud. Avanzó hacia el puente. El capitán se interpuso en su camino y le
preguntó:
--¿Adónde vas?
--Voy camino de la horca para que puedan
ahorcarme -repuso sereno el eremita.
El capitán aseveró:
--No lo creo.
--Pues bien, capitán, si he mentido,
ahórcame.
--Pero si te ahorcamos por haber mentido
-repuso el capitán-, habremos convertido en cierto lo que has dicho y, en ese
caso, no te habremos ahorcado por mentir, sino por decir la verdad.
--Así es -afirmó el ermitaño-.
Ahora usted sabe lo
que es la verdad... ¡Su verdad!
Sentido de la
palabra.
En el mundo
que vivimos tenemos tres influencias importantes para comprender el contenido
de la palabra “verdad”, que es una de las claves del cuento.
La primera
influencia es la del mundo griego antiguo. En aquel entonces se usaba el
término “aletheia” que significa “quitar el velo”. Para esos pensadores las cosas no son
evidentes a nuestra razón, sino que es necesario prestarles atención para
atravesar aquello que las cubre, que las tapa para que no las veamos
claramente. Si nos fijamos en el cuento,
es la situación inicial del rey, quien no sabía cómo hacer para que los hombres
mejorasen.
Lección de Swami Miniatura. India, ca. 1750 |
La otra
influencia es la del mundo romano, especialmente del latín. Nuestro término en castellano viene del latín
“veritas”, que originalmente hace referencia a la exactitud y rigor en el
decir. Es lo contrario a “engaño” o
“decir mentiras”.
La tercera
influencia es la del mundo bíblico, que en gran parte se expresa en
hebreo. En esa lengua, la verdad hace
referencia a la confianza que despierta el mensajero. Un amigo “verdadero” es con el que se puede
contar siempre.
Así tenemos
los tres aspectos de la verdad: descubrimiento, exactitud y confianza. En este contexto, el ermitaño del cuento pasa
a ser algo más que un hombre astuto. Es
un sabio que no teme a nada, y enseña con su palabra y con su propia vida,
aunque se ponga en riesgo.
El viaje.
El cuento,
tal como se lo presenta en la antigüedad, está acompañado por una breve
sentencia, que brinda una de las posibles conclusiones que podemos extraer del
relato: “El Maestro dice: el aferramiento
a los puntos de vista es una traba mental y un fuerte obstáculo en el viaje
interior.”
Los cuentos
tradicionales no suelen ser hechos reales, sino breves representaciones para
que nos entendamos a nosotros mismos, lo que se denomina “el viaje
interior”. Al comienzo, el rey estaba
meditando por qué los seres humanos no eran mejores. Y esto es lo que buscan todos los hombres para
sus propias vidas, están tratando de mejorarlas siempre. Podemos decir que la vocación común que
tenemos es mejorar nuestras propias vidas, y para esto hacemos el viaje
interior.
Para el
camino de poco nos sirven las leyes exteriores, porque carecen de las
características de la verdad que necesitamos.
Las leyes suelen ser inexactas, como en el caso del cuento. También despiertan desconfianza, por eso se
suele recurrir a la fuerza y al miedo para hacerlas cumplir. Y, por lo general, nos hacen obrar sin
demasiadas explicaciones, sin enseñarnos mucho.
En
síntesis, las leyes son un tímido intento para lograr decencia en la vida
humana. Pero el mejoramiento de la
condición humana llegará por otro camino.
El ermitaño
dice que más que leyes, necesitamos cultivar actitudes y practicar ciertos
métodos. No dice explícitamente cuáles,
pues son cosas que están en el interior de cada uno. Cuando vemos que se nos revelan nuevos conocimientos,
o notamos más claridad en nuestro entendimiento, y sentimos confianza en el
camino emprendido, entonces estamos siendo mejores. Es el inexcusable viaje interior al cual
hemos sido llamados.
El anciano cuenta cuentos Amrita Sher-Gil (india, 1913-1941) |