Vida de un pueblo Rodolfo Morales (mexicano, 1925-2001) |
México es
uno de los países con mayor número de especies nativas de mamíferos, apenas por
debajo de Brasil e Indonesia. Esta
abundancia incluye a los murciélagos. La
diversidad de especies de murciélagos mexicanos incluye una gran variedad en
hábitos y ecologías. La mayoría de estos animales pasan los días en cuevas,
pero otros usan como refugios grietas, troncos huecos, hojas de palma, ramas de
árboles, o duermen debajo de piedras o en casas. La mayoría de las especies se
alimentan de insectos, pero hay algunas que son herbívoras, y unas pocas se
alimentan de sangre, los verdaderos vampiros.
Ante esta
diversidad de especies, es natural que los antiguos mexicanos se interesaran en
los murciélagos, especialmente por su carácter nocturno y porque habitan en las
cuevas y las profundidades de la
Tierra. La siguiente
leyenda, como tantas historias populares, tiene una larga trayectoria.
Cuenta la leyenda que
el murciélago hace mucho tiempo fue el ave más bella de la Creación.
El murciélago al
principio era tal y como lo conocemos hoy, y se llamaba biguidibela (biguidi =
mariposa y bela = carne; el nombre venía a significar algo así como “mariposa
desnuda”).
Un día de mucho frío
subió al cielo y le pidió plumas al Creador, como había visto en otros animales
que volaban. Pero el Creador no tenía plumas, así que le recomendó bajar de
nuevo a la tierra y pedir una pluma a cada ave. Y así lo hizo el murciélago,
eso sí, recurriendo solamente a las aves con plumas más vistosas y de más
colores.
Cuando acabó su
recorrido, el murciélago se había hecho con un gran número de plumas que
envolvían su cuerpo.
Consciente de su
belleza, volaba y volaba mostrándola orgulloso a todos los pájaros, que paraban
su vuelo para admirarle. Agitaba sus alas ahora emplumadas, aleteando feliz y
con cierto aire de prepotencia. Una vez, como un eco de su vuelo, creó el arco
iris. Era todo belleza.
Pero era tanto su
orgullo que la soberbia lo transformó en un ser cada vez más ofensivo para con
las aves.
Con su continuo
pavoneo, hacía sentirse chiquitos a cuantos estaban a su lado, sin importarle
las cualidades que ellos tuvieran. Hasta al colibrí le reprochaba no llegar a
ser dueño de una décima parte de su belleza.
Cuando el Creador vio
que el murciélago no se contentaba con disfrutar de sus nuevas plumas, sino que
las usaba para humillar a los demás, le pidió que subiera al cielo, donde
también se pavoneó y aleteó feliz. Aleteó y aleteó mientras sus plumas se
desprendían una a una, descubriéndose de nuevo desnudo como al principio.
Durante todo el día
llovieron plumas del cielo, y desde entonces nuestro murciélago ha permanecido
desnudo, retirándose a vivir en cuevas y olvidando su sentido de la vista para
no tener que recordar todos los colores que una vez tuvo y perdió.
Las plumas de la vanidad.
La leyenda
citada transmite, con toda claridad, una enseñanza moral. Se usa como ejemplo al murciélago para
mostrar cómo debe actuar el hombre, y lo que le conviene evitar. De esta manera, los cuentos han transmitido
reglas de convivencia a las distintas comunidades y civilizaciones en dónde han
arraigado. Y como la vida humana tiene
elementos invariantes, sea cual sea la cultura de la que se hable, entonces nos
encontramos ante relatos que son útiles para todos, es decir, leyendas
universales.
Red Trine Ellitsgaard (dinamarquesa, nac. en 1954, vive en Oaxaca). |
Los
elementos más significativos del cuento son las plumas. En civilizaciones de todo el mundo nos hacen
pensar en dos dimensiones: una es la ascensión hacia las alturas, hacia donde
se mueven las aves. Otra es la del
crecimiento, comparadas con los tallos de las plantas.
Por un
lado, las plumas eran usadas por los hombres sagrados de varias tribus para
indicar su papel de orientadores en las alturas del espíritu. Por eso adornaban sus lugares de culto con
plumas, o las usaban como símbolos en el tocado de la cabeza.
Otro
aspecto de las plumas es el de crecimiento y fecundidad. Se colocaban en animales, en las puertas de
los gallineros, o en las herramientas de labranza, con el fin de lograr los
mejores resultados. En algunos casos,
como el de los indios pueblo, armaban
bastones de oración que tenían plumas en la punta, y con ellos buscaban la
cercanía con la divinidad y la fecundidad en sus tareas.
De estos
significados se nutren las plumas del murciélago. El Creador le concede el abrigo pedido, y
también otras bienaventuranzas que contienen estos elementos de las aves. Pero el protagonista de la leyenda cae en el
orgullo, y al compararse con otros, en
la vanidad.
En la vida
de la comunidad es conveniente respetar los contrastes, las diferencias. Si alguien es alto, es porque hay otro
bajo; si alguien es delgado, es
comparando con otros que están más gordos.
Es probable que el murciélago con plumas fuera un ser hermoso, y de
hecho creaba el arco iris, pero pavonearse de la diferencia estaba fuera de
lugar. Porque los otros pájaros no eran
mejores ni peores, sino distintos en sus plumas y funciones.
Hacer lo
inconveniente tuvo graves consecuencias para el murciélago. De ser una creatura que tenía frío, pasó a no
tener nada con qué abrigarse y, además, con la vergüenza de su desnudez.
Otro aspecto de
leyenda.
La tradición no sólo es
moralizante, también trata de mostrarnos la realidad en su plenitud. Tanto el Creador como los murciélagos, al
igual que los pájaros, o el arco iris, sin olvidar las cuevas, todo conforma la
realidad inabarcable.
Los
antiguos nos muestran que para acercarnos a la realidad, para no estar como
extraños, es bueno tener en cuenta tres notas: la armonía, el amor y el fin.
Dios murciélago Máscara-pectoral siglo I a.C. - siglo II d.C. |
En el
relato presentado vemos que en todo hay armonía, que es como una indescriptible
relación entre los seres y todas las cosas.
Es como si formáramos parte de una gran música, dónde cada uno tiene un
lugar. Y en esta mirada también cabe,
misteriosamente, la noción de lo oscuro, de lo tenebroso, de la falta de
virtud. Entre los antiguos mexicanos no
solamente el Creador es un dios, sino también el murciélago es un dios de las
profundidades, del abismo.
El amor es
determinante de la relación entre todos los seres que conforman la realidad. Es lo que mantiene unido lo
que conocemos y lo que ignoramos. Como
decía un poeta: “el amor es lo que mueve el cielo y las estrellas”. Aún el vanidoso murciélago es rescatado por
su amor. Los mexicanos sabían bien de su
importancia para que los insectos no causen daños en las cosechas. Sin estos animales, las pestes hubieran hecho
temible la vida de muchas personas.
La realidad
es gigantesca, inabarcable, pero no la vemos como caótica. Tenemos la intuición de que tiene una
orientación, aunque nadie la puede explicar cabalmente. La ciencia descubre nuevos aspectos o
potencias en la
realidad. La gente de
vida común en general siente que se mueve en una dirección, que todo tiene un
fin.
Las
leyendas nos enseñan a convivir, a tener los criterios adecuados para la vida
en paz y con dignidad. Y con mucha
sencillez, nos ayudan a mirar la realidad con todos sus matices, para obrar con confianza en el tiempo presente, el que nos
toca vivir.
Códice Borgia - página 20 Precolombino. |