El místico del ángel Víctor P. Landaluze (español y cubano,1830-1889) |
Las
tradiciones buscan interpretar experiencias, con el fin de transmitir consejos
a las personas no que han participado de esas situaciones. Lo que buscan es que las siguientes
generaciones, o personas de lugares distintos al propio, tengan la posibilidad
de obrar con libertad.
El
siguiente cuento popular fue registrado en Cuba. Por los nombres que se usan, es de claro
origen africano. Pero si le cambiamos
los nombres de los dos protagonistas, lo podemos adaptar a cualquier región del
mundo, porque la experiencia que narra es universal.
Lo mejor y lo peor
del mundo
Un buen día, el gran
Señor del Mundo, Obatalá, decidió delegar en otra persona la responsabilidad
del gobierno del universo. El primero en quien pensó fue en su fiel ayudante,
Orula. Pero Orula era aún muy joven y Obatalá temía que no tuviese suficiente
experiencia para una tarea tan complicada. Por ello, decidió poner a prueba su
sabiduría. Llamó a Orula y le ordenó que preparase la mejor comida que pudiera
imaginar.
Obatalá (imagen devocional - sin datos) |
Orula obedeció y fue
al mercado. Miró a su alrededor para ver qué podía comprar y, al fin, eligió
una lengua de vaca. De vuelta a casa, la cocinó, la condimentó y, después, se
la llevó al gran soberano. Obatalá probó la lengua y se quedó satisfecho. Jamás
había comido nada tan bueno.
Al terminar, llenó de
elogios a Orula y le preguntó:
-Dime, Orula, ¿por qué
elegiste la lengua cuando fuiste al mercado?
-Gran Señor -replicó
Orula, la lengua es algo muy importante. Con la lengua se puede elogiar un buen
trabajo y agradecer a quien hace una buena acción. Con la lengua puedes dar
buenas noticias y guiar a los pueblos por el camino justo. Y, por fin, con la
lengua puedes promover a un hombre y hacer de él un jefe.
-Todo lo que has dicho
es verdad -observó Obatalá y pensó: «Realmente Orula es un hombre de gran
sabiduría».
Pero el Gran Señor
decidió que pondría a prueba a Orula una vez más y le dijo:
-Me has preparado la
mejor comida del mundo. Ahora quiero que me prepares lo peor que puedas
imaginar.
Orula fue de nuevo al
mercado. Miró a su alrededor para ver qué había y acabó comprando de nuevo una
lengua. La llevó a casa, la cocinó, la condimentó y se la sirvió a Obatalá.
Cuando el Gran Señor
vio que de nuevo había una lengua en su plato, se sintió muy sorprendido y
exclamó:
-La primera vez me
trajiste la lengua como lo mejor del mundo. Ahora me la traes como lo peor.
¿Quieres explicarme por qué?
-Gran Señor -replicó
Orula, la lengua es algo muy importante. Con la lengua puedes desacreditar el
trabajo de un hombre y destruir su reputación. Con la lengua puedes llevar a un
pueblo a la destrucción y privarlo del sustento. Con la lengua puedes
traicionar a tu país y llevar a la patria a la esclavitud.
-Todo lo que has dicho
es verdad. A pesar de tu juventud, eres un hombre de gran sabiduría -dijo
Obatalá.
Y dejó el gobierno del
mundo en sus manos.
En la punta de la
lengua.
La palabra
“lengua” tiene origen en un término del latín muy viejo “dingua” que es, a su vez, de procedencia indoeuropea, una de las ramas
más importantes del lenguaje antiguo. De
esta última palabra, al cambiar la “d”
inicial, surge, por ejemplo, el anglosajón “tunge”,
de donde viene la palabra del inglés moderno “tongue”. En latín cambió la
“d” por la “l” por influencia del verbo que define una acción importante de la
lengua, “lingere”, que en latín significa
“lamer”.
Albert Einstein al cumplir 72 años. (Fotografía de 1951) |
La lengua
tiene dos grupos importantes de significados.
El primero está referido al órgano que tienen los vertebrados en su
cavidad bucal, que usan para deglutir, para saborear y para emitir
sonidos. De esta última función surge el
otro grupo de significados, que está relacionado con el ser humano
exclusivamente, que es la capacidad de lenguaje, es decir, los sistemas de
expresión y comunicación.
Para
comprender mejor este órgano corporal, veamos varias expresiones que se usan en
el habla. Por ejemplo “lengua de gato”, que es un bizcocho estrecho y
alargado. La misma referencia
morfológica tiene la expresión “lengua de fuego”.
Referido al
lenguaje, tenemos la expresión “lengua madre”, aquella que es origen de otras,
como el indoeuropeo. Parecida, aunque
con un sentido más personal, es “lengua materna”, referida a aquel idioma que
hablamos primero y que aprendemos de nuestros padres. La que aprendemos tras la
materna se llama “segunda lengua”. Por
aquí también se mueve “lengua franca”, que es la mezcla de dos o más, y con la
cual se entienden naturales de pueblos distintos. Por ejemplo, el swajili es la lengua franca de África. Finalmente, cuando ya no se habla, se la
llama “lengua muerta”.
En el habla
cotidiana decimos “darle a la lengua” cuando se charla mucho. En estas circunstancias a veces aparecen las
“malas lenguas”, referido al conjunto de los que murmuran y calumnian a los
demás. Por eso están los que “tiran a
uno de la lengua” o los que “nos buscan la lengua”, provocando para que digamos
lo que deberíamos callar.
Los que no
caen en estas tentaciones son los que tienen una “lengua de trapo”, la de los
niños cuando todavía no hablan bien.
Tampoco hablan mucho los que andan “con la lengua afuera”, muy deprisa y
con gran cansancio.
Atender la lengua.
El valor
simbólico de la lengua es inmenso. Es
considerada como una llama porque de ella tiene la forma y la movilidad. Destruye o purifica, como bien
lo describe Orula en el cuento.
Serena espera de lo que venga. José Bedia (cubano, n. en 1959) |
Según las
palabras que profiera puede ser justa o perversa, mentirosa y malvada. El poderío de la lengua es tan grande, que en
su acción puede haber vida o muerte. Así
lo expresa claramente el libro de los Proverbios, en la Biblia: “La muerte y la
vida dependen de la lengua, y los que son indulgentes con ella comerán de su
fruto.” (capítulo 18, versículo 21).
Un pueblo
de África sostiene que la marcha del cuerpo social depende de cuatro órganos:
la lengua, las piernas, la nariz y el sexo.
De la lengua depende el comercio humano; puede ser factor de conflictos
y disputas, pero también de fortuna, de riqueza material y espiritual.
Saber
controlar la lengua significa haber alcanzado la edad de hombre maduro, ser dueño
de sí mismo. Como sucede en el cuento
presentado, es el órgano de la palabra, y por tanto del conocimiento. También es el órgano del gusto, es decir, del
discernimiento. Separa lo mejor de lo
peor, zanja.
Cabeza de madera. Manuel Alfredo Sosabravo (cubano, nacido en 1930) |