sábado, 17 de noviembre de 2012

LO MEJOR Y LO PEOR

El místico del ángel
Víctor P. Landaluze
(español y cubano,1830-1889)

          
            Las tradiciones buscan interpretar experiencias, con el fin de transmitir consejos a las personas no que han participado de esas situaciones.  Lo que buscan es que las siguientes generaciones, o personas de lugares distintos al propio, tengan la posibilidad de obrar con libertad.

            El siguiente cuento popular fue registrado en Cuba.  Por los nombres que se usan, es de claro origen africano.  Pero si le cambiamos los nombres de los dos protagonistas, lo podemos adaptar a cualquier región del mundo, porque la experiencia que narra es universal. 


Lo mejor y lo peor del mundo

Un buen día, el gran Señor del Mundo, Obatalá, decidió delegar en otra persona la responsabilidad del gobierno del universo. El primero en quien pensó fue en su fiel ayudante, Orula. Pero Orula era aún muy joven y Obatalá temía que no tuviese suficiente experiencia para una tarea tan complicada. Por ello, decidió poner a prueba su sabiduría. Llamó a Orula y le ordenó que preparase la mejor comida que pudiera imaginar.

Obatalá
(imagen devocional - sin datos)
Orula obedeció y fue al mercado. Miró a su alrededor para ver qué podía comprar y, al fin, eligió una lengua de vaca. De vuelta a casa, la cocinó, la condimentó y, después, se la llevó al gran soberano. Obatalá probó la lengua y se quedó satisfecho. Jamás había comido nada tan bueno.

Al terminar, llenó de elogios a Orula y le preguntó:
-Dime, Orula, ¿por qué elegiste la lengua cuando fuiste al mercado?

-Gran Señor -replicó Orula, la lengua es algo muy importante. Con la lengua se puede elogiar un buen trabajo y agradecer a quien hace una buena acción. Con la lengua puedes dar buenas noticias y guiar a los pueblos por el camino justo. Y, por fin, con la lengua puedes promover a un hombre y hacer de él un jefe.

-Todo lo que has dicho es verdad -observó Obatalá y pensó: «Realmente Orula es un hombre de gran sabiduría».

Pero el Gran Señor decidió que pondría a prueba a Orula una vez más y le dijo:
-Me has preparado la mejor comida del mundo. Ahora quiero que me prepares lo peor que puedas imaginar.

Orula fue de nuevo al mercado. Miró a su alrededor para ver qué había y acabó comprando de nuevo una lengua. La llevó a casa, la cocinó, la condimentó y se la sirvió a Obatalá.

Cuando el Gran Señor vio que de nuevo había una lengua en su plato, se sintió muy sorprendido y exclamó:
-La primera vez me trajiste la lengua como lo mejor del mundo. Ahora me la traes como lo peor. ¿Quieres explicarme por qué?
-Gran Señor -replicó Orula, la lengua es algo muy importante. Con la lengua puedes desacreditar el trabajo de un hombre y destruir su reputación. Con la lengua puedes llevar a un pueblo a la destrucción y privarlo del sustento. Con la lengua puedes traicionar a tu país y llevar a la patria a la esclavitud.

-Todo lo que has dicho es verdad. A pesar de tu juventud, eres un hombre de gran sabiduría -dijo Obatalá.

Y dejó el gobierno del mundo en sus manos.


En la punta de la lengua.

            La palabra “lengua” tiene origen en un término del latín muy viejo “dingua” que es, a su vez, de procedencia indoeuropea, una de las ramas más importantes del lenguaje antiguo.  De esta última palabra, al cambiar la “d” inicial, surge, por ejemplo, el anglosajón “tunge”, de donde viene la palabra del inglés moderno “tongue”.  En latín cambió la “d” por la “l” por influencia del verbo que define una acción importante de la lengua, “lingere”, que en latín significa “lamer”.

Albert Einstein
al cumplir 72 años.
(Fotografía de 1951)
            La lengua tiene dos grupos importantes de significados.  El primero está referido al órgano que tienen los vertebrados en su cavidad bucal, que usan para deglutir, para saborear y para emitir sonidos.  De esta última función surge el otro grupo de significados, que está relacionado con el ser humano exclusivamente, que es la capacidad de lenguaje, es decir, los sistemas de expresión y comunicación.

            Para comprender mejor este órgano corporal, veamos varias expresiones que se usan en el habla. Por ejemplo “lengua de gato”, que es un bizcocho estrecho y alargado.  La misma referencia morfológica tiene la expresión “lengua de fuego”.

            Referido al lenguaje, tenemos la expresión “lengua madre”, aquella que es origen de otras, como el indoeuropeo.  Parecida, aunque con un sentido más personal, es “lengua materna”, referida a aquel idioma que hablamos primero y que aprendemos de nuestros padres. La que aprendemos tras la materna se llama “segunda lengua”.  Por aquí también se mueve “lengua franca”, que es la mezcla de dos o más, y con la cual se entienden naturales de pueblos distintos.  Por ejemplo, el swajili es la lengua franca de África.  Finalmente, cuando ya no se habla, se la llama “lengua muerta”.

            En el habla cotidiana decimos “darle a la lengua” cuando se charla mucho.  En estas circunstancias a veces aparecen las “malas lenguas”, referido al conjunto de los que murmuran y calumnian a los demás.  Por eso están los que “tiran a uno de la lengua” o los que “nos buscan la lengua”, provocando para que digamos lo que deberíamos callar.

            Los que no caen en estas tentaciones son los que tienen una “lengua de trapo”, la de los niños cuando todavía no hablan bien.  Tampoco hablan mucho los que andan “con la lengua afuera”, muy deprisa y con gran cansancio.
  

Atender la lengua.

            El valor simbólico de la lengua es inmenso.  Es considerada como una llama porque de ella tiene la forma y la movilidad.  Destruye o purifica, como bien lo describe Orula en el cuento.
Serena espera de lo que venga.
José Bedia
(cubano, n. en 1959)

            Según las palabras que profiera puede ser justa o perversa, mentirosa y malvada.  El poderío de la lengua es tan grande, que en su acción puede haber vida o muerte.  Así lo expresa claramente el libro de los Proverbios, en la Biblia: “La muerte y la vida dependen de la lengua, y los que son indulgentes con ella comerán de su fruto.” (capítulo 18, versículo 21).

            Un pueblo de África sostiene que la marcha del cuerpo social depende de cuatro órganos: la lengua, las piernas, la nariz y el sexo.  De la lengua depende el comercio humano; puede ser factor de conflictos y disputas, pero también de fortuna, de riqueza material y espiritual. 

            Saber controlar la lengua significa haber alcanzado la edad de hombre maduro, ser dueño de sí mismo.  Como sucede en el cuento presentado, es el órgano de la palabra, y por tanto del conocimiento.  También es el órgano del gusto, es decir, del discernimiento.  Separa lo mejor de lo peor, zanja.

Cabeza de madera.
Manuel Alfredo Sosabravo
(cubano, nacido en 1930)