martes, 25 de septiembre de 2012

EL HIJO DE LAS LÁGRIMAS



Juegos Tradicionales
Abdurrahim Buza
 (albanés, 1905-1987)
            Un relato necesita de algo básico, que son las palabras.  El origen de las palabras apasiona porque forma parte de infinitos acuerdos que han ido realizando grupos humanos para que sus miembros entendieran qué significaba un conjunto de sonidos, que es lo que en definitiva es una palabra.

            Parece que el uso de las palabras para comunicarse se inició en una región del continente africano, hace miles de años.  Lo sorprendente es que todas las lenguas humanas tuvieron origen en aquel lugar.  Se ha llegado a hacer un árbol genealógico de las lenguas, con muy pocos puntos oscuros por dilucidar.

            “El hijo de las lágrimas” es un cuento de tradición albanesa.  El idioma original albanés es muy antiguo, de la rama indoeuropea.  En nuestro tiempo lo hablan entre seis y siete millones de personas, no solamente en Albania, sino también en Serbia, Macedonia, Montenegro y en el sur de Italia.

Una vez en una aldea habitaba una hidra. Todas las gentes que acudían a aquel lugar eran devoradas por ella.

Sucedió que cierto día llegó a la aldea una mujer con tres hijos, hermosos como estrellas los tres. Pasó el tiempo y un buen día la hidra se comió a los tres hermanos. La pobre mujer quedó sola, pues también su marido había muerto tiempo atrás, al nacer el más pequeño de sus hijos, así que ella no paraba de llorar por su gran pérdida y su soledad. Tanto lloró que llegó a llenar una botella entera con sus lágrimas. Después se la bebió y al cabo de nueve meses dio a luz un niño. Este creció y llegó a los dieciocho años y siempre le estaba preguntando a su madre:

-¿Yo no he tenido más hermanos?

A costa de tanto insistir, su madre acabó por confesarle que había tenido tres hermanos, pero que se los había comido la hidra. Una vez que se enteró de la verdad el muchacho, le dijo a su madre:

-Iré y mataré a la hidra, cueste lo que cueste.

Su madre lloraba y le decía:

-Te lo imploro, no vayas, te comerá también a ti y volveré a quedarme sola como un cuclillo. ¡No me dejes abandonada!

Pero el muchacho ya no hacía el menor caso a sus palabras.

Un día tomó tres madejas de lana y marchó en dirección a la hidra. Cuando el animal abrió las fauces para devorar al muchacho, éste le metió dentro las tres madejas de lana y la hidra se ahogó. Agarró el muchacho la navaja, abrió el vientre del monstruo y de él salieron sanos y salvos sus tres hermanos y muchas otras personas más. Toda aquella gente surgida del vientre del monstruo no sabía cómo agradecer al joven que los hubiera salvado y le prometieron que le construirían un palacio y le llevarían muchos presentes. El muchacho se llevó a sus tres hermanos, marcharon todos junto a su madre y así vivieron, se casaron, prosperaron y tuvieron larga descendencia.


El animal mitológico.

Heracles
Relieve de Dura Europos
(siglo III a.C.)
            El obstáculo central del cuento es la hidra.  Se dice que es un animal mitológico, porque no es importante su forma concreta sino lo que el animal significa.  Del relato surge que tiene fauces con las que devora gente y también un vientre donde están los tres hermanos comidos y otras personas.  Lo que hay que buscar es lo que este animal está representando.

            La manifestación más famosa de la hidra en la tradición es el enfrentamiento con Heracles, también conocido como Hércules.  Este héroe debió realizar doce trabajos inmensos, entre ellos vencer a la hidra de varias cabezas, que estaba en el lago de Lerna.  Este monstruo, que asolaba la región donde habitaba, tenía una sangre tan venenosa, que infectaba el agua que tocaba, impidiendo la vida de los peces a su alrededor.  Hay distintas versiones sobre el número de cabezas que poseía la hidra, pero cada una de ellas tenía la propiedad de que cuando se cortaba, del mismo cuello surgía otra.

            Desde la antigüedad, esa hidra personifica a la mente con todos sus defectos. Mientras viva el monstruo y la vanidad no esté dominada, las cabezas, que simbolizan los vicios, vuelven a brotar, incluso del cuello cortado; por lo tanto, y confirmando la interpretación, todo lo que toca los vicios o procede de ellos se corrompe y corrompe.

            Los vicios representados son numerosos como las cabezas del monstruo: apegos, apetencias, temores, rencores, iras, lujurias, envidias, odios, orgullos místicos o laborales, engreimientos.  Podemos listar otros defectos, formulados con lenguaje más moderno:  querer tener siempre la razón, echarle la culpa a otro, hacerse siempre el mártir, poner una excusa para todo, expresarse siempre en tono negativo, ser intolerantes, ser desconfiados en exceso.

            En una interpretación del cuento, los tres hermanos han caído en los vicios, han sido devorados por los defectos, algo que no está lejos de la vida de los seres humanos.

            Lo primero que hay que saber es qué es lo que pasa.  Es lo que pregunta el “hijo de las lágrimas” del cuento.  A pesar de la resistencia de la madre, él pregunta insistentemente.  No dice el cuento por qué preguntaba tanto, pero es fácil de suponer que era la sensación de aislamiento, de ser un individuo que se las tendría que arreglar solo en la vida. Si no se hubiera enterado, no habría podido hacer nada.


Salir del vientre monstruoso.
Símbolos
Engjëll Berisha
(albanés, 1926-2010)

            Es sorprendente que cuando el héroe abre el vientre de la hidra, salen vivos sus tres hermanos y mucha otra gente.  El monstruo traga pero no transforma ni mata.  Es un lugar triste, lúgubre, pero del cual se puede salir.  Siguiendo la interpretación señalada, es horrible vivir en el vicio, pero hay solución, hay vías de escape de la triste situación.  Este es el mensaje de la narración, su buena noticia.

            Heracles venció a la hidra de Lerna con paciencia.  Buscó ayuda en su sobrino Yolao quien, a medida que Heracles cortaba las cabezas, él cauterizaba los cuellos con un tizón encendido, de tal manera que no podía crecer una nueva.  Una de las cabezas era inmortal, la cual fue cortada y enterrada bajo una piedra.  Finalmente, Heracles mojó las puntas de sus flechas en la bilis venenosa de la hidra, que usará luego en sus futuros trabajos.

            El héroe griego enseña que para vencer a los vicios hay que tener paciencia, derrotándolos uno por uno y cerrando cuidadosamente la herida para que no sigan corrompiendo.  Esta tarea no puede ser obra de uno solo, sino que se necesita ayuda de otros, especialmente los cercanos como el sobrino de Heracles.

            En la historia de la humanidad se han dado otras interpretaciones a la hidra.  En esta ocasión hemos elegido aquella que nos remite a la vida interior, a la tarea constante de cada ser humano con sus propios obstáculos.  Pero tengamos en cuenta que la hidra ha sido considerada también como un talismán protector, y así aparece en bajorrelieves en iglesias medievales.  En siglos recientes, la hidra también ha representado la libertad política de la comunidad y su capacidad de rebelión frente a los poderes opresores.

            Para encontrar las enseñanzas de este monstruo mitológico tenemos que hacer como el “hijo de las lágrimas”, tomar la navaja y abrirle el vientre. La navaja es la “palabra”, ese orden de sonidos significativos, que se ha plasmado en tantos idiomas y dialectos. Es la palabra, como comunicación con los demás y como meditación, la que abre el vientre de la hidra. 

            Los seres humanos hemos inventado las lenguas para salir de nuestro aislamiento, para entendernos.  Y meditar en lo que aprendemos, profundizar en lo que conocemos, es abrir el vientre del monstruo para alcanzar, para nosotros y los demás, la libertad de vivir en la luz. 

Yo estuve allí
Toni Milaqi (albanés, nacido en 1974)


sábado, 15 de septiembre de 2012

LOS DESATENDIDOS



             Los números están, con frecuencia, presentes en los cuentos.  A veces cumplen un papel central, pues sus significados nos ponen ante la enseñanza central.  En otras ocasiones indican alguna cualidad general que hay que suponer en lo que se relata.
Ciclo (2005)
Sopheap Pich (camboyano)

            En la narración “La bolsa repleta de cuentos” se habla de tres pruebas.  En esta oportunidad el número señala con sencillez la armonía que hay en las instancias que se presentan, pero no se despliegan la inmensidad de su significados.

            Es un relato de la tradición de Camboya, una tierra lejana, y sin embargo compartimos la mayoría de los símbolos que nos acercan a entender la vida del mundo y de los hombres.

“Cuéntame otro cuento, por favor”, suplicó Lom. “No ya es hora de dormir”, contestó su anciano criado. Así que el pequeño se acurrucó en la cama y pensando en la historia que acaba de escuchar.

Desde que Lom era muy niño, el viejo criado le contaba cada noche historias maravillosas: cuentos sobre enormes gigantes y poderosos magos, tigres feroces y sabios elefantes, emperadores opulentos y hermosas princesas. Cada noche tocaba una historia nueva, y a Lom le encantaba escucharlas. Sabía que el criado había oído los cuentos de labios de su madre, su abuela, su bisabuela, y que eran historias muy antiguas.

Lom solía alardear delante de sus amigos de saberse muchos cuentos. “¿Por qué no nos cuenta uno?”, le pedían una y otra vez. “No –gritaba Lom-, son míos, y no se los contaré a nadie”.

Todo el mundo sabe que los cuentos están para ser contados, pero como Lom no los compartía con nadie, se iban quedando aprisionados en una vieja bolsa, colgada en su habitación.

Lom siguió creciendo, acompañado por los cuentos que el viejo criado le contaba cada noche, y se convirtió en un apuesto joven. Decidió casarse con una bonita joven de un pueblo vecino. La noche antes de la boda, el viejo criado oyó unos extraños murmullos en la habitación de Lom. ¿Qué será eso?”, refunfuño, y se puso a escuchar atentamente.

Los murmullos venían de la vieja bolsa. Eran los cuentos, que charlaban entre sí lamentándose: “Mañana se casa y por su culpa nos quedamos aquí apretujados”.  “Debió dejarnos salir”, se quejó otro cuento. “Le haremos pagarlo caro”, gritó un tercero. “Tengo un plan”. Dijo el primer cuento. “Cuando vaya mañana al pueblo para la boda le entrará sed. Me convertiré en pozo y, cuando beba agua, le entrará un dolor de estómago terrible”.

 “Por si el plan no funciona, yo me convertiré en sandía. Cuando se la coma, sufrirá un dolor de cabeza espantoso”, dijo el segundo cuento.

 “Yo me convertiré en serpiente y le morderé”, dijo el tercero. “Sentirá un dolor insoportable en la pierna.” Y los cuentos se rieron cruelmente tramando su venganza.
El viejo sirviente se quedó horrorizado. “¿Qué hago?”, se preguntó. “Tengo que evitarlo”. El criado pasó toda la noche entera pensando como salvar al joven.

Por la mañana, cuando Lom se disponía a partir en su caballo al pueblo vecino, el criado salió apresuradamente y agarró las bridas del animal. Guió al animal por las colinas hasta llegar a un pozo.

 “¡Alto! -gritó Lom-, tengo sed”, pero el anciano hizo seguir al caballo sin detenerse en el pozo. Al poco llegaron a un  sembrado repleto de sandias. “¡Para!, gritó Lom.
“Estoy muerto de sed. Quiero una sandía”. El criado no quiso detenerse y siguieron adelante.

Llegaron al pueblo y durante la boda el criado se pasó todo el tiempo mirando por todas partes, pero no vio ninguna serpiente.

Al anochecer, los novios se dirigieron a su casa. Los vecinos habían cubierto todo el suelo de la casa de alfombras.

De repente, el viejo criado entró corriendo en los aposentos de los novios. “¿Cómo te atreves a entrar aquí de ese modo?”

El viejo criado levantó la alfombra y dejó al descubierto una serpiente venenosa. La tomó por la cabeza y la tiró por la ventana. “¿Cómo sabías que estaba ahí?”, preguntó Lom asustado.

El criado le habló de los cuentos apretujados en la bolsa y de sus planes de venganza por haberlos olvidado y no compartirlos con nadie.

Desde aquel día Lom empezó a contarle los cuentos a su mujer. Uno por uno, fueron saliendo todos los cuentos de la bolsa con gran alegría.

Años más tarde, Lom se los contó a sus hijos, y a su vez, ellos se los contaron a los suyos.

Hoy en día se siguen contando. Lo sé muy bien, porque yo también los he escuchado y porque yo soy  uno de esos cuentos apretujados en la bolsa.


La fuerza de los cuentos.

            Los cuentos, como los símbolos que usan, tienen siempre aspectos benéficos o dañinos.  Esta realidad es siempre así, pues el cuento hace bien o mal según quien lo narre y lo escuche.  Guardarlos sin transmitirlos a los demás es también una forma de reforzar el costado negativo de los mismos.
Empecé a pintar en el depósito de un hotel.
Ken Svay (camboyano, 1933-2008)

            En este sentido, las narraciones de la tradición no son informaciones del pasado o adornos del tiempo.  Por el contrario, tienen una tarea muy importante que desarrollar en las generaciones siguientes a su formulación.  Merecen atención pues pueden hacer un bien o causar daños si no se los atiende como corresponde.

            Los elementos del cuento también tienen esta potencia doble.  Por ejemplo, el pozo del que el viejo criado tiene que proteger a Lom.  El fondo del mismo es el mundo de los muertos, caer en un pozo es quedar prisionero de las fuerzas subterráneas, inferiores.  Es común sentir que los agujeros encierran al final potencias maléficas, dañinas. 

            Pero el pozo tiene otro sentido.  Es como un eje, una escalera, que me permite avanzar desde la oscuridad hacia la luz de su boca.  En este aspecto es salida, solución.  El fondo suele significar la oscuridad, la falta de vitalidad, no saber qué hacer.  Entonces, para esta mirada, el pozo significa la salida por arriba, el camino hacia la luz.

            De la misma manera se podrían considerar los otros dos elementos de las pruebas.  La sandía, y mucho más la serpiente, encierran castigos o beneficios.  Las tres pruebas forman un todo armónico, en relación al matrimonio que Lom está por comenzar.  Indican la solución, la fecundidad y la fuerza vital en primera instancia, para luego desplegar sus potencias en muchos significados más.


La transmisión de cuentos.
Escena de la vida idílica
Vann Nath (camboyano, 1946-2011)

            La principal actitud frente a las narraciones de la tradición humana es comunicarla a otros.  Esto tiene varios caminos, que se pueden recorrer uno detrás de otro.

            El primer camino es escucharlos, leerlos.  Que no queden encerrados en la bolsa, sino que estén vivos en los oídos y en el corazón de los receptores.  Son siempre breves, por lo que resultan fáciles de recordar, y en la memoria volver a encontrarse con ellos.

            Recordar los cuentos nos lleva a meditarlos, a pensarlos en sus elementos, a descubrir lo que quieren decir, lo que quieren enseñar.  Es entender que en las narraciones la humanidad va legando a los descendientes lo que ha atesorado con paciencia en su experiencia.

            La figura humana que más entusiasma del cuento camboyano es el anciano sirviente.  Vive feliz su sabiduría contando las historias a su discípulo, lo salva de su ignorancia y lo protege para que alcance la plenitud.  Una descripción del amor auténtico.



La pollera de la flor dorada
Leang Seckon (camboyano, nacido en 1974)



lunes, 3 de septiembre de 2012

EL RÍO DE LOS COCODRILOS



Pintura rupestre.
Tanzania
(2000 años de antigüedad)
            África es un continente en el que habitaron formas tempranas de vida humana.  La ciencia ha comprobado la presencia de homínidos hace más de tres millones de años.  Eran seres bípedos con forma muy parecida a la nuestra.  Dos grupos muy conocidos de estos homínidos, llamados homo habilis y homo erectus, convivieron durante 500.000 años en aquel continente.

            No es de extrañar, entonces, que en África encontremos cuentos que nos trasmiten una sabiduría muy arraigada en la existencia humana.  La siguiente historia es un buen ejemplo.


Marama y el río de los cocodrilos
Cuento popular africano

Marama era una niña pequeña cuando sus padres murieron. El jefe confió su custodia a una de las mujeres de la aldea. Pero era una mujer malvada que pegaba a la niña, no le daba de comer y sólo pensaba en librarse de ella.
Sin título
Damián Msagula
(Tanzano, 1939-2005)

Un día le dio a Marama un pesado mazo, de los que sirven para moler el grano, y le dijo:
-Vete al río de los cocodrilos Bama-ba y lava este mazo para que pueda utilizarlo para triturar el arroz.

Marama estalló en sollozos porque el río estaba muy lejos, era muy profundo y estaba lleno de serpientes y cocodrilos. A la gente le daba miedo ir allí y sólo las gacelas y los leones iban a beber. Pero Marama tenía tal terror a su malvada madrastra que tomó el mazo y se fue.

En el camino del bosque encontró un león que, agitando su melena, rugió con voz terrorífica:
-¿Cuál es tu nombre y adónde vas?

Marama tenía mucho miedo, pero cantó con dulce voz:

Marama es mi nombre
Y no tengo madre…
Voy al río
a lavar este mazo.
Al río de los cocodrilos,
mi madrastra me ha enviado.
Allí sólo van las gacelas
Y los leones a beber.
Y duermen las serpientes
y los cocodrilos.

-¡Ve, pues Marama, niña sin madre! –dijo el león-. Ve y no tengas miedo. Yo velaré para que no te molesten las gacelas y los leones cuando vayan a beber.

Marama prosiguió su camino y cuando llegó al río, un horrible y viejo cocodrilo surgió ante ella, abrió su enorme boca y sus grandes ojos rojos parecían salírsele de la cabeza.
-¿Cuál es tu nombre y adónde vas? –preguntó.

Marama llena de miedo cantó con dulce voz:

Marama es mi nombre
Y no tengo madre…
Voy al río
a lavar este mazo.
Al río de los cocodrilos,
mi madrastra me ha enviado.
Allí sólo van las gacelas
Y los leones a beber.
Y duermen las serpientes
y los cocodrilos.

-¡Ve, pues, Marama, niña sin madre! –dijo el cocodrilo-, lava el mazo y no te asustes. Yo velaré para que no te molesten las serpientes y los cocodrilos que viven en el río.

Marama se arrodilló a la orilla el río y empezó a lavar el mazo, pero, como pesaba mucho, se le resbaló de las manos y desapareció en el agua. Marama se puso a llorar porque no podía volver a casa sin el mazo. De repente surgió del agua un cocodrilo que le dio un mazo nuevo, completamente limpio e incrustado de oro y plata.
-Lleva este mazo a tu casa, Marama, niña sin madre, y enséñalo a todos para que el mundo sepa que el poderoso Subara, rey de los cocodrilos, es tu amigo.

Marama le dio las gracias y volvió a su casa. Por el camino encontró de nuevo al león.
-Déjame el mazo, Marama, niña sin madre, -dijo-. Pesa demasiado para ti. Te lo llevaré hasta tu casa y así todo el mundo sabrá que el poderoso Subara, rey del río de los cocodrilos, es tu amigo.

Cuando Marama llegó a casa, su madrastra admiró mucho el mazo y le preguntó dónde lo había encontrado. Marama solamente le dijo que lo había encontrado en el río de los cocodrilos. Entonces la madrastra tomó otro viejo mazo y fue corriendo al río para poder, también ella, encontrar uno nuevo incrustado de oro y plata.

Por el camino, a través del bosque, encontró un león que agitando su melena, rugió con terrorífica voz:
-¿Quién eres y adónde vas?

La perversa mujer se asustó tanto que no pudo responder y puso pies en polvorosa. El león la siguió con la mirada hasta que hubo desaparecido entre los árboles y simplemente se encogió de hombros.

Al llegar al río la mujer, un horrible y viejo cocodrilo surgió ante ella, abrió su enorme boca y sus grandes ojos rojos parecían salírsele de la cabeza.
-¿Cuál es tu nombre y adónde vas? –preguntó.

La malvada mujer se asustó tanto que no pudo decir ni una palabra y huyó por la orilla del río. No llegó muy lejos. Los leones y las gacelas que iban a beber la rodearon, así como las serpientes y los cocodrilos que vivían en el río, y cantaron todos a coro:

Marama, la niña sin madre,
puede venir a lavar
porque el poderoso Subara,
rey del río, es su amigo.
Pero para ti, pérfida mujer,
El río de los cocodrilos
Significa la muerte.

Y así fue.


El rey del río

            El cocodrilo, animal anfibio, significa duplicidad, y en algunos casos, representa a la hipocresía.  Desde antiguo reina en el mundo inferior, y también es símbolo de las tinieblas y la muerte.  Esto se manifiesta en el temor de la niña del cuento, que tiene que ir al río a lavar el mazo, y al final, en lo que canta el coro, se dice claramente.

Cipactli (dios cocodrilo)
Codex Borgia
(precolombino)
            Otro aspecto del cocodrilo aparece en América antigua: símbolo de la abundancia.  De su cuerpo brotan plantas, especialmente el maíz.  En el sur del continente, es expresión de las fuerzas de la tierra.  Se lo complementa con el jaguar, éste representando al fuego y el cocodrilo al agua, siendo cada uno el amo de su respectivo elemento. 

            El rey del río es presentado, en el cuento, como un Devorador, es el que engulle a las personas que no pueden justificarse.  Pero a la vez es un protector de la inocencia, especialmente de los que sufren imposiciones perversas.

            La tradición, observando con cuidado al animal, dice que los ojos del cocodrilo indican el nacimiento del día; su boca, es signo de homicidio; y su cola es señal de las tinieblas y la muerte. 

Cocodrilo comiéndose a un hombre
Manuscrito de Museo Meerlano.
(La Haya). Siglo XV
            Como todos los símbolos, su significación es ambigua.  Al estar entre los elementos de tierra y agua, el cocodrilo se convierte en símbolo de las contradicciones fundamentales.  Se agita en el barro, de donde crece una vegetación exuberante: en este sentido es símbolo de fecundidad.  Pero devora y destruye, saliendo de repente de las aguas y de las cañas: en este sentido, es un ser maléfico, el símbolo de una naturaleza viciosa.

            Este mundo exterior tiene un paralelo en el interior del hombre.  Por un lado somos seres relacionados con la luz y la fecundidad, y por otro podemos convertirnos en representantes del vicio y oscuras actitudes.  La sabiduría africana nos ofrece un camino para resolver el conflicto.

  
El canto de la inocente

            Marama resuelve su angustia con el canto.  Cuando le preguntan sobre su nombre y su destino, ella lo dice cantando una poesía. Al final del cuento, la asamblea de los animales canta la sentencia final de la situación. Es de notar que la mujer no contesta nada cuando es interrogada como la niña. La malvada madrastra no sabe cantar.

            Cantar es primordial en relación con la música instrumental.  La música, incluso la sagrada, es una técnica.  Por esta razón, los instrumentistas son nobles, hombres libres.  Pero los cantores, además, alcanzan la dimensión de hombres sagrados, poetas adivinos. 

            La tradición considera a los cantantes de esta manera porque imitan de cerca al Creador.  En muchas historias antiguas, el Hacedor de las cosas utiliza la fuerza de su soplo para dar vida.  En este sentido, el cantor responde con su soplo creativo, musical, para expresar el gozo, la adoración o el pedido. 

            Ante los momentos cruciales, en donde está en juego quiénes somos, nuestro nombre, y nuestro destino, conviene responder cantando.  No hace falta saber ninguna técnica, sino simplemente expresar la vida y nuestra búsqueda.  Tampoco es necesario un tumulto de palabras, sino emitir simples sonidos y palabras que nos conduzcan a la amistad con las fuerzas ambiguas de nuestro corazón, como fue la amistad de la inocente Marama con el rey del río.


Amigos divirtiéndose juntos
George Lilanga (Tanzano, 1934-2005)