La
República de Panamá alcanzó su independencia en 1903. Hasta ese
entonces había estado anexada a Colombia, porque se había
comprometido con el pacto bolivariano en 1821. Es muy famosa por el
canal construído por el hombre, que une los Océanos Pacífico y
Atlántico. Este país está en un itsmo, que surgió geológicamente
hace tres millones de años, uniendo los continentes ya existentes
conocidos después como América del Norte y América del Sur.
PendienteChiriquí, Panamá (s. XI - XVI). |
Es
uno de los países étnicamente más diversos del mundo. Su
población está compuesta por mestizos, mulatos, negros, blancos e
indígenas de varios orígenes. Se encuentran en su territorio gente
provenientes de muchas naciones: chinos, hindúes, españoles,
judíos, italianos, colombianos, griegos, árabes, costarricenses.
El 68% de los panameños son mestizos, el 15% blancos, el 10% negros,
el 6% indígenas y el 1% asiáticos, estos últimos en su mayoría de
ascendencia china.
El
cuento que se presenta a continuación está arraigado en la
tradición panameña, en una versión muy antigua y anterior a otras,
como la del cuento homónimo de los Hermanos Grimm.
El
agua de la vida.
Era una vez que una humilde anciana
vivía con sus tres hijos. Eran muy felices, hasta cuando cayó
enferma la señora, y ya se estaba muriendo, pues, todos los
curanderos del pueblo habían venido a airarla, pero ninguno le quitó
el mal.
Uno de los hijos hizo venir a una
vieja curandera, casi olvidada por el pueblo. Esta, al llegar y ver a
la señora, le dijo a sus hijos:
-Esta señora le queda muy pocos
días de vida y con lo único que se puede curar es bebiendo el agua
de la vida.
El mayor de los hijos de la señora,
dijo:
-Yo seré el que iré a buscar ese
remedio.
La vieja curandera le dijo que
estaba bien, que ella le iba a decir dónde quedaba esa fuente del
agua de la vida. Le dijo:
-Tienes que cruzar muchas montañas,
derribar muchos dragones. También le aconsejó que si lo llamaran,
que no volviera para atrás la mirada, y que si se encontrara con
alguno, que no lo rechazara el hacer favores si se lo pidiese.
Así fue, y el día siguiente se fue
el mayor que se llamaba Juan. Al llegar a una quebrada, una anciana
estaba llorando y al ver a Juan, le dice:
Caras Iglesia de S. Fco. de la Montaña Veragua, Panamá (1630) |
-Buen muchacho, ¿llevas prisa?
Hazme el favor de cruzarme a la otra orilla.
Al verla Juan, le dijo:
-¿Qué crees, vieja, que estoy
hecho para cargarte?
Y siguió su camino; la vieja,
disgustada, lo maldijo.
Llegó la noche y Juan todavía
seguía su camino. Ya había cruzado la montaña de oro y la de
plata. A la mañana siguiente, llegando al monte del dragón, oyó
que le llamaban. Este Juan, no queriendo obedecer los consejos de la
vieja curandera, volvió a ver hacia atrás; en ese momento se
convirtió en una piedra.
Pasaron dos días y no volvía Juan,
y entonces Miguel dijo:
-Yo voy a buscar esa agua.
Y al día siguiente partía, pero le
sucedió lo mismo que a Juan. Pasó otros dos días más y Pedro,
viendo que no venía Miguel ni Juan, decidió irse. La vieja
curandera le dio los mismos consejos.
Al día siguiente, muy temprano,
partió Pedro. Al llegar a la quebrada, vio a la anciana llorando y
le dijo:
-Buen muchacho, ¿llevas prisa?
Hazme el favor de cruzarme a la otra orilla.
Al ver este pedido, Pedro le dijo:
-Llevo prisa, señora, pero le haré
el favor de cruzarla al otro lado de la quebrada.
Así lo hizo.
Al llegar a la otra orilla, Pedro
bajó a la señora y ésta le preguntó: -¿No te duele la espalda?
El muchacho le dijo:
-Sí, señora. Mire como está mi
espalda toda cortada y derramando sangre. Fíjese como tengo la ropa.
Pero no importa, ya le hice ese favor, que me gusta habérselo hecho.
La señora lo llamó y le dio una
piedra para que ella le otorgara favores. Pedro agradeció a la
señora y se fue. Cruzó el monte de oro y el de plata y llegando al
del dragón, sintió que le llamaban y acordándose de los consejos
de la vieja curandera, no volvió su vista atrás.
Del Clásico Napakanti Guillermo Trujillo (panameño, n. en 1927) |
Siguió su camino; al llegar al
monte del dragón, se le apareció uno y vio que se le venía encima.
Se acordó Pedro de la piedra y le pidió que cortara las siete
cabezas del dragón y así sucedió. Pedro cruzó el monte y al
llegar al otro lado oía una bulla inmensa: era el agua de la vida, y
le pidió a la piedra que le concediera el deseo de poder llegar
hasta donde se encontraba el agua, y así fue. Al llegar al arroyo,
se encontró con un águila, que le dijo:
-Pedro, agarra esta jarra que está
en el rincón, toma de esa agua y bebe. Llévate si quieres, y al ir
en tu camino riega gotas de agua por donde pases, y no vuelvas a
mirar atrás hasta que hayas llegado a tu casa.
Y así lo hizo Pedro, y por su
camino regaba las gotas de agua.
Faltaba una hora para que la mamá
de Pedro muriera si no bebía del agua esa, y cuando llegaba Pedro le
faltaba medio minuto. Al entrar en la casa, dice la vieja curandera:
-Ya era tiempo, muchacho, le falta
muy poco tiempo de vida a tu madre; busca un vaso y sal de aquí.
Pedro fue en busca del vaso y se lo
dio a la vieja curandera.
Esta le dio el agua, pronunciando
unas palabras raras y la anciana recuperó vida; estaba como nueva.
Luego le dice la vieja curandera a
Pedro:
- Dios te compensará, dándote
bienes y fortuna. Asómate a la puerta y ya verás algo. Al mirar
Pedro, vio una multitud de gente, y entre ellos, Juan y Miguel,
porque él les había dado vida, regando gotas del agua de la vida.
Después de un tiempo, Pedro se
casó, siendo muy feliz, cumpliéndose las palabras de la vieja
curandera.
Andando con el héroe.
Muchos cuentos de la humanidad se
refieren a pequeños o grandes héroes que, ante situaciones graves,
tienen que emprender un viaje para encontrar algo que sea la
salvación. El camino que siguen siempre tiene obstáculos que ponen
a prueba a los que se atreven a transitarlo. Algunos sucumben, como
los hermanos de Pedro, hasta que finalmente el héroe logra el
cometido.
Meditación Alfredo Sinclair (panameño, nac. en 1915) |
En el cuento panameño el punto de
partida es la enfermedad de la humilde anciana. La vejez es símbolo
de lo sagrado, pues la persona en esta etapa de la vida muestra una
conexión con las fuerzas que están más allá del tiempo. Que un
ser haya resistido al desgaste del tiempo se siente como una prueba
de solidez, de verdad. El anciano sugiere la fuente del río de la
vida, y es por eso que muchas veces se lo asimila con los niños.
En la historia que estamos viendo, la
enfermedad pone en peligro la fuente de la vida, lo más sagrado del
héroe. Ante el fracaso de los hermanos, el menor, Pedro, tiene que
iniciar la marcha. Por ser el más chico es el más débil
físicamente, aunque va a demostrar que aún lo más pequeño es
capaz de grandezas inauditas.
En el viaje está acompañado por los
consejos sabios de la curandera, la que conoce el remedio para la
enfermedad de la anciana madre, y también sabe dar las señales
necesarias para vencer todos los obstáculos. Dos son las
recomendaciones. La primera se refiere al ejercicio de la
generosidad con el que encuentre en el camino, y la segunda es la
concentración en la tarea, no mirar atrás ante cualquiera que
quiera distraerlo de su camino.
El agua de la vida, que es la
salvación para su madre, está más allá de las montañas de oro y
de plata, pasando por lejos todos los bienes materiales. También
hay que vencer los miedos, para lo cual nuestro héroe cuenta con la
piedra que le ha sido dada en recompensa por su generosidad.
El objetivo es el agua, que en la
tradición tiene tres significados principales. Es un elemento que
da vida, es un medio para limpiarse o purificarse, y finalmente es un
centro de regeneración, pues la gestación humana se hace en un
medio acuoso en el vientre de la madre. Como dice un poema del
antiguo oriente:
Vosotras, las Aguas, que
reconfortan,
¡tráigannos la fuerza,
la grandeza, la alegría, la visión!
Soberanas de las maravillas,
regentes de los pueblos, ¡las
Aguas!
yo les pido remedio.
Ustedes las aguas, llévense esto,
ese pecado cualquiera que sea, por
mí cometido,
ese entuerto que perpetré contra
quien fuere,
ese juramento falaz por mí
prestado.
El cuento presentado reconoce en Pedro
a todo ser humano. Pues nadie está libre de hacer, alguna vez en la
vida, un camino semejante para encontrar paz, reconciliación y nueva
vida. Todos somos héroes de nuestro destino, en un largo camino
para el cual no hay excusas de pequeñez, de anonimato. El relato
nos alienta a seguir adelante con la vida, teniendo en cuenta los dos
consejos de la sabia curandera: ser generosos con quienes nos
necesitan y no mirar atrás a las culpas que nos estancan, pues el
agua de la vida nos purifica y nos hace nacer de nuevo.
Larga espera Olga Sánchez Borbón (panameña, nac. en 1921) |