domingo, 30 de junio de 2013

EL NIÑO QUE NO HABLABA

La comunicación.

El arte de la conversación
René Magritte
(belga, 1898-1967)
Las personas somos sociales por naturaleza, necesitamos comunicarnos con los demás. La mejor circunstancia para el intercambio es lo que denominamos el “cara a cara”, sea de dos o más personas. Nada puede sustituir este tipo de encuentro aunque han crecido ampliamente las herramientas para comunicarnos.

La comunicación humana abarca la dimensión verbal y la no verbal. La primera se basa en el lenguaje, el uso de la palabra, oral y escrita.

La comunicación no verbal incluye los gestos, el rostro, la mirada. También el modo de vestir, de habitar en un lugar, y las conductas inconscientes.

El siguiente cuento nos muestra un aspecto de la maravillosa comunicación humana.


El niño que no hablaba
Era un niño que no hablaba. Todos los exámenes médicos llevaban a la misma conclusión: gozaba de una salud excelente, sus cuerdas vocales estaban perfectas, la razón de su mutismo era desconocida.
El niño creció bien formado y vigoroso, pero seguía sin hablar. Cursó sus estudios como pudo, aprobando los examenes escritos y suspendiendo los orales, y con motivo. Se le encontró un buen trabajo en el que no necesitaba hablar.

Un día, con veintiséis años, estaba tomando té en casa de una amiga de su madre, cuando de repente dijo:

-  ¿Me puedes dar un poco más de azúcar?

La sorpresa se apoderó de los allí presentes. La madre gritó.

-  ¿Hablas?

El joven se limitó a asentir con la cabeza.

-  Pero ¿por qué no has hablado nunca? - dijo la madre - ¿por qué te has pasado todos estos años en el más absoluto de los silencios? ¿por qué no has pronunciado una sóla palabra?

El joven contestó:

-  Porque, hasta hoy, todo iba bien.


El lenguaje del hombre.

Comprender y expresar son condiciones básicas de nuestra vida en sociedad. Comprender es apropiarse de la realidad, clasificarla según un esquema accesible a los miembros de esa comunidad. Expresar es hacer eficaz nuestra voluntad, es dejar constancia de nuestra presencia actuando sobre los demás. En este proceso, el lenguaje actúa como cauce y como medio. En este sentido todos los grupos humanos, por primitivos que sean, tienen un lenguaje.

El almuerzo en el jardín de Monet
Claude Monet
(francés, 1840-1926)
El lenguaje es una actividad que nace con el hombre, que sólo a él pertenece y que le permite relacionarse. Aunque el vocablo “lenguaje” se aplica también a otros ámbitos, como el lenguaje de las flores o el de las señales de tránsito, éstas son formas metafóricas de hablar.

La gestación del lenguaje es el hecho social por excelencia. Muchas generaciones intervienen en su realización. Cada palabra es una admirable obra de entendimiento y consenso. El lenguaje le permite al ser humano tanto relacionarse con su presente, como conocer aspectos de su pasado y proyectar parte de su porvenir.

Imaginemos la compleja experiencia del hombre primitivo que, sin contar con un conjunto de signos que todos pudieran reconocer, intentaba explicar a sus congéneres dónde se encontraba el alimento necesario y que necesitaba de la ayuda de otros para traerlo adonde estaban. Los idiomas que hoy hablamos se originaron en aquella experiencia prehistórica realizada con torpes gestos y sonidos groseros.

A pesar de lo imprescindible de la comunicación verbal, muchos idiomas han desaparecido. Hoy en el mundo se hablan 6.000 lenguas distintas, algunas muy cercanas a su extinción.


El lenguaje en nuestro tiempo.

El joven del cuento muestra que necesitamos hablar cuando hay problemas, cuando no todo va bien. La narración expone, de manera graciosa, la postura de la teoría evolutiva del hombre con respecto al lenguaje. Según Charles Darwin (inglés, 1809-1882), el habla surge para ejercer la atracción sexual, y también para marcar territorio, es decir, expulsar a cualquier tipo de invasor.

La conversación
Henri Matisse
(francés, 1869-1954)
Actualmente más que nunca se impone el dominio de la palabra, favorecido por el desarrollo científico y tecnológico, los movimientos migratorios, las relaciones entre los pueblos y la inmensidad de organizaciones económicas, culturales y educativas.

Ante todo, hablar es una forma de compasión humana. Nos imaginamos la cara de sorpresa de la madre del joven al escuchar hablar por primera vez a su hijo. Es el consuelo que buscaba la madre al esfuerzo realizado para que su hijo pudiera tener las herramientas indispensables para vivir. Nos hace pensar en otras situaciones en las cuales se priva a personas de la misericordia que implica hablarles, a veces por capricho o resentimiento, otras veces para castigar, como sucede con los presos de mala conducta.

Otras veces el problema es el exceso en el habla. Por eso, un reconocido conocedor de la naturaleza humana, Sigmund Freud (austríaco, 1856-1939), planteaba: “Uno es dueño de lo que calla y esclavo de lo que habla”. Es impresionante la cantidad de conversaciones y de comunicaciones que existen en nuestra vida, y la necesidad creciente de algo de silencio, que pasen cosas que no requieran de la palabra explicativa. Del cuento leído entendemos que el habla es para solucionar, pero que también hay cosas que están bien y no necesitan palabras.


Por la complejidad de la comunicación humana se vuelve difícil encontrar criterios adecuados para las variadas situaciones. Para nuestra reflexión personal, tenemos el cuento y el siguiente proverbio árabe: “Si lo que vas a decir no es más bello que el silencio: no lo digas”.

El arte de la conversación
Eugenio Fernández Granell
(gallego, 1912-2001)