domingo, 17 de agosto de 2014

EL JOYERO

 
Los portadores de monedas y joyas de oro,
trofeos de armería real

Andrea Mantegna (italiano, 1431-1506)
Este cuento habla de una mujer que llevaba un cofre con joyas de diversos tamaños a una joyería. Justo ante la tienda tropezó, y el joyero cayó al suelo: la tapa saltó, y las joyas se desparramaron por todas partes.

Los empleados de la joyería salieron corriendo de la tienda para impedir que los transeúntes agarraran alguna de las alhajas, y ayudaron a recogerlas. Un avestruz que andaba por allí, pasó corriendo y, desapercibido en medio de aquel alboroto, se tragó la piedra más grande y valiosa.

Cuando la mujer echó en falta esa joya, empezó a lamentarse, y a pesar de buscar por todas partes, no pudo encontrarla. Alguien dijo: “La única persona que ha podido tomar esa joya es aquel mendigo que está tranquilamente sentado junto a la tienda.”

El mendigo, que era religioso, había visto al  avestruz tragarse la piedra, pero no quería que hubiera derramamiento de sangre. Por eso, cuando llegaron a él, le sujetaron e incluso le golpearon, se limitó a decir: “Yo no he agarrado nada.”
Naturaleza muerta con copa,
corona de flores y joyero

Jan Brueghel el Viejo
(flamenco, 1568-1625)
Mientras le golpeaban, llegó uno de sus compañeros y advirtió a la multitud que tuviera cuidado con lo que estaba haciendo. También le prendieron a él, y le acusaron de haber recibido la piedra del primer religioso mendicante, a pesar de que él lo negaba.

Esto es lo que estaba sucediendo cuando apareció un hombre dotado de conocimiento.  Reparando en el avestruz, preguntó: “¿Esa ave estaba aquí en el momento en que cayó el joyero?”

“Sí”, respondió la gente.

“En ese caso”, dijo él, “dirijan su atención al avestruz”.

Tras pagarle a su dueño el precio del avestruz, la mataron. En su estómago se encontró la joya perdida.


El avestruz no esconde la cabeza

         Aparentemente el cuento apunta a mostrarnos una confusión.  Se sospecha que el religioso mendicante es en realidad un aprovechador que, ante el tropiezo de la propietaria de las joyas, arrebata la más grande y valiosa.  Los empleados de la joyería salen en ayuda de la señora que se accidentó, para proteger sus bienes y no tanto para ver si se hizo daño.

El sombrero
de pluma de avestruz
Henri Matisse
(francés, 1869-1954)
         El relato tendría más tensión sin el detalle del avestruz comiendo la piedra preciosa tan al comienzo.  Pero el narrador apunta a otra enseñanza.  Otro indicio es que el mendigo, habiendo sufrido la acusación injusta de “arrebatador”, siendo golpeado por los presentes, es dejado de lado en el remate de la narración. 

         El que soluciona las cosas es un hombre dotado de conocimiento.  Y esta es la señal que se nos da para que busquemos lo que se nos quiere decir.  Se nos invita a ser detectives en los sucesos de la vida, y no quedarnos con las primeras evidencias que pueden ser engaños, producto del prejuicio y de la ambición.

         La palabra “avestruz” significa “gorrión grande como un camello”.  Esto es acertado, porque el avestruz es la más grande de las aves, llegando a medir hasta tres metros de altura, y pesar unos 180 kilogramos.  Tiene alas pero no vuela, las usa para alcanzar gran velocidad en su desplazamiento.  Come de todo, aunque no mastica.  En su voracidad puede llegar a ingerir piedras o minerales, que retenidas en su organismo ayudan a moler los alimentos.

Las joyas tienen una gama bastante extensa de significados.  En general son figuras del alma.  Es este sentido representa lo que es incorruptible de nuestro ser, aquello nuestro que estará para siempre.  Llevar una joya, es acarrear un símbolo de la verdad y de la perfección espiritual.  En varias culturas es la alianza entre el alma, el conocimiento y la energía para vivir.

La caza del avestruz
Blai Ametller
(español, 1768-1841)
Una visión degradada convierte a las joyas en símbolo de la vanidad y de ostentación económica. Esta mirada está en la mujer del cuento, que lleva las joyas en el cofre y que al tropezar, se le caen.  La verdadera joya, la riqueza interior, no se desparrama si el portador tiene un accidente.

A esto lo debemos unir al hecho de que la pluma de avestruz, muy usada en Egipto, es símbolo de justicia, equidad y verdad.  Además, el andar característico de esta ave, en marcado zigzag, es interpretado como el fluir de la vida.


Con estos nuevos datos el sentido de la narración se abre a otras interpretaciones.  Si nos quedamos con la visión degradada, todo termina en una injusta golpiza al mendigo y en la muerte cruel del avestruz.  Con una mirada más abierta y humana, nada de esto hubiera sucedido.  Por el contrario, la justicia, la equidad y la verdad estarían presentes y activas en los zigzagueantes caminos de la vida.


Sin título (de la serie joyería)
Mary Joan DeFeo
(norteamericana, 1929-1989)