domingo, 10 de mayo de 2015

PUREZA DE CORAZÓN



 
Ermitaños
Egon Schiele
(austríaco, 1890-1918)
  Se trataba de dos ermitaños que vivían en un islote cada uno de ellos. El ermitaño joven se había hecho muy célebre y gozaba de gran reputación, en tanto que el anciano era un desconocido. Un día, el anciano tomó una barca y se desplazó hasta el islote del afamado ermitaño. Le rindió honores y le pidió instrucción espiritual. El joven le entregó una jaculatoria y le facilitó las instrucciones necesarias para la repetición de la misma. Agradecido, el anciano volvió a tomar la barca para dirigirse a su islote, mientras su compañero de búsqueda se sentía muy orgulloso por haber sido reclamado espiritualmente. El anciano se sentía muy feliz con la jaculatoria.

Era una persona sencilla y de corazón puro. Toda su vida no había hecho otra cosa que ser un hombre de buenos sentimientos y ahora, ya en su ancianidad, quería hacer alguna práctica metódica.

  Estaba el joven ermitaño leyendo las escrituras, cuando, a las pocas horas de marcharse, el anciano regresó. Estaba compungido, y dijo:

El espíritu puro
Jacques Hérold
(rumano, 1910-1987)
  --Venerable asceta, resulta que he olvidado las palabras exactas de la jaculatoria. Siento ser un pobre ignorante. ¿Puedes indicármelo otra vez?

  El joven miró al anciano con condescendencia y le repitió jaculatoria.

Lleno de orgullo, se dijo interiormente: “Poco podrá este pobre hombre avanzar por la senda hacia la Realidad si ni siquiera es capaz de retener una oración”. Pero su sorpresa fue extraordinaria cuando de repente vio que el anciano partía hacia su islote caminando sobre las aguas.

  El Maestro dice: No hay mayor logro que la pureza de corazón. ¿Qué no puede obtenerse con un corazón limpio?


Oración para repetir

         La “jaculatoria”, que es la oración religiosa que el joven ermitaño le enseña al anciano, viene de una palabra latina que significa “lanzar, tirar”.  El mismo origen tiene la palabra “jabalina”.  Se trata de una breve oración, que se repite muchas veces como un estribillo, y que se dice con mucho fervor hacia el cielo, la morada simbólica de la Divinidad.
 
El ermitaño
Mikhail Nesterov
(ruso, 1862-1942)
         En el contexto del cuento tiene un sentido religioso explícito.  Pero “jaculatorias” hay en muchos ámbitos.  Podemos pensar que el artículo 1º de la Declaración de los Derechos Humanos es también como una invocación a lo más profundo de los seres humanos.  Dice: "Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros".  Su repetición constante y meditada haría mucho bien, sin lugar a dudas.

         La finalidad de la jaculatoria es lograr la pureza del corazón.  En la antigüedad se ha relacionado la pureza con el fuego, pero en realidad el término viene de una raíz que significa “poner limpio, purgar”.  En la cultura griega, que es una de las fuentes más importantes de nuestra civilización, se aplica “puro” a muchas cosas.  Se dice que algo es puro en el sentido de libre de mezcla.  Puede ser el agua clara, la luz del sol o el viento limpio.  También se usa para el pan “blanco” y para los metales sin alear.

         Con respecto al ser humano, los griegos llamaban “puro” al que está libre de deudas.  Más profundamente, se aplicaba al de manos inocentes y al que tenía un alma limpia.  También se le aplicaba el término al genuino, al auténtico, al que no era imitación de nadie.
Puro y vacío
Fukushima Keido
(japonés, 1933-2011)

         En el Evangelio, aparece la siguiente sentencia de Jesucristo: “Bienaventurados los puros de corazón, porque ellos verán a Dios”.  En el contexto bíblico, la palabra “puro”  hace referencia a varios sentidos: a lo “real”, a lo “genuino”, como opuesto a lo fraudulento, a lo irreal.  Se aplica al deleite, cuando este es sublime.  También se usa para clasificar el vino, cuando no está adulterado con agua, cuando es completamente natural.  Por eso, una aproximación a la sentencia citada, podría decir así: “Bienaventurados aquellos cuyos móviles no tienen mezcla alguna, cuyos pensamientos son absolutamente sinceros, aquellos que son completamente ingenuos”.

         Relativo a la pureza del ermitaño mayor, queda la señal final, cuando camina sobre el agua.  Entre otras significaciones, el agua es el mundo del subconsciente.  Allí están las fuerzas que nos rigen y también allí pueden estar los monstruos que nos devoran, especialmente el miedo, la tristeza y la depresión.

         Para la desafiante aventura de vivir, nos viene bien aprender de las “jaculatorias”.  Sea de origen religioso o laico, son aquellas sentencias que, al repetirlas, fortalecen nuestro corazón y nos hacen caminar sobre las aguas de la angustia.


Pura pintura
Theo van Doesburg
(holandés, 1883-1931)