Se trataba de dos ermitaños que vivían en un
islote cada uno de ellos. El ermitaño joven se había hecho muy célebre y gozaba
de gran reputación, en tanto que el anciano era un desconocido. Un día, el
anciano tomó una barca y se desplazó hasta el islote del afamado ermitaño. Le
rindió honores y le pidió instrucción espiritual. El joven le entregó una
jaculatoria y le facilitó las instrucciones necesarias para la repetición de la
misma. Agradecido, el anciano volvió a tomar la barca para dirigirse a su islote,
mientras su compañero de búsqueda se sentía muy orgulloso por haber sido
reclamado espiritualmente. El anciano se sentía muy feliz con la jaculatoria.
Era una persona
sencilla y de corazón puro. Toda su vida no había hecho otra cosa que ser un
hombre de buenos sentimientos y ahora, ya en su ancianidad, quería hacer alguna
práctica metódica.
Estaba el joven ermitaño leyendo las
escrituras, cuando, a las pocas horas de marcharse, el anciano regresó. Estaba
compungido, y dijo:
El espíritu
puro
Jacques
Hérold
(rumano, 1910-1987) |
--Venerable asceta, resulta que he olvidado
las palabras exactas de la jaculatoria. Siento ser un pobre ignorante. ¿Puedes
indicármelo otra vez?
El joven miró al anciano con condescendencia
y le repitió jaculatoria.
Lleno de orgullo,
se dijo interiormente: “Poco podrá este pobre hombre avanzar por la senda hacia
la Realidad si ni siquiera es capaz de retener una oración”. Pero su sorpresa
fue extraordinaria cuando de repente vio que el anciano partía hacia su islote
caminando sobre las aguas.
El Maestro dice:
No hay mayor logro que la pureza de corazón. ¿Qué no puede obtenerse con un
corazón limpio?
Oración para repetir
La “jaculatoria”, que es la oración religiosa que el
joven ermitaño le enseña al anciano, viene de una palabra latina que significa
“lanzar, tirar”. El mismo origen tiene
la palabra “jabalina”. Se trata de una
breve oración, que se repite muchas veces como un estribillo, y que se dice con
mucho fervor hacia el cielo, la morada simbólica de la Divinidad.
En el contexto del cuento tiene un sentido religioso
explícito. Pero “jaculatorias” hay en
muchos ámbitos. Podemos pensar que el
artículo 1º de la Declaración de los Derechos Humanos es también como una
invocación a lo más profundo de los seres humanos. Dice: "Todos
los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como
están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los
otros". Su repetición constante y
meditada haría mucho bien, sin lugar a dudas.
La finalidad de la jaculatoria es
lograr la pureza del corazón. En la
antigüedad se ha relacionado la pureza con el fuego, pero en realidad el
término viene de una raíz que significa “poner limpio, purgar”. En la cultura griega, que es una de las
fuentes más importantes de nuestra civilización, se aplica “puro” a muchas
cosas. Se dice que algo es puro en el
sentido de libre de mezcla. Puede ser el
agua clara, la luz del sol o el viento limpio.
También se usa para el pan “blanco” y para los metales sin alear.
Con respecto al ser humano, los griegos
llamaban “puro” al que está libre de deudas.
Más profundamente, se aplicaba al de manos inocentes y al que tenía un
alma limpia. También se le aplicaba el
término al genuino, al auténtico, al que no era imitación de nadie.
Puro y vacío
Fukushima
Keido
(japonés, 1933-2011) |
En el Evangelio, aparece la siguiente
sentencia de Jesucristo: “Bienaventurados los puros de corazón, porque ellos
verán a Dios”. En el contexto bíblico,
la palabra “puro” hace referencia a
varios sentidos: a lo “real”, a lo “genuino”, como opuesto a lo fraudulento, a
lo irreal. Se aplica al deleite, cuando
este es sublime. También se usa para
clasificar el vino, cuando no está adulterado con agua, cuando es completamente
natural. Por eso, una aproximación a la
sentencia citada, podría decir así: “Bienaventurados aquellos cuyos móviles no
tienen mezcla alguna, cuyos pensamientos son absolutamente sinceros, aquellos
que son completamente ingenuos”.
Relativo a la pureza del ermitaño
mayor, queda la señal final, cuando camina sobre el agua. Entre otras significaciones, el agua es el
mundo del subconsciente. Allí están las
fuerzas que nos rigen y también allí pueden estar los monstruos que nos
devoran, especialmente el miedo, la tristeza y la depresión.
Para la desafiante aventura de vivir,
nos viene bien aprender de las “jaculatorias”.
Sea de origen religioso o laico, son aquellas sentencias que, al
repetirlas, fortalecen nuestro corazón y nos hacen caminar sobre las aguas de
la angustia.
Pura pintura
Theo van Doesburg
(holandés, 1883-1931) |