Más allá del
viento, escucha el bambú
Shibayama Zenkei (japonés,
1894-1974)
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Existía un próspero reino en el norte de la
India. Su monarca había alcanzado ya una edad avanzada. Un día hizo llamar a un
santón que vivía dedicado a la meditación profunda en el bosque y dijo:
--Hombre piadoso, tu rey quiere que tomes
esta caña de bambú y que recorras todo el reino con ella. Te diré lo que debes
hacer. Viajarás sin descanso de ciudad en ciudad, de pueblo en pueblo y de
aldea en aldea. Cuando encuentres a una persona que consideres la más tonta,
deberás entregarle esta caña.
--Aunque no reconozca otro rey que mi
verdadero yo interior, señor, habré de hacer lo que me dices por complacerte.
Me pondré en camino enseguida.
Gran tesoro
Richard Anuszkiewicz
(estadounidense, n. en 1930)
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El
santón tomó la caña que le había dado el monarca y partió raudo. Viajó sin
descanso, llegando sus pies a todos los caminos de la India. Recorrió muchos
lugares y conoció muchas personas, pero no halló ningún ser humano al que
considerase el más tonto.
Transcurrieron algunos meses y volvió hasta el
palacio del rey. Tuvo noticias de que el monarca había enfermado de gravedad y
corrió hasta sus aposentos. Los médicos le explicaron al santón que el rey
estaba en la antesala de la muerte y se esperaba un fatal desenlace en minutos.
El santón se aproximó al lecho del moribundo.
Con
voz quebrada pero audible, el monarca se lamentaba:
--¡Qué desafortunado soy, qué desafortunado!
Toda mi vida acumulando enormes riquezas y, ¿qué haré ahora para llevarlas
conmigo? ¡No quiero dejarlas, no quiero dejarlas!
El santón entregó la caña de bambú al rey.
Gesto
de compasión
El
error del rey, por el cual es reconocido como el más tonto de su reino, es
confundir el verdadero tesoro con sus enormes riquezas. Como enseña el maestro que ha transmitido
este cuento: “Puedes ser un monarca, pero
de nada sirve si tu actitud es la de un mendigo. Sólo aquello que acumulas
dentro de ti mismo te pertenece. No hay otro tesoro que el amor”.
Bambú rojo
Susan Rothenberg
(estadounidense, n. en 1945)
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La
humanidad sabe que el verdadero tesoro está custodiado por dragones o
monstruos. Estos simbolizan aspectos de
nosotros mismos, a los que les tememos o, en el caso de los insensatos,
ignoran. Estos tremendos custodios
vigilan los tesoros guardados en el fondo de las cuevas, o en el subsuelo de
donde habitamos, enterrados. Por lo que
el tesoro es arduo de encontrar, y para alcanzarlo hay que esforzarse. Son los signos de la luz que hay en nuestro
interior, que no se apaga nunca, centro del gozo y del amor. Esta luz está en el trasfondo de nuestras
búsquedas en la aventura de la vida.
El rey
tonto ha tenido, sin embargo, un gesto de grandeza. Ha llamado al santón para que le entregue al
más desgraciado una caña de bambú. A
simple vista, parece un gesto de burla o desprecio. Así, sería un cuento típico del “burlador
burlado”. Pero lo que lleva el santón es un objeto muy valioso, un mensaje
mágico, una planta de buen augurio.
El
bambú es una planta muy antigua, que se adapta a variedad de suelos. Se encuentra en todos los continentes, salvo
en Europa, donde fue llevada en el siglo XVIII.
El bambú ha inspirado mitologías y simbologías. Es extraordinariamente
útil, habiéndose descrito más de 1.500 usos y utilidades, muy válido en el
pasado y con muchas posibilidades en el futuro. Por su alta resistencia y
flexibilidad se le llama "el acero vegetal".
En
oriente, la rectitud inigualable del bambú, la perfección de su impulso hacia
el cielo, el vacío de sus entrenudos –imagen de la pureza de corazón- ,
simbolizan los caminos y las metas de la vida interior. El susurro del viento entre los cañaverales
era considerado una señal de iluminación.
Mono
balancéandose en una rama
de bambú, observando una mosca
Ohara Koson
(japonés, 1877-1945)
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Cuando
la madera de bambú es puesta al fuego, produce una fuerte explosión, que se usa
para expulsar las fuerzas malignas. El
cañizar de bambú, un obstáculo clásico en oriente, representa la jungla de los
pecados. Solamente puede ser atravesado
por el tigre, símbolo de potencia espiritual.
En
África y en América del sur, un pedazo de bambú es un símbolo de la alegría,
del gozo simple de vivir, sin manías ni preocupaciones. También se suele usar la astilla de esta
madera, endurecida al fuego, que se vuelve dura y cortante, como instrumento
para rituales o para algunas tareas de la vida diaria.
Un uso
común es como flauta. El instrumento de
bambú lleva en su alma la música sagrada.
Se dice, en algunas tradiciones, que la flauta es símbolo del místico,
arrancado a Dios, que manifiesta con sus sollozos, su canto, su aspiración de
encontrarle de nuevo en la vida eterna.
El rey
recibe al final de su vida un instrumento de salvación, un talismán. La caña del santón le indica que deje de
pensar en sus enormes riquezas, y ponga sus pocas fuerzas finales en el tesoro
interior, en la luz inextinguible que está a punto de iluminarlo eternamente. Así el rey, que tuvo un gesto de compasión
con el más tonto, recibió de premio la alegría para siempre.
Interior
Ion Pacea
(rumano, 1924-1999) |