Los
autovidentes (hombre y muerte)
Egon Schiele
(austríaco, 1890-1918) |
Un día, un joven se arrodilló a
orillas de un río. Metió los brazos en el agua para refrescarse el rostro y
allí, en el agua, vio de repente la imagen de la muerte. Se levantó muy
asustado y preguntó:
-Pero... ¿qué quieres? ¡Soy joven! ¿Por
qué vienes a buscarme sin previo aviso?
-No vengo a buscarte -contestó la
voz de la muerte-. Tranquilízate y vuelve a tu hogar, porque estoy esperando a
otra persona. No vendré a buscarte sin prevenirte, te lo prometo.
El joven entró en su casa muy contento.
Se hizo hombre, se casó, tuvo hijos, siguió el curso de su tranquila vida. Un
día de verano, encontrándose junto al mismo río, volvió a detenerse para
refrescarse. Y volvió a ver el rostro de la muerte. La saludó y quiso
levantarse. Pero una fuerza lo mantuvo arrodillado junto al agua. Se asustó y
preguntó:
-Pero ¿qué quieres?
Muerte y vida
Gustav Klimt
(austríaco, 1862-1918)
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-Es a ti a quien quiero -contestó
la voz de la muerte-. Hoy he venido a buscarte.
-¡Me habías prometido que no
vendrías a buscarme sin prevenirme antes! ¡No has mantenido tu promesa!
-¡Te he prevenido!
-¿Me has prevenido?
-De mil maneras. Cada vez que te
mirabas a un espejo, veías aparecer tus arrugas, tu pelo se volvía blanco.
Sentías que te faltaba el aliento y que tus articulaciones se endurecían. ¿Cómo
puedes decir que no te he prevenido?
Y se lo llevó hasta el fondo del
agua.
Pasaje
a la profundidad
El relato presenta a la
muerte como un símbolo. Designa el fin
de algo positivo y vivo. Puede referirse
a un ser humano, y también a otros seres o realidades, como un animal, una
planta, una amistad, una alianza, la paz o una época.
Iniciación en la libertad
Victor Brauner
(rumano, 1903-1966) |
En
relación al ser humano, si bien representa su aspecto perecedero, a la vez es
una revelación, que en el cuento se conciben como advertencias y finalmente,
cuando el protagonista es llevado al fondo del agua. El hombre ha expresado este símbolo en muchos
rituales, algunos religiosos y otros no.
Los
ritos de iniciación refieren a cambios en las etapas de una vida, como también
el ingreso definitivo a la comunidad de una fe determinada. Por ejemplo, no hace demasiado tiempo, en la
cultura occidental, el paso de la niñez a la juventud, en los varones, se
marcaba mediante el cambio del largo de los pantalones; pantalones “cortos”
para los niños y pantalones “largos” para los jóvenes. Este rito implicaba una muerte a una forma de
estar al mundo, a la cual nunca se vuelve, para entrar en otra etapa, dinámica
y también perecedera.
En el
mundo religioso, podemos tomar el ejemplo del bautismo, practicado por varias
tradiciones. El ritual, siempre
incruento, implica que un ser humano ingresa en el mundo de la Divinidad,
muriendo al ámbito del mal de dónde el individuo es extirpado. Y ya en el nuevo mundo, se le manifiesta algo
inimaginado, auténticas revelaciones.
La alegría
de vivir
Robert
Delaunay
(francés,
1885-1941)
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A
pesar de estos aspectos luminosos del símbolo, la muerte da miedo. Esto le sucede al protagonista del cuento y a
todo ser humano. Es la resistencia al
cambio y a entrar a una forma de existencia desconocida más que el temor de
quedar reabsorbido en la nada.
Una
antigua sentencia latina dice: “mors
janua vitae”, que quiere decir “la muerte es la puerta de la vida”. En este sentido es liberadora y abre el
acceso al reino del espíritu. Por eso,
es considerada una divinidad con nombre propio.
En la mitología griega, la muerte no violenta es representada por “Tánatos”. En la mitología romana, el dios de la muerte
es el Dispater. Entre las culturas de América, podemos hablar
del dios maya Yum Kímil, también
conocido como Ah Puch.
Este
símbolo nos recuerda que tenemos que ir aún más lejos, que todavía estamos
incompletos, que todavía hay revelaciones totalmente desconocidas. Y también nos dice que la muerte es la
condición misma del progreso en el camino de la vida. Aceptar el cambio, atravesar los portales de
las edades de vida, abrirse a lo que es desconocido y todavía se está por
revelar, es la condición fundamental del ser humano.
Descubrimiento
del tiempo
George
Stefanescu-Ramnic
(rumano,
1914-2007)
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