Figura simbolizando la raza africana
Diego Rivera
(mexicano, 1886-1957) |
Esta
es una historia contemporánea contada en Francia, en los círculos de los
trabajadores inmigrantes.
Un
joven africano se dirige a Dios y le pregunta:
- ¿Por qué, Dios, me has dado unos labios tan
gruesos, una boca tan grande?
- Porque en África hace mucho calor –contesta
Dios-. El calor da sed. Tienes que beber
mucho.
- ¿Y por qué me has dado una piel negra?
–pregunta entonces el africano.
- Por la misma razón –contesta Dios-. Para permitirte resistir la fuerza de los
rayos del sol, que es muy fuerte en tu país.
- En tal caso –dice el africano-, ¿puedo
hacerte una tercera pregunta? Te prometo
que será la última.
- Te escucho –dice Dios.
- ¿Por qué me has hecho nacer en Aubervilliers?
Controversia
moderna
El
lugar mencionado en el cuento corresponde a un municipio situado en el
conurbano norte de París, en corazón de Europa.
Las preguntas ponen de manifiesto el tema de lo que todavía se llama la
“raza”, aplicada a los seres humanos. La
controversia se ha plantado porque los seres humanos nos movemos fácilmente de
un lugar a otro, y la convivencia entre distintos grupos en cada vez más
frecuente en todo el planeta.
Ojos sobre
la mesa
Remedios
Varo
(española,
1908-1963)
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Recién
en la segunda mitad del siglo XX, las Naciones Unidas pusieron los criterios
para encarar este aspecto de la humanidad.
Esos criterios se pueden resumir en tres centrales. El primero dice: “Todos los hombres que viven
hoy día pertenecen a la misma especie y descienden del mismo tronco.” El segundo es bien explícito: “La división de
la especie humana en ‘razas’ es en parte convencional y en parte arbitraria, y
no implica ninguna jerarquía en absoluto.”
El
tercer criterio es el más importante para zanjar todas las diferencias, y dice:
“El conocimiento biológico actual no nos permite imputar los logros culturales
a las diferencias en el potencial genético, sino que solo deberían atribuirse a
la historia cultural de los diferentes pueblos. Los pueblos del mundo actual
parecen poseer igual potencial biológico para alcanzar cualquier nivel de
civilización.”
Por
estos criterios en el campo científico se ha hecho costumbre no usar más la
palabra “raza” aplicada al género humano, y hablar más bien de etnias o de
linajes. En el lenguaje coloquial, esta
palabra está vigente. Los estudios
etimológicos dicen que la palabra “raza” viene del latín radius (como el rayo de un círculo que une el centro con un punto
de la circunferencia), o de ratio (valor
relativo usado en clasificación de animales).
Incluso algunos la relacionan con la palabra árabe ra´s, que significa cabeza u origen.
Estudio de torso
Nicholas Roerich
(ruso, 1874-1947)
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Tan
imperfectos como las viejas ideas sobre razas, los estudios genéticos modernos
nos dan un panorama sorprendente. Dicen
que somos alrededor del 99,5% genéticamente similares los unos y otros. La estimación anterior era de 99,9%. Para poder entender bien esta diferencia
minúscula, se dice que somos alrededor del 98,5% similares, tal vez más, a los
chimpancés, nuestros parientes evolutivos más cercanos.
Un
científico muy importante de nuestro tiempo, valorando la especie humana, llega
a afirmar: “Solo somos una raza de monos avanzados en un planeta más pequeño
que una estrella promedio. Pero podemos entender el universo. Eso nos hace muy
especiales”.
Después
de leer este cuento aprendemos que junto a poder entender el universo, también
tenemos la posibilidad de hablar con Dios, y hacerle nuestras preguntas. Una posibilidad que implica estar dispuestos
a escuchar sus respuestas, como el africano de la historia. En esto también somos muy especiales.
Madre de Fraternidad
Twins Seven Seven
(nigeriano, 1944-2011)
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