domingo, 3 de enero de 2016

LA BUENA PREGUNTA


Figura simbolizando la raza africana
Diego Rivera
(mexicano, 1886-1957)




Esta es una historia contemporánea contada en Francia, en los círculos de los trabajadores inmigrantes.

Un joven africano se dirige a Dios y le pregunta:
-  ¿Por qué, Dios, me has dado unos labios tan gruesos, una boca tan grande?

-  Porque en África hace mucho calor –contesta Dios-. El calor da sed.  Tienes que beber mucho.

-  ¿Y por qué me has dado una piel negra? –pregunta entonces el africano.

-  Por la misma razón –contesta Dios-.  Para permitirte resistir la fuerza de los rayos del sol, que es muy fuerte en tu país.

-  En tal caso –dice el africano-, ¿puedo hacerte una tercera pregunta?  Te prometo que será la última.

-  Te escucho –dice Dios.

-  ¿Por qué me has hecho nacer en Aubervilliers?


Controversia moderna

         El lugar mencionado en el cuento corresponde a un municipio situado en el conurbano norte de París, en corazón de Europa.  Las preguntas ponen de manifiesto el tema de lo que todavía se llama la “raza”, aplicada a los seres humanos.  La controversia se ha plantado porque los seres humanos nos movemos fácilmente de un lugar a otro, y la convivencia entre distintos grupos en cada vez más frecuente en todo el planeta.

Ojos sobre la mesa
Remedios Varo
(española, 1908-1963)

         Recién en la segunda mitad del siglo XX, las Naciones Unidas pusieron los criterios para encarar este aspecto de la humanidad.  Esos criterios se pueden resumir en tres centrales.  El primero dice: “Todos los hombres que viven hoy día pertenecen a la misma especie y descienden del mismo tronco.”  El segundo es bien explícito: “La división de la especie humana en ‘razas’ es en parte convencional y en parte arbitraria, y no implica ninguna jerarquía en absoluto.”

         El tercer criterio es el más importante para zanjar todas las diferencias, y dice: “El conocimiento biológico actual no nos permite imputar los logros culturales a las diferencias en el potencial genético, sino que solo deberían atribuirse a la historia cultural de los diferentes pueblos. Los pueblos del mundo actual parecen poseer igual potencial biológico para alcanzar cualquier nivel de civilización.”

         Por estos criterios en el campo científico se ha hecho costumbre no usar más la palabra “raza” aplicada al género humano, y hablar más bien de etnias o de linajes.  En el lenguaje coloquial, esta palabra está vigente.  Los estudios etimológicos dicen que la palabra “raza” viene del latín radius (como el rayo de un círculo que une el centro con un punto de la circunferencia), o de ratio (valor relativo usado en clasificación de animales).  Incluso algunos la relacionan con la palabra árabe ra´s, que significa cabeza u origen.

Estudio de torso
Nicholas Roerich
(ruso, 1874-1947)

         Tan imperfectos como las viejas ideas sobre razas, los estudios genéticos modernos nos dan un panorama sorprendente.  Dicen que somos alrededor del 99,5% genéticamente similares los unos y otros.  La estimación anterior era de 99,9%.  Para poder entender bien esta diferencia minúscula, se dice que somos alrededor del 98,5% similares, tal vez más, a los chimpancés, nuestros parientes evolutivos más cercanos.

         Un científico muy importante de nuestro tiempo, valorando la especie humana, llega a afirmar: “Solo somos una raza de monos avanzados en un planeta más pequeño que una estrella promedio. Pero podemos entender el universo. Eso nos hace muy especiales”. 

 
         Después de leer este cuento aprendemos que junto a poder entender el universo, también tenemos la posibilidad de hablar con Dios, y hacerle nuestras preguntas.  Una posibilidad que implica estar dispuestos a escuchar sus respuestas, como el africano de la historia.  En esto también somos muy especiales.



Madre de Fraternidad
Twins Seven Seven
(nigeriano, 1944-2011)