Sin título
Robert Peluce
(norteamericano,1937
– 2004) |
En
el siglo IV a.C., una de las hetairas o cortesanas más famosas de la Grecia
clásica llamada Mnesarete, más conocida como Friné (literalmente sapo, al parecer por el color de su piel), fue
considerada como una de las más hermosas mujeres de toda Grecia. Su esbelto
cuerpo sirvió como modelo a Praxíteles, uno de sus muchos amantes, para
realizar la estatua de la diosa Afrodita conocida como Venus de Cnido y, durante una fiesta, se soltó los
cabellos, se desnudó y se sumergió en el mar, inspirando al pintor Apeles para
pintar su famosa Afrodita Anadiomene
(Venus saliendo del mar) con los
brazos alzados y las manos recogiendo desde ambos lados la cabellera suelta.
Pues bien, en cierta ocasión, tras rechazar repetidamente los requiebros y las
solicitudes de un tal Eutías, éste la denunció, acusándola de impiedad al
profanar los misterios eleusinos -ritos de iniciación anuales al culto a las diosas agrícolas Deméter y
Perséfone que se celebraban en Eleusis, cerca de Atenas.
Mnesarete
compareció ante el tribunal de los heliastas -antiguos magistrados de Atenas-
y, cuando estaba a punto de ser condenada a muerte, tomó la palabra en su
defensa un famoso orador llamado Hipérides. Su bello y encendido alegato a
favor de la acusada no conmovió sin embargo a los miembros del jurado. En un
último y desesperado intento, Hipérides despojó a la acusada del peplo y la
mostró desnuda ante el tribunal, al tiempo que exclamaba:
-Olviden,
si les parece, todos mis argumentos anteriores. Pero, ¿no lamentarán condenar a
muerte a la propia diosa Afrodita? ¡Piedad para la belleza!
Tan
convincente e inapelable resultó el argumento que Friné, absuelta de todos los
cargos por el tribunal, fue puesta inmediatamente en libertad.
El
argumento divino
Se duda
sobre la historicidad de este relato.
Definirla sería superficial, ante la profundidad de lo que se
cuenta. Lo importante está en el
contexto de civilización y en el argumento que define el juicio, por el que se
absuelve finalmente a Friné.
Friné delante del Areópago
Jean-Léon Gérôme (francés, 1824–1904) |
El
tribunal de los heliastas fue una de las instituciones poderosas de la ciudad
de Atenas. Su nombre derivaba de sol
en griego, dado que estos jueces obraban al rayo del sol en una plaza, pues no
tenían edificio atribuido. En su momento
de plenitud estuvo conformada por más de seis mil magistrados, de los cuales
cinco mil formaban tribunales de quinientos miembros y quedaban en reserva los restantes. Para casos menores el tribunal se componía de
tan solo doscientos elegidos.
Afrodita de Cnido
(Copiada de
Praxísteles)
Restaurada por Ippolito Buzzi
(italiano,
1562–1634)
|
Atendían diariamente,
con un sistema muy organizado de sorteo de tribunales y luego de presentación
de causas. La Heliea, así se llamaba, funcionaba como un tribunal competente en
litigios de leyes públicas, privadas, penales y leyes privadas internacionales. En aquellos tiempos no había códigos de
procedimientos ni leyes escritos, lo cual exigía una seria organización y mucha
preparación en cada uno de los participantes. Los ciudadanos particulares tenían la
posibilidad de presentar sus demandas y defenderlas ante el tribunal, tal como
le ocurre en el cuento a la hetaira. Y
los demandados también se defendían a sí mismos o por otros. Lo decisivo estaba en la capacidad de
convencer a tan amplio jurado, que decidía por votación secreta y luego
aplicaba las penas que, en casos graves, llegaban al exilio o a la muerte
física.
En el caso que estamos
viendo, la acusación era grave. Nos recuerda el proceso de Sócrates que fue
condenado a muerte por una inculpación parecida a la de Friné, quien se salvó
por el argumento de Hipérides. Éste la muestra
desnuda ante el tribunal, pero la fuerza
de su razonamiento no está en la sensualidad de la hetaira, sino en que en
realidad Friné es Afrodita en plenitud.
La belleza para la cual el orador pide piedad es divina.
Fresco de la Casa de Venus
(Pompeya,
siglo I d.C.)
|
Afrodita es, en la
mitología griega, la diosa de la belleza, el amor, el deseo, el sexo y la
reproducción. Su equivalente romano es Venus.
Aunque hoy en día se la llama la
diosa del amor, antiguamente no se refería al amor romántico. Para esto estaban Eros y Psique.
La diosa recibió
distintos nombres. Su nombre original
significa nacida de la espuma. Estaba
también la Afrodita Pandemos, que significa de
todo el pueblo, más relacionada con el amor físico. Entre los platónicos, y luego entre los
cristianos, estaba la Afrodita Urania o Celestial, representando la unión del
cuerpo y el alma.
El argumento de
Hipérides es que el cuerpo de la hetaira es el cuerpo de la diosa, y eso es la
belleza. Nada se puede separar de la
divinidad, el mundo de los hombres va siempre imbricado en el mundo de los
dioses. Esta es la hermosa herencia de
la antigüedad griega para Occidente y la humanidad toda.
Polisemia
Chicote
CFC
(español,
n. en 1963)
|