San Onofre Estilo bizantino, sin fecha. |
Un
ermitaño cristiano, que se llamaba Pafnucio y vivía en el desierto, no lejos de
Hierápolis, se mortificaba, se flagelaba y pasaba hambre desde hacía años. Un buen día tuvo la idea de preguntarle a
Dios a qué grado de perfección había llegado.
Y Dios le dijo:
-Estás al mismo nivel que el flautista
del pueblo.
Pafnucio, muy sorprendido, fue al
pueblo e interrogó al flautista. Se
enteró que había sido bandido antes de convertirse en músico. Sin embargo, en el transcurso de una de sus
correrías, le salvó la vida y el honor a una joven virgen consagrada a Dios.
Pafnucio regresó al desierto y reanudó
sus mortificaciones, en compañía del músico-bandido, que se había convertido en
su discípulo. Pafnucio endurecía su vida.
Tras largos años de sufrimientos, le hizo la
misma pregunta a Dios:
-¿A qué nivel he llegado ahora?
Dios le contestó que se encontraba al
mismo nivel que el alcalde del pueblo, hombre íntegro y benévolo, que no hacía
daño a nadie.
Una tercera prueba, años más tarde,
llevó al ermitaño Pafnucio, cuyo cuerpo no era más que un maltrecho esqueleto,
al mismo nivel que un rico negociante de Alejandría que, de vez en cuando, les
regalaba a los solitarios algunas legumbres secas.
Pafnucio pasó mucho tiempo meditando
acerca de las tres respuestas divinas.
Nunca más volvió a hacer la pregunta.
Pero contaba su historia a todos aquellos que lo visitaban.
El
mejor camino
El protagonista del
cuento busca el mejor camino para alcanzar la perfección. El modo de vida que lleva, y la mención de la
ciudad de Hierápolis, muestran que el relato se sitúa en tiempos muy antiguos.
La
vida misma
Victor Brauner
(rumano, 1903-1966) |
Hubo muchos hombres que
vivieron en el desierto entre los siglos II y V después de Cristo, y que se
llamaron Pafnucio. Algunos fueron
miembros del clero, otros simples anacoretas.
Uno fue famoso por su dedicación a esa forma de vida y el amor a la
soledad, por lo que se lo apodaba el
búfalo. El más reconocido fue San
Pafnucio (ca.251-360), eremita y luego
obispo de Tebaida, Egipto. Fue humilde,
gentil y de un espíritu amplio.
¿Qué es la perfección
para estos hombres? Es la activación de
toda la potencia física y espiritual que llevan en el corazón. En lo físico son como los modernos
deportistas de alta competición, poniendo el cuerpo en una rigurosa disciplina
física y alimentándose solamente de aquello que sea estrictamente necesario
para alcanzar el fin que se proponen. En
lo espiritual, se acercan a aquellos sabios que escuchamos embelesados, por la
sencillez, alegría y profundidad con que expresan los misterios de la vida.
La perfección tiene, a
su vez, un final, que es la felicidad. A
esta plenitud, que apenas podemos vislumbrar en algunos instantes de la vida y
que supera todo lo que podemos desear e imaginar, muchos la llamamos Dios. Por eso Pafnucio le hace a la divinidad la
pregunta sobre el grado de perfección alcanzado.
El cuento deja que el lector
discierna el sentido de las tres respuestas.
A través de ellas nos damos cuenta que hay cuatro caminos de
perfección. Y se usa el número cuatro
para indicar que estas son orientaciones generales que tratan de englobar todos
los caminos posibles.
Meditación
de luna
Richard Pousette-Dart
(norteamericano, 1916-1992)
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Uno es el del
flautista, claramente representante del arte, y a la vez de todos aquellos que
con sus manos fabrican, construyen, elaboran todo lo que hace a la vida humana
y la relación con el cosmos. Otro es el
alcalde de pueblo, el hombre que se pone al servicio de la sociedad, con
honestidad y benevolencia, lejos de la corrupción y de la arbitrariedad. El tercero es un rico comerciante, una
sorpresa para este tipo de consideraciones.
Representa a todos aquellos que no se quedan encerrados en su mundo sino
que son capaces de ir mucho más allá de sus ocupaciones, atendiendo la
nutrición y la curación, a través de legumbres secas, de los que en soledad son
las columnas de vida humana.
El cuarto camino es el
de Pafnucio, la disciplina llena de sabiduría, que está en los deportistas
buenos como en tanta gente que vive con dedicación y entusiasmo sus tareas y
elecciones. Este está al mismo nivel de
cualquier derrotero de perfección que se elija, todos acaban en la plenitud de
la felicidad. Y si la felicidad es
plena, entonces no se termina jamás.
San Pafnucio no está en
el calendario, pero se lo celebra el 11 de septiembre. Es el patrono para hallar cosas
perdidas. Por otro lado, se lo invoca
para que encuentre a los que siguen malos caminos. También es el patrono del
arrepentimiento. Finalmente, por este
relato, sabemos que es patrono del testimonio más sabio, que dice que son muchísimos
los caminos los que llevan a la felicidad, todos al mismo nivel.
Sin título
Helmut Sturm
(alemán, 1931-2008) |