Caminadora de la cuerda floja
Maria Uhden
(alemana, 1892 - 1918) |
Un
padre de familia fue acusado de robo y el rey, siguiendo una vieja tradición
del reino, citó al hombre y le dijo: “Has sido acusado pero las pruebas no han
sido concluyentes. Para determinar tu culpabilidad o inocencia recurriremos a
la prueba del alambre. Tensaremos un alambre entre las dos torres del castillo
y tú deberás caminar por él. Si lo logras, habrás demostrado tu inocencia. Si
caes, serás culpable y morirás en el
acto”.
Tres
días más tarde, el acusado fue llevado a la torre desde donde se había tendido
el alambre, sabiendo que casi todos los que intentaban pasar la prueba del
alambre terminaban cayendo al vacío.
Pasito
a pasito y con gran pericia, el hombre fue caminando por el alambre hasta que
finalmente llegó hasta la otra torre.
El
rey, sorprendido, hizo llamar al padre de familia y le dijo: “Te felicito, has
demostrado tu inocencia. Pero, sin embargo, hay algo que realmente me intriga.
¿Cómo has podido pasar la difícil prueba del alambre?”.
Y
el hombre respondió: “¡Oh, señor! En verdad, al pasar el alambre tan sólo he
intentado aplicar lo que he aprendido en la escuela de la vida: evitar los
extremos. He mantenido mi mente y mi cuerpo en perfecto equilibrio y
repitiéndome a mí mismo: “Nada en exceso”. Es decir, cuando me inclinaba mucho
hacia la derecha, corregía y cuando me iba hacia la izquierda, corregía. Y así,
corrigiendo y corrigiendo, encontré en el alambre la vía del medio. Caminé por
ella, sin demasiado esfuerzo, y llegué a mi destino”.
Vía
del medio
Equilibrium
Jean Hélion
(francés, 1904-1987) |
El relato se basa en
una enseñanza budista que se denomina el
camino del medio. Sabemos que no hay una tradición universal que se aplique
de la misma manera en un lugar u otro del mundo. Para aprender de otras culturas hace falta
entender que debemos encontrar equivalentes en nuestra propia tradición, de tal
manera que tengamos una comprensión adecuada. Los cuentos tienen la virtud de
mostrar con facilidad esas equivalencias, que están arraigadas en el alma
humana.
En
cierta ocasión, un hombre le estaba enseñando a tocar el laúd a su hijo. Y le
decía que las cuerdas no tenían que estar demasiado tirantes, porque se
romperían, ni demasiado flojas porque no se podría sacar ningún sonido de
ellas. La tensión justa que hace posible ejecutar música en ese instrumento es
la imagen adecuada para el camino del
medio. Y lo que se quiere decir para la vida humana es que más allá de las
opiniones extremas, lejos de los excesos y de las privaciones, existe una vía
intermedia que podemos transitar sin sufrir los altibajos que provocan las
pasiones.
Es posible pensar que esto se aplica
solamente a los placeres sensoriales, como la comida o la bebida, pero también
apunta a otros excesos que tienen que ver con el alma humana. Un ejemplo muy
vigente es la adicción a la felicidad y el terror al sufrimiento. Hay un
parecer que supone que debemos estar felices permanentemente, lo que nos crea
angustia y nos lleva a caer en la depresión o el pesimismo. Por otro lado, el
miedo a sufrir nos hace incapaces de disfrutar los momentos de felicidad que
nos provocan los placeres sencillos.
Danza en la cuerda floja
Kees van
Dongen
(holandés,
1877-1968)
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Otro ejemplo muy común es el anhelo de
riqueza más allá de nuestras necesidades. Entonces se produce la crisis
producto de la obsesión por acumular el máximo de ganancias con el mínimo
esfuerzo. Y de aquí saltamos a otro extremo: un temor generalizado que paraliza
inversiones y proyectos.
La cultura de los extremos también está
presente en nuestra propia imagen: la necesidad de alabanzas y el horror ante
las críticas. Así nos encontramos con personas con baja autoestima que se
desprecian, como con los narcisistas que necesitan ser admirados y ensalzados
constantemente y que reciben cualquier comentario como un ataque.
En la tradición occidental también se
aplica la vía del medio. Desde
antiguo hay una corriente llamada hedonismo,
que busca los placeres y el lado soleado de la vida, que dice: Primero mis dientes, luego mis parientes. Aún ellos sostenían que todos los extremos
son inconvenientes, el exceso de placer se convierte en vicio.
Entre los antiguos griegos, Aristóteles
hablaba del medio dorado, y llegó a
afirmar que toda virtud es un punto medio entre dos extremos, cada uno de los
cuales es un vicio. En Ética a Nicómaco, Libro Segundo, Capítulo VI, dice:
Hablo
aquí de la virtud moral; porque ella es la que concierne a las pasiones y a los
actos del hombre, y en nuestros actos y en nuestras pasiones es donde se dan,
ya el exceso, ya el defecto, ya el justo medio. Así, por ejemplo, en los
sentimientos de miedo y de audacia, de deseo y de aversión, de cólera y de
compasión, en una palabra, en los sentimientos de placer y dolor se dan el más
y el menos; y ninguno de estos sentimientos opuestos son buenos. Pero saber
ponerlos a prueba como conviene, según las circunstancias, según las cosas,
según las personas, según la causa, y saber conservar en ellas la verdadera
medida, este es el medio, esta es la perfección que sólo se encuentra en la
virtud.
Esto se aplica a la vida moral, pero
encierra indicaciones para todas las dimensiones del ser humano, especialmente
para su vida interior, para su alma. El camino
del medio es una enseñanza tan liberadora que nos hará apreciar la
profundidad del cuento.
Composición abstracta
René
Pontocarrero
(Cuba, 1912 - 1985)
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