domingo, 2 de julio de 2017

LA CELDA


La celda dorada
Odilon Redon
(francés, 1840-1916)


El discípulo quería un sabio consejo.

- "Ve, siéntate en tu celda, y tu celda te enseñará la sabiduría", le dijo el Maestro.

- "Pero si yo no tengo ninguna celda... si yo no soy monje."

- "Naturalmente que tienes una celda. Mira dentro de tí."


El valor de la contemplación
Ermitaños y monjas
Mikhail Vasilevich Nesterov
(ruso, 1862 - 1942)

         La propuesta del Maestro desafía profundamente a la modernidad. Es una invitación a la contemplación, abierta a todas las personas sin ninguna distinción. La interioridad es propia de todo ser humano, y mirar dentro de tí, el único consejo de este brevísimo cuento nos abre la puerta de una aventura sorprendente.

         ¿De qué sirve la mirada en la interioridad?, se pregunta el hombre contemporáneo, ¿tiene algún sentido en nuestro tiempo? Es tan inmensa la contemplación que desde muy antiguo se suman las respuestas a estos interrogantes y no se alcanza su fondo. Veamos algunas consideraciones, pero antes es importante insistir en que la interioridad es propia de todo ser humano, sea que esté en alguna religión o haya prescindido de todas ellas. Tanto el religioso como el hombre secular tienen la misma posibilidad en la contemplación.

         Todos los hombres buscamos una plenitud. En el mundo religioso, especialmente en Occidente, se ha planteado una postergación de esta meta para un cielo como lugar lejano. La contemplación nos muestra que esa búsqueda tiene ya su respuesta: es aquí. Los contemplativos tratan todas las cosas como sagradas, cada una les muestra una profundidad inesperada. Por ejemplo, los biólogos son capaces de ver beneficios para muchos en organismos formados por unas pocas células, si tienen la paciencia de buscar en el propio interior. Un científico que no mira dentro, no encuentra nada afuera, pero cuando se sumerge en su aquí, entonces aparece la plenitud.
Monjes en bodega de vinos
Vincent Stoltenberg Lerche
(noruego, 1837-1892)  

         Muchas veces nos prometen cosas para el futuro: si te sacrificas ahora, después verás los beneficios. Esto se aplica en varios órdenes de la vida humana: personal, social o político. Es como si nos dijeran pague ahora y goce después. Para el contemplativo esta pauta no es válida. Cada momento es pleno en sí mismo y como máximo engendra el siguiente: caminante no hay camino, se hace camino al andar, canta Antonio Machado.  Cada momento es un regalo único y completo en sí mismo, y no hay sensación de frustración si no se ha acumulado mérito, poder, conocimiento o dinero. La contemplación nos abre al ahora, que es concentración del pasado y una semilla potente de esperanza para el futuro. 

        Aquí y ahora han formado parte del mensaje de los grandes Maestros de la humanidad, en los distintos contextos religiosos y culturales que ha atravesado la humanidad. Y es fácil darnos cuenta que este aquí y ahora es esencial en la dignidad humana. Si le digo a alguien que tiene que ir a un lugar distinto de donde está para alcanzar sabiduría, lo estoy exiliando de la posibilidad de su plenitud. Y si le digo que tiene que esperar un futuro que se está haciendo, entonces lo estoy privando de su libertad.

         El consejo del Maestro del cuento es muy valioso para alcanzar la sabiduría que buscamos. En nuestra celda hay muchas más virtudes que, a poco que las pensemos, nos llevarán a desear ardientemente sentarnos en ella.


Felicidad
Emily Carr
(canadiense, 1871 - 1945)