Un
día, el burro de un campesino se cayó en un pozo. El animal lloró fuertemente
por horas, mientras el campesino trataba de buscar algo que hacer. Finalmente,
el campesino decidió que el burro ya estaba viejo y el pozo ya estaba seco y
necesitaba ser tapado de todas formas; que realmente no valía la pena sacar al
burro del pozo.
Invitó
a todos sus vecinos para que vinieran a ayudarle. Cada uno agarró una pala y
empezaron a tirarle tierra al pozo. El burro se dio cuenta de lo que estaba
pasando y lloró horriblemente. Luego, para sorpresa de todos, se aquieto
después de unas cuantas paladas de tierra.
El
campesino finalmente miró al fondo del pozo y se sorprendió de lo que vio. Con
cada palada de tierra, el burro estaba haciendo algo increíble: se sacudía la
tierra y daba un paso encima de ella. Muy pronto todo el mundo vio sorprendido
como el burro llegó hasta la boca del pozo, pasó por encima del borde y salió
trotando.
Un
animal del camino
El burro podrido
Salvador
Dalí
(español, 1904-1989) |
Los
antiguos egipcios, al igual que muchas tradiciones de distintos tiempos, creían
que el alma, luego de la muerte, iniciaba un viaje. Una de las entidades más
peligrosas que podían encontrar era un asno rojo, por lo que en un país de
Europa ha quedado el dicho popular: malvado
como un asno rojo. También algunos estudiosos modernos han relacionado la
Bestia escarlata del libro Apocalipsis, en su capítulo diecisiete, con un
burro.
El
campesino del cuento que decide enterrar vivo al viejo animal, no es
considerado cruel en algunas culturas que tienen al asno como emblema de la
oscuridad, o incluso señal de las tendencias satánicas. En el Renacimiento se
han pintado estados horribles del alma con los rasgos del burro: el desaliento
espiritual del hombre de fe, la depresión moral, la pereza, la delectación
morosa, la estupidez, la incompetencia, la testarudez, una obediencia un poco
tonta. Esto explica la colaboración espontánea que prestan los vecinos para
enterrar a semejante bestia.
Cuando
las personas no poseen sabiduría en determinadas temáticas, se les ponen orejas de burro. El origen de este signo
está en una narración griega sobre un mitológico rey Midas, a quien le fue
otorgada la sorprendente capacidad de transformar cualquier cosa en oro con
solo tocarla. Un día, caminando por su reino, se encuentra obligado a hacer de
juez en una competencia musical entre Pan, símbolo de la seducción de los
placeres, y el dios Apolo, símbolo de la armonía de la razón. Midas elige a
Pan, y Apolo queda enojado, por lo que condena al rey a llevar orejas de burro, que lo arrastran por la
necedad, la tontería y la vanidad, hasta que le causan la muerte, según algunas
versiones. Como pasa muchas veces, se juzga sin saber o se abre la boca sin
conocimientos adecuados, y se merece entonces este atributo del asno. A lo
mejor Pan realmente era el mejor, pero hay que saberlo con certeza para
decirlo.
Pero,
como todos los símbolos, el asno tiene significados luminosos. Por eso, en el
cuento, sale triunfante del pozo. De la misma manera, los ascetas del desierto,
hombres entregados a la fe y que fueron valiosos para la fundación de nuestra
civilización, eran simbolizados por el asno silvestre. La quijada del animal es
considerada de extrema dureza: con ella Sansón pudo derrotar a mil enemigos.
La huída a Egipto en burra
(Liturgia de
las Horas, Duque de Berry)
Hermanos
Limburgers
(París, siglo XV) |
En la
Biblia, la burra es símbolo de paz, pobreza, humildad, paciencia y coraje.
Balaam, un personaje del Antiguo Testamento, es advertido por una borrica de la
presencia de un ángel en el camino. Y recordamos también dos escenas de la vida
de Jesús que están marcadas por una borrica: cuando José pone a María sobre una
de ellas, llevando a Jesús en brazos, para huir de la persecución de Herodes hacia
Egipto. La otra situación es muchos años después, cumplida una larga misión de
amor, Jesús hace su entrada triunfal en Jerusalén sobre una burra.
El
símbolo del burro nos permite unir distintas tradiciones. Representa
consideraciones primitivas, como el caso del campesino. Cuando ya no lo quiere
más trata de taparlo y olvidarlo en el fondo del pozo, que representa el fondo
oscuro de la consciencia, en donde ocultamos lo que ya no nos sirve y
pretendemos hacer oídos sordos a sus lamentos. Pero el símbolo del burro se saca la tierra de encima y recorre casi todas
las civilizaciones: egipcia, griega, judía, cristiana, y muchas más que no
hemos citado. Los símbolos están presentes, aunque muchas veces no les
prestamos atención, y nos llevan a una auténtica comunión humana en la cultura.
De la consideración respetuosa de los símbolos puede renacer una vida rica en
sabiduría.
Paisaje con burro rojo
Chaim
Soutine
(bielorruso, 1894 - 1943) |